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Discurso de Gabriel Boric
Santiago. Por Michelle Sadler y Gonzalo Leiva
Que las cesáreas en Chile -tercer país del mundo en practicar este método de parto- son un problema no es nuevo, que la tasa más alta se concentra en el sector privado tampoco, y que esto representa un problema de salud pública menos. Entonces, ¿Por qué siguen aumentando las cesáreas?
En 2012, el 49,3% de los partos se resolvieron por medio de una cesárea. Para entender la magnitud de esa cifra basta recordar que la Organización Mundial de la Salud recomienda que ningún país sobrepase los 15 puntos. Los autores de este informe, publicado en CIPER, realizaron una interesante investigación sobre el problema y responden aquí a una pregunta clave: ¿Es efectivo que las mujeres chilenas prefieren cesáreas?
La pregunta es una de las que desde fines de 2013 ha estado guiando nuestro trabajo, en un escenario epidemiológico que no nos entrega razones biológicas que expliquen por qué las mujeres chilenas están teniendo tantos partos quirúrgicos. Menos aun por qué se dan las grandes diferencias entre el sector público y privado, 39,4% y 71,8% respectivamente (2012, último año del que se disponen datos del sistema privado). La mayor paradoja es que en el sector donde se atienden más cesáreas, están las mujeres más sanas. Y esto se pone aun más complejo y problemático en el escenario de que los partos en el sector privado han transitado durante la última década de un 20,9% en 2000 a un 30,7% en 2012.
Durante la década pasada Chile fue el cuarto país a nivel mundial con más cesáreas, y hoy es el tercero de los países que conforman la OCDE (informe que sólo considera los partos del sistema público, OCDE, 2013). Nada de que enorgullecernos. ¿Por qué debiera preocuparnos? Los partos por cesárea se asocian con un aumento de dos veces en el riesgo severo de morbilidad materna comparada con partos vaginales (Villar et al., 2007), tienen consecuencias reproductivas negativas en futuros embarazos, consecuencias psicológicas como depresión y trauma posteriores a la cirugía, y efectos negativos en el apego madre-hijo (Mutryn, 1993).
Se ha asociado la cesárea con menos contacto piel a piel con los recién nacidos, y con tasas menores de lactancia exclusiva a los 3 y 6 meses postparto comparadas con mujeres que tuvieron partos vaginales (Chalmers et al., 2010). Esto se confirma en Chile: la Sexta Encuesta Nacional de Lactancia Materna (2013) muestra que la lactancia materna exclusiva durante seis meses de niños que nacen por parto vaginal es de un 59% y la de niños nacidos por cesárea es de un 52,8% (MINSAL, 2014). La cesárea también se relaciona con mayor morbilidad y mortalidad fetal y neonatal, prematurez y mayor número de hospitalizaciones de los recién nacidos en unidades de cuidado intensivo neonatal (Villar et. al., 2006; Levine et al., 2001; Salinas et al., 2007; Emily, Miller y Hahn, 2013). Existe evidencia epidemiológica suficiente para plantear que los bebés nacidos por cesárea desarrollarán más asma y alergias, gastroenteritis, diabetes Tipo 1, leucemia infantil, cáncer testicular, obesidad, esclerosis múltiple y problemas de desarrollo cerebral (Dahlen et al., 2013).
De estos datos se desprende que en la actualidad la tasa de cesáreas de un país sea considerada un indicador de calidad en la atención en salud (su contención). No basta con contener la tasa de mortalidad, tema relativamente resuelto en Chile, sino que es importante también ocuparnos de otros indicadores relacionados con el nacimiento.
El tema es tan relevante que desde hace unos años a la fecha la prensa nacional aborda el problema con titulares como:“Miedo y comodidad son algunas razones para pedir una cesárea” (El Mercurio, 5 de mayo de 2011), “Casi el 50% de los niños que nacieron en Chile en 2011 lo hicieron a través de cesáreas” (El Mercurio, 3 de octubre de 2012), “Expertos alertan sobre sostenido aumento de cesáreas en Chile” (La Tercera, 4 de marzo de 2014), “Mujeres con seguro de salud privado prefieren la cesárea” (La Tercera, 22 de noviembre de 2014).
Lo preocupante de muchas de estas notas es la transferencia de la responsabilidad de la actual epidemia de cesáreas hacia las mujeres que las “pedirían”, como principal factor involucrado en el problema. ¿Es efectivo que las mujeres chilenas prefieren la cesárea y piden cesáreas en números que permitan justificar la actual tasa?
La evidencia nacional es clara en señalar lo contrario: en 2006 un estudio realizado en Chile en el sistema público y privado mostró que un 77,8% de las mujeres prefieren el parto vaginal por sobre la cesárea (Angeja et al. 2006). En 2014, en una encuesta aplicada por nuestro equipoa 396 mujeres de la Región Metropolitana, un 80% de mujeres declaró que preferían la vía de parto vaginal antes de tener hijos (se trató de una muestra de mujeres con una o más cesáreas, de salud pública y privada). En la misma encuesta, les preguntamos a las mujeres el motivo de su primera cesárea, y sólo un 6,6% señaló que fue por solicitud materna. Más interesante aún es que la mitad de estas mujeres señala que el motivo de dicha solicitud fue “temor”, lo que coincide con uno de los titulares mencionados más arriba, y abre la pregunta sobre a qué le temen las mujeres, tema que profundizaremos en otra columna.
Esta encuesta nos entrega algunos otros datos interesantes, y paradojales a la vez, ya que las mujeres del sistema privado son las que más prefieren el parto vaginal: 83,3% versus el 76,6% del sistema público. Además, al agrupar a las mujeres por nivel educativo, el grupo que muestra mayor preferencia por el parto vaginal es de mayor educación, que coincide con el grupo que se atiende en el sistema privado. Es decir, en el grupo de mujeres que prefieren en un 83,3% el parto vaginal, el porcentaje de cesáreas es de 71,8%.
A la luz de los datos obtenidos, es evidente que la responsabilidad de la alta tasa de cesárea en Chile no es ni la preferencia de la mujer ni la solicitud directa de la misma. Hoy la mujer chilena no está teniendo el parto que desea, y el sistema privado camina en dirección opuesta a ese deseo. Lamentablemente, parir en el sistema privado de salud es hoy uno de los principales factores de riesgo para tener una cesárea en Chile.