sábado, 22 de mayo de 2021
Raquel Berman, por Margarita Tarragona

Transcripción del podcast

¿Qué es envejecer bien?, según la psicoterapeuta Raquel Berman en nuestra sociedad predomina una cultura de orientación narcisista que lo que estima es la juventud, el poder, la riqueza y la belleza. En la vejez revivimos en nosotros mismos aquellos miedos infantiles que tanto daño emocional nos generan como lo son  especialmente el abandono y el rechazo.

Nosotros mismos tratamos de negarlo pero forma parte del proceso del envejecimiento especialmente en la longevidad. Estos miedos no son imaginarios sino confirmados por esta sociedad narcisista. Muchos viejos se quejan de forma fantasiosa y no justificada, otras veces, con razón, de ser ignorados, rechazados o, en el peor de los casos, de ser abandonados o temerosos de ser maltratados por sus seres queridos o ajenos.

Por otra parte, aquellos que cuentan con amistades significativas adquieren una relación de confianza o de al menos una sensación de confianza básica, por lo que tienen una ventaja muy importante. Esta ventaja no nace de la nada ya que los mayores son los contribuyen a que estas relaciones se mantengan en el tiempo que nos marchiten y se fomenten por lo que para ellos es muy importante rodearse de personas con mensajes positivos.

Vivir bien la vejez es relativo pues preexiste un deterioro en el sentir de que pasen los años, sin considerar que uno mismo está vivo. Este deterioro que produce apatía y dependencia es gradual y se rige por circunstancias individuales pero es inevitable. Debido a la sociedad en la que vivimos asociamos que todo lo malo es por nuestra culpa. Para enfrentar estos temores debemos reflexionar con gente con la que podamos comunicarnos sean de la generación que sean, incluso buscando la ayuda profesional.

La clave es lo que dice Erik Ericsson sobre la «generatividad», la capacidad de dar sin dominar, sin controlar, sin expectativas de reciprocidad. La «generatividad» es la energía que nos da la fuerza de mantenernos vivos, de tener relaciones significativas, fuera de sí mismo. El auto centrado es el narciso, que lleva a la ira, el enojo, sentirse mal tratado, de paranoia

La asertividad en la vejez es importante cultivarla, así como los vínculos que la apoyan, defendiéndose del no hagas eso. Es importante la relación con los jóvenes de su familia o de otros. Es la oportunidad de desarrollar la mentoría de los viejos a los jóvenes. Dar no solamente la experiencia buena, también las experiencias malas. El joven tomará contacto con la realidad y decidir lo que le conviene en cada situación. Implica la tolerancia de sentirse quien es uno y no como uno está idealizado.

En nuestra cultura, donde prima lo asertivo, donde todo busca un equilibrio la mujer tiene que disfrazarlo, camuflarlo porque su asertividad es adaptativa. En el proceso de envejecimiento la mujer se vuelve más asertiva y los hombres son más receptivos. Dicha transformación puede suceder por un proceso de enfrentamiento en la fase del nido vacío en la fantasía de recuperar la virilidad perdida.

La auto-estima es el proceso de recuperar nuestra conciencia, el ser superior, sin perder el vínculo de nuestros padres para preservar su mandato pero alcanzar la identidad propia, a pesar de las pérdidas, amistadas, facultades, empleo, hijos que se van seguir sus vidas. Todo genera heridas narcisistas. Vencer la vergüenza de usar aparatos auditivos, de enfrentar sus arrugas. Los viejos precisamos ser más benévolos, empáticos con nosotros mismos, compensadores. Perder amigos, parejas es tratar de compensar, en una forma creativa. No se puede reproducir lo que se perdió. Perdonarnos ayuda a perdonar a los otros, porque todos hemos cometido equivocaciones. Seguir con ese peso es el camino a la muerte en vida, es el asesinato del alma.

Entrevistada por su nieta mayor habló con su grupo de clase por Zoom. Raquel pensó en primero ser breve y segundo una viejita que nos va a hablar. Raquel les habló de sus sentimientos, que no pierdan más tiempo, busquen más a sus abuelos, y si tienen bisabuelos, apresúrense y pídanles que les cuenten sus historias.

Es como una película, necesitas saber que pasó antes de ustedes porque ustedes con parte de una cadena. El tener identidad, para saber de dónde viene uno para saber quién es. El no saber quién sé es tiene más dificultad de encontrar su camino. Los viejos podemos compensar nuestros errores con nuestros nietos. Es una fuente de autoestima, porque si se aferra apenas a su aspecto físico, tendrán muy pocas ganancias, se debaten en la ira y la envidia.

La clave es ponerse en los zapatos del otro, del por qué llegó a tener esa ira, envidia y demás sentimientos negativos. Según Raquel la sociedad aplaude esta conducta narcisista que se ve nutrido por los comportamientos de dichas personas hasta que se vuelve tóxico. Produce,  a la larga, fracasos en el sistema laboral en liderazgo, en puestos ejecutivos por problemas de vinculación con el equipo de no entender lo que dice el otro.

En el año 2014 tras varios años de meditación, Raquel decidió crear un premio a la resiliencia. Ella quería trasmitir la importancia de la autoestima, de la resiliencia y de la superación personal. Para entenderlo mejor hemos de saber que Raquel fue une refugiada del nazismo al cual describe como el enfrentamiento con la muerte. La vida primero, la vida es sagrada, fueron lemas de su padre que le ayudaron mucho en la pandemia.

Para ella, el premio es un mensaje para las mujeres resilientes que la cultura no reconoce porque las asertivas que son muy agresivas y controladoras lo han impedido. El premio consiste en relatar de forma anónima las adversidades pues todas las historias son valiosas pero no todas son extraordinarias.  No se trata del triunfo, del logro, de la evolución se trata de saber qué haces con ello. Se valora la persona no el hecho, el qué se ha hecho en la vida de uno para solventarlo por muy traumático que pueda ser. Este premio tiene como misión transmitir otro modelo de mujer.

Uno de los secretos de Raquel para vivir una buena vejez es contar o relatar a sus nietos situaciones que ella vivió pues le recuerdan a la niñez a la juventud. Muestra que les entiende y les subraya que no se pierdan ciertas cosas aunque a los padres no les gusten. Esa es una de las prerrogativas ya que lo vivido, vivido está. Pese a que los padres tengan dificultades de comprender esta relación nieto abuelo, entiende que en ellos está sobreproteger la juventud de sus hijos, que es necesario ese salto generacional para comprender a la vejez. (Edición Enrique Fernández Saco)