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Discurso de Gabriel Boric
Colombina Schaeffer, Patricio Segura Ortiz y Leonardo Valenzuela publicaron en CIPER un estudio que compara la dieta de los diputados de los diversos estados miembros de la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico) del que ofrecemos un resumen.
El resultado fue que los parlamentarios chilenos no solo son los que ganan más en términos de salarios netos, también alcanzan el primer lugar en la relación entre sus ingresos y el PIB per capita. Además, quedan en segundo lugar (solo superados por sus colegas mexicanos) en la relación entre su dieta y el ingreso mínimo de cada país. Un diputado chileno, concluye el estudio, gana casi 12 veces el PIB per capita y 40 veces el ingreso mínimo.
El origen del informe fueron las declaraciones del diputado Gabriel Boric (independiente de la Izquierda Autónoma) sobre la necesidad de reformar la dieta parlamentaria, así como el proyecto de ley presentado el pasado 10 de abril junto, entre otros, a Giorgio Jackson (independiente de Revolución Democrática). Ambas medidas generaron un acalorado debate en torno a la pertinencia y justicia de los ingresos percibidos por los congresistas chilenos.
Boric y Jackson aclararon al ingresar el proyecto que rebajar la dieta parlamentaria no busca solucionar definitivamente la desigualdad imperante en Chile, pero sí puede ser un paso importante y simbólico para avanzar en tal sentido. A su juicio, los honorarios parlamentarios debiesen fijarse con relación al ingreso mínimo, ya que el Congreso no puede ser “cómplice” en la reproducción de la desigualdad. Las reacciones de sus colegas a dicha propuesta no se hicieron esperar.
El diputado Gustavo Hasbún (UDI) calificó la medida de “populista” y a sus autores de “oportunistas e inconsecuentes”, mientras su correligionario Felipe Ward les instó a donar la mitad de su sueldo mientras se tramita el proyecto, como un acto de consecuencia. En la vereda políticamente opuesta, Pepe Auth (PPD) recalcó el supuesto desconocimiento de Boric y Jackson respecto de los “compromisos” parlamentarios, que incluirían la manutención de una familia y lo que él denomina la “acción territorial”.
El diputado José Manuel Edwards (RN) fue más lejos al señalar, “me parece hasta pintoresco que una persona que un año atrás recibía la mesada de sus papás hoy día esté reclamando por esto”. Y remató: “Primero, lo que tiene que hacer es comprarse un terno el señor Boric. Y después, trabajar por las leyes y por que tengamos un mejor Congreso. Ellos podrían antes haber repartido la mesada que les entregaban sus papás y hoy día perfectamente entregar la totalidad de su sueldo si ellos así lo quieren”. Desde el Senado, Iván Moreira (UDI) aportó a la discusión expresando que “la vida es así”, y que “algunos llegan raspando” a fin de mes en el Congreso.
Como una forma de aportar al debate, se llevó a cabo el estudio [1] con el fin de evaluar exactamente de qué estamos hablando cuando se señala que los parlamentarios chilenos tienen sueldos muy altos, y cuál sería la magnitud de la diferencia, sobre todo respecto a quienes menos ganan en Chile.
Con este objetivo se generó una base de datos con los países de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), donde se incluyó: 1] dieta de la Cámara Baja anual (dólar de EE.UU. nominal, ajustados por paridad del poder adquisitivo, PPA); 2] dieta de la Cámara Baja anual (moneda local); 3] PIB per cápita (dólar de EE.UU. nominal, ajustados por PPA); 4] sueldo mínimo anual (dólar de EE.UU. nominal, ajustados por PPA); 5] coeficiente de GINI; 6] relación entre el PIB per cápita y la dieta de la Cámara Baja (PPA); y 7] relación entre dicha dieta y el sueldo mínimo (PPA) (ver documento).
El Senado no se incluyó en el estudio con el fin de facilitar la comparación entre países, ya que no todos poseen una institucionalidad bicameral. Sin embargo, la Cámara de Diputados (o Cámara Baja) permite sacar importantes conclusiones, considerando que en Chile su dieta es la misma que la de los senadores, quienes en todo caso cuentan con asignaciones parlamentarias más generosas.
Al comparar a Chile con los países de la OCDE, se observa que el salario anual de $103.265.772 (pesos chilenos), equivalente a US$252.505 (ajustado por paridad del poder adquisitivo, PPA) es el más alto del grupo (Figura 1). Le siguen en la lista países como Estados Unidos, con US$174.000 (PPA); Italia, con US$173.488 (PPA); y Japón, con US$140.263 (PPA). El sueldo de los parlamentarios, en Estados como República Checa, Eslovaquia, Suiza y Hungría no supera los US$50.000 (PPA).
El ejercicio anterior, sin embargo, no permite sacar muchas conclusiones, ya que siempre se puede argumentar qué significa realmente un salario más o menos alto al interior de cada país. Por lo mismo, una mejor forma de enfocar la discusión es preguntarse qué implica este salario respecto del PIB per cápita de cada nación y del ingreso mínimo al interior de los países. Con ese dato es posible dimensionar de qué estamos hablando cuando se señala que los parlamentarios en Chile reciben sueldos excesivos.
Es en este desglose donde emerge la principal conclusión de este estudio, y que apunta a la magnitud de la diferencia de ingresos entre los parlamentarios chilenos y los de otros países. De acuerdo a los datos analizados (todos en globales anuales), en Chile los diputados ganan varias veces tanto el PIB per cápita (11,8) equivalente a U$21.486 (PPA) como el ingreso mínimo (40), correspondiente a US$6.268 (PPA).
Así, Chile ocupa el primer lugar al comparar la diferencia entre el sueldo de los parlamentarios con el PIB per cápita (11,8), seguido por Turquía (6,3), México (5,6) e Italia (5,1). En el extremo opuesto se encuentra un país como Suiza, donde esta diferencia es de 0,7 veces, es decir, el sueldo de un parlamentario es inferior al PIB per cápita de dicho país. En el caso de la relación entre dieta parlamentaria e ingreso mínimo, Chile ocupa el segundo lugar, ya que los parlamentarios perciben 40 veces el ingreso mínimo. Nuestro país solo es superado por México, donde esta diferencia es de 55,8 veces. Ambos son, a su vez, los más desiguales de la OCDE, con coeficientes GINI de 0,5 (Chile) y 0,46 (México), lejos del 0,24 de Islandia, Eslovenia y Noruega.
¿Qué podemos concluir de lo anterior? El problema de la desigualdad en Chile se expresa en todos los niveles, incluida su principal estructura democrática. El entramado político-institucional ha generado un sistema donde diputados y senadores perciben sueldos que se encuentran totalmente fuera de proporción respecto de lo que gana la mayoría de la población. De acuerdo a la Fundación Sol, el 82% de los trabajadores en Chile gana menos de $775.000 y, de acuerdo a la CASEN 2011, un 17,4% percibe un salario equivalente o menor al salario mínimo.
Y esto tiene serias consecuencias para la calidad de la democracia chilena, porque se establece una distancia abismal entre los representantes y sus representados. Tal brecha no es solo simbólica, sino que, como muestra este análisis, material. Incluso sería posible argumentar que esta distancia económica “blinda” a los parlamentarios chilenos de las condiciones de vida promedio de chilenas y chilenos, haciéndoles insensibles a tales condiciones. A la segregación urbana, educacional, de salud e incluso ambiental imperante, se le suma esta desigualdad, la que a la vez sostiene y reproduce las otras.
Más aún, esta realidad transforma en “pares” de diputados y senadores, en términos no solo de ingresos sino que de estilo y calidad de vida, a los hombres y mujeres más poderosos de Chile, por su situación económica. Sus vidas se cruzan en colegios a los que pueden asistir sus hijos, lugares donde toman vacaciones y diversas decisiones a la hora de consumir, por poner solo algunos ejemplos.
En este sentido, propuestas como la de los diputados Boric y Jackson apuntan en la dirección correcta, al buscar que se genere una señal en términos de ajustar las proporciones. Sin embargo, incluso con la citada moción, los ingresos de los parlamentarios chilenos seguirán siendo muy superiores con respecto a otros países similares y de la población en general.
Lo anterior no incluye el, también controversial, ámbito de las asignaciones parlamentarias, como ilustra un reciente reportaje publicado por CIPER, y que debiera, quizás, ser sujeto de un estudio independiente que permita establecer montos diferenciados a la luz de las importantes diferencias geográficas, demográficas y sociales de los distintos distritos y circunscripciones del país. Y así hacerse cargo, desde el propio Congreso, de nuestra rica diversidad territorial.
Salario promedio de parlamentarios: US$62.075 (PPA) al año (2012).
14% de los parlamentos tiene sueldos sobre los US$100.000 (PPA).
23% de los parlamentos ha disminuido su salario desde el 2008.
13% del presupuesto de los parlamentos se utiliza para pagar sueldos.
58% de los parlamentos tiene el poder de determinar su sueldo.
62% tiene el poder de determinar sus asignaciones parlamentarias.
55% de los parlamentos fijan sus sueldos con referencia a escalas externas.
41% de los parlamentos publica los salarios en sus sitios web.
24% publica el detalle de las asignaciones parlamentarias.
Fuente: Informe de la Unión Inter-Parlamentaria.
[1] Nota sobre la metodología utilizada: El estudio implicó completar todos los datos para todos los países. La información sobre dietas parlamentarias fue obtenida de los sitios web de los parlamentos. Cuando esta no estaba disponible, se recurrió a fuentes secundarias como reportes en periódicos locales, expertos o estudios académicos. Los datos obtenidos corresponden a: 2014 (Chile, México, Japón, Grecia, Israel, Nueva Zelanda, Canadá, Australia, Francia, Reino Unido, Irlanda, Islandia, Noruega y Turquía), 2013 (Italia, Corea del Sur, Estados Unidos, Bélgica, Alemania, Estonia, Austria, Holanda, Portugal, Suecia, España, República Checa, Hungría y Luxemburgo), 2012 (Polonia, Eslovenia, Finlandia, Dinamarca, Eslovaquia y Suiza). Las dietas parlamentarias son nominales y antes de impuestos u otras asignaciones. Fueron convertidas a dólares estadounidenses (US$) y ajustadas por paridad del poder adquisitivo (PPA) utilizando el índice de precios de la OCDE de enero del 2014. La tasa de cambio utilizada corresponde a la del día 30 de abril del 2014. El PIB per cápita y el coeficiente GINI fueron obtenidos de la base de datos de la OCDE para el año 2012 y 2010, respectivamente. El dato del PIB per cápita es publicado por la OCDE en dólares estadounidenses (US$) ajustados por paridad del poder adquisitivo (PPA). Los datos de sueldos mínimos fueron obtenidos a partir de información publicada por la OCDE para el año 2013, en su versión PPA. Sin embargo, no todos los países tienen un sueldo mínimo legal, y en esos casos se emplearon los siguientes antecedentes, también transformados a dólares estadounidenses (US$) y ajustados por PPA: promedio de ingresos del primer decil de la población para Finlandia (2011), Islandia y Suiza (2012); estimación en base al mínimo pago por hora publicado en ofertas de trabajo y consulta con expertos para Dinamarca y Suecia (2014); salario mínimo negociado para industria de más baja remuneración en Italia (2014). Alemania cuenta con salario mínimo a partir del 2014, por ende se utilizó ese dato.