martes, 5 de febrero de 2013
Colombia, morir en el nombre del Padre

Por Stella MONTORO

Colombia acumula demasiados muertos. En el nombre de las Farc, en el del Ejército de Liberación Nacional (ELN), en el de los paramilitares … Los caídos en diferentes combates se cuentan por millares. Entre ellos figura un centenar de religiosos. La Iglesia de Colombia está preocupada por la ola de asesinatos que tiene en primera línea de fuego a los suyos. Los muertos van en aumento y los vivos que hablan en nombre de Cristo reciben amenazas a diario. Ser cura es una profesión de riesgo en aquellos territorios donde la ley, es menos que papel mojado.

Matar a curas y monjas no parece ser una práctica extraña en la Colombia de últimos tiempos. 83 sacerdotes, 5 religiosas, 3 seminaristas, un arzobispo y un obispo forman la lista de asesinados desde 1983. El presidente de la Conferencia Episcopal, Monseñor Rubén Salazar, hizo la cuenta después de que un grupo de desconocidos matara al tercer clérigo en veinte días.

El hombre de la sotana tenía 84 años. Le quitaron la vida en el departamento de Caldas (oeste). La noticia la confirmó la alcaldía de Riosucio en su página web. “José Ancízar Mejía Palomino, de 84 años, fue asesinado el domingo”. Los motivos de su muerte venían más adelante, “falleció en su lugar de habitación a manos de autores desconocidos”. El 16 de enero, en Buga, departamento del Valle del Cauca, fue asesinado, también en su vivienda, el sacerdote José Francisco Vélez Echeverry. En este caso, según informa Efe,  ya hay una persona detenida. El sábado pasado, en Ocaña, Norte de Santander (frontera con Venezuela), el clérigo Luis Alfredo Suárez fue abatido a tiros.

“Desafortunadamente, nosotros como Iglesia no escapamos de la situación de violencia que vive el país. Si todos los días hay tantos muertos sería casi imposible que dentro de ellos no cayera un sacerdote”. Las palabras de Monseñor Salazar se ajustan a la realidad de un país que vive en guerra permanente desde hace medio siglo. La violencia forma parte de la cultura. Guerrilla terrorista aparte hay datos escalofriantes de muertos. Solo en lo que va de año cuarenta niños han sido asesinados y trece se han suicidado.

El Instituto Nacional de Medicina Legal registró 23.742 muertes violentas en el 2011. Al finalizar el año, celebraba que los homicidios, respecto del año anterior, habían sufrido una “leve tendencia” a la disminución con 1.884 casos menos. En el 2012, se contabilizaron más de trece mil asesinatos y la última noche que dio paso al 2013 casi ochenta personas perdieroen la vida de forma violenta.

Monseñor Rubén Salazar recordó en su intervención al padrre Luis Alfredo Suárez, el muerto de Ocaña. “Parece ser una cosa trágica y absolutamente repudiable… Es que fue una equivocación… Querían matar a otra persona, lo que indica que en Colombia se sigue asesinando con fines inhumanos y dictados por razones políticas y económicas”, aseguró. Pero Salazar no había terminado de decir todo lo que quería decir: “Si fue víctima de una equivocación –reflexionó-, signifca que todas las personas, en cualquier parte del país, podemos estar en peligro, podríamos ser asesinados”.

La cabeza de la Iglesia Católica en Colombia teme que en el siglo XXI, en este país llevar sotana –aunque muchos curas la evitan- pueda equivaler a colocarse una diana en el pecho. “Hay una cantidad de sacerdotes que están amenazados, precisamente, por su labor evangelizadora. (Sucede) en ciertas zonas del país en donde la ley está fuera de orden, porque imperan las leyes de las bandas criminales, sean las que sean y allí, el trabajo evangelizador no está bien visto”.