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Discurso de Gabriel Boric
Por Chema OROZCO/Efe/SAH
Al cumplirse 150 años del inicio de la Guerra de la Triple Alianza (1864-1870), Paraguay, el país perdedor, sigue considerando al mariscal Francisco Solano López como su máximo héroe, pese a ser uno de los principales actores de un conflicto que destrozó el país guaraní, que perdió a la mitad de su población.
El detonante de la contienda, que enfrentó a Paraguay contra Brasil, Argentina y Uruguay, fue la orden de López, presidente desde 1862 hasta 1870, de capturar un mercante brasileño el 12 de noviembre de 1864 y arrestar a Carneiro de Campo, que se dirigía a asumir el cargo de gobernador de la provincia brasileña de Mato Grosso.
La guerra comenzó un día después.
Fue el principio del fin de López, acusado de llevar a Paraguay al desastre y durante años vilipendiado y satanizado, especialmente en Brasil, el país que lideró la coalición de fuerzas enemigas.
Sin embargo, su figura resurgió de las cenizas de Cerro Corá, el montañoso lugar donde le mataron los soldados brasileños, hasta alzarse como el indiscutible icono patriótico de Paraguay.
De hecho, se le rinde tributo a partes iguales entre la derecha y la izquierda, desde el gubernamental y conservador Partido Colorado al Partido Comunista.
El reconocimiento tiene su exaltación el 1 de marzo, declarado Día de los Héroes, en conmemoración de su fallecimiento en esa fecha, desangrado y rechazando la oferta brasileña de rendirse, una estampa repetida en cuadros y canciones.
«Es el héroe máximo y quien hable mal de López en Paraguay todavía es considerado un antipatriota y llamado legionario, en referencia a la Legión Paraguaya, los paraguayos que lucharon contra López», dice el analista Alfredo Boccia.
Hasta bien avanzado el periodo de paz, en Paraguay se mantenía la imagen de López proyectada por brasileños y argentinos, la de un dictador brutal que debía de ser derrotado para liberar a los paraguayos de su tiranía, uno de los argumentos de los vencedores cuando entraron en la guerra.
López había declarado la guerra a Brasil después de que en octubre de 1864 las fuerzas brasileñas invadieran Uruguay, cuyo Gobierno en ese momento era aliado de Paraguay.
A su juicio, esa invasión rompía el precario equilibrio de poder de las naciones del Río de la Plata y dejaba en una posición de debilidad a Paraguay, sin mar y expuesto a los intereses de los gigantes Brasil y Argentina.
La subsiguiente guerra de cinco años devastó a Paraguay, regó de sangre sus campos y lo despojó de gran parte de su territorio, todo un drama al que se añade la trágica y heroica muerte de López.
Paraguay es entonces sometido a los designios de los vencedores, que declaran a López traidor a la patria y le condenan al basurero de la historia.
Uno de los responsables de su rehabilitación fue el historiador paraguayo Juan E.O’Leary (1879-1969), quien tras la guerra se dedicó a reivindicar su figura.
«O’Leary fue el gran propagandista del nacionalismo paraguayo del siglo XX. Él construyó la imagen de López que había sido tan denigrada en la postguerra», declara Boccia.
Para el analista, la labor de O’Leary sentó sus primeros cimientos durante la presidencia de Rafael Franco (1936-1937), cuando se exhumaron en Cerro Corá unos restos que dijeron ser de López, aunque la mayoría de los historiadores afirma que no pertenecen al mariscal.
A ello sigue la edificación del Panteón de los Héroes, en el centro de Asunción, donde están en la actualidad.
Con el culto a López en marcha, Boccia señala que el dictador paraguayo Alfredo Stroessner (1954-1989) no tenía más que recoger lo sembrado para hacer un paralelismo entre su persona y la del mariscal.
«Con los años fue confluyendo un cuento histórico. Stroessner era heroico como el mariscal, como él era general y militar, era el acervo de todas las virtudes de la raza», dice.
Recuerda Boccia que esa concatenación se fue armando con la propaganda oficial de la dictadura, que recurría para ello a las viejas canciones sobre la guerra «guasu», o guerra «grande» en guaraní.
«La radio nacional abría y cerraba con la canción Campamento Cerro Corá (..) Stroessner se apoderó de todo esto y le convirtió (a López) en el prócer oficial, y a los paraguayos nos encantó», opina el analista.