miércoles, 6 de marzo de 2013
Al paso de Chávez, la multitud despide a su lider

Por Stella MOTORO para SudAmericaHoy

La marea humana se colaba por las arterias de la ciudad. La ola roja bolivariana atravesó el corazón de Caracas. Lo hizo despacio, a paso lento, con los pulmones entre cortados. Cientos, miles de personas.  En medio, un féretro y dentro, salvo que todo sea mentira, un cadáver. El muerto que camina con los pies por delante es Hugo Chávez. Le llevan como en volandas pero el ataúd va en automóvil descubierto. Le lloran por el mundo. También le odian pero no lo dicen y no arman bullicio. La escena del sepulcro entre las masas de Caracas es única en lo que va de siglo y en el anterior habría que pensar en Perón pero eran otros tiempos. Era otro caudillo. Era otro hombre.

El muerto era para ellos el salvador de la patria y de sus vidas. Lo escoltaban sus ministros, los herederos espirituales y políticos. También, la Guardia de Honor Presidencial. El vehículo  fúnebre fue arropado con la bandera de Venezuela. La gente  le lanzó besos, le prometió fidelidad y amor eterno. “Te amaré por siempre, mi padre”. Lo decían los carteles que lucían los simpatizantes del presidente que dejo de ser. Se murió a los 58 años. Su vida, como su muerte, fue un espectáculo de puertas abiertas. La enfermedad cambió eso y todo lo demás. El secretísimo y el misterio  envolvieron a Chávez desde que le sorprendió el cáncer. Ni siquiera hoy se sabe de qué tipo era el tumor, cómo empezó o cómo siguió. Sólo que hubo cuatro operaciones. El resto, información prohibida desde junio del 2011, el año en que Hugo Chávez Frías empezó a morirse.

“Ay, mi Chávez… ¡mi Chávez!”, lloraba Rosa Valera, una jubilada de 69 años, al ver pasar el féretro del mandatario. Camisas rojas y flores amarillas y blancas sobre una gran bandera venezolana. Así salió a los pocos metros del hospital militar de Caracas. Y así llegó después de recorrer más de seis kilómetros hasta la Academica Militar.
Niños, grandes y viejos acompañaron la comitiva. Recuerdos, periódicos, fotografías, cuadros, camisetas con su rostro impreso. Rosarios, rezos, gritos, sollozos y en cabeza el que ahora manda: Nicolás Maduro y a su lado, Evo Morales, solidario y huérfano otra vez (antes le dejó Néstor Kirchner). Luego, al llegar a destino, en la Academia Militar, José Mujica, Cristina Fernández de Kirchner y los que fueron llegando.
“¡Estamos con ustedes!”, gritaban los chavistas cada vez que oteaban a algún ministro o  político oficialistas. La oposición fue respetuosa. No estuvo.
Si Chávez levantara la cabeza estaría feliz. Todo en directo por radio y televisión nacional. Los medios de comunicación de Venezuela sólo existieron para él, de cuerpo presente, en el cajón cerrado.  Sin más programas que la retransmisión de su último paseo. Y en las calles, también, música llanera y fanfarrias. Venezuela es así.
Alfredo Bozo, ingeniero de 45 años, lo decía de frente, “Yo vengo con un corazón en la mano. Creo que no podría vivir el resto de mi vida si no acompañaba al presidente, por lo menos, en este último paseo, físicamente, pues su cuerpo ya yace en un ataúd”.
Poco antes de las seis de la tarde, hora venezolana, los restos de Hugo Chávez llegaron a la Academia Militar. La capilla ardiente quedó abierta. El funeral será el viernes. Ley seca en Venezuela durante una semana. Duelo nacional en ocho países de Sudamérica. Llegaron otros presidentes. La jornada será histórica. No Bolivar la hubiera soñado.

Foto Efe. Carlos HERNÁNDEZ