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Discurso de Gabriel Boric
Sao Paulo. M. PÉREZ BELLA/I.PERALES/Efe/SAH
Se acabó el ensayo. La hora de la verdad, la del Mundial, empieza hoy. Brasil juega en casa y su bautismo sobre la cancha será la primera prueba de fuego. El griterío de la calle se trasladará a las gradas. La selección que más copas del mundo alzó en la historia quiere empezar con buen pie. El gobierno de Dilma Rousseff reza para que una victoria dejé en el banquillo las acusaciones de corrupción, despilfarro, improvisación y las comparaciones.
En favelas y palacios el programa del día es el Mundial, ver el partido, estar allí, en la cancha o a través de la televisión. Brasil se juega el todo por el todo. Si pierde, más protestas y mal humor. Si empata, tres cuartos de lo mismo pero si gana… Si gana soplarán otros vientos, se calmará -aunque sea por poco tiempo- la rabia. Los millones dilapidados en estadios tan absurdos como el de Manaos o las eternas e innecesarias reformas de otros (siete tienen el pasto en mal estado según la Fifa) pasaran a un segundo plano con la victoria en casa. La cuenta atrás está en marcha y su primer rival hoy en el campo es Croacia.
La victoria se anticipa difícil, como en todos los estrenos mundialistas de las últimas dos décadas. Ganó todos sus partidos de debut desde España 1982, pero a partir de Francia 1998 a la Canarinha le costó ganar los tres puntos. Nunca fue gratis.
La importancia de vencer para encarrilar la clasificación, transmitir tranquilidad a los jugadores y a la afición es más crucial si cabe para el equipo que carga con la presión de ser el anfitrión. El seleccionador brasileño, Luiz Felipe Scolari.
Felipão lo reconoce y repite a quien quiere escucharle. Habla con experiencia, pues sufrió en sus propias carnes un mal estreno en casa en la Eurocopa 2004 al mando de Portugal, cuando cayó derrotado en el partido de su estreno en Lisboa por 2-1 contra Grecia.
«Es horrible perder el primer partido en casa. Es muy difícil administrar a la prensa, a los aficionados», declaró recientemente Scolari recordando aquel encuentro.Todo el equipo brasileño se ha conjurado para evitar una sorpresa. Daniel Alves lo dejó claro, «cuando empiezas bien, el resto de competidores lo está viendo».
La última vez que Brasil tuvo un debut tranquilo fue en 1994, cuando comenzó a pavimentar su cuarto título mundial con una victoria holgada ante Rusia por 2-0.
En los mundiales siguientes, siempre ganó, pero por el margen mínimo, incluso cuando tenía enfrente rivales débiles como Escocia, en Francia 1998, o Corea del Norte, en Sudáfrica 2010, en ambas ocasiones, por 2-1 y con más trabajo del esperado.
En la primera etapa de Scolari con Brasil, en el Mundial de Corea y Japón 2002, la Canarinha a punto estuvo de tropezar en su estreno contra Turquía, pero el descalabro fue evitado gracias a un penalti polémico, en el borde del área grande, convertido en el minuto 87 por Rivaldo y que supuso el 2-1 definitivo.
En 2006, Brasil debutó precisamente contra Croacia, que contaba en sus filas con el actual seleccionador, Nico Kovac, y se impuso por 1-0 con un gol de Kaká, en un partido en el que los defensores del título dejaron mal sabor de boca.
En apenas cuatro ocasiones, Brasil no empezó el Mundial con victoria y en dos de ellas fue precisamente contra Yugoslavia, país del que Croacia se independizó en 1991.
Los yugoslavos ganaron por 2-1 a Brasil en el debut del primer Mundial, en Uruguay 1930, y después empataron sin goles contra la «verde-amarela» en Alemania 1974.
Nico Kovac ya avisó que sabe cómo derrotar a Brasil y si de él depende, la selección croata, con Modric y Rakitic, alargará la tradición balcánica y aguará el estreno de Brasil en pleno Sao Paulo.
Aquella selección de Brasil (documental)