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Discurso de Gabriel Boric
Brasilia. Por Eduardo DAVIS/Efe
La presidenta brasileña, Dilma Rousseff, y su homólogo uruguayo, Tabaré Vázquez, enviaron un mensaje muy claro a sus socios del Mercosur: Demandan al bloque mayor libertad para avanzar en acuerdos comerciales con otros países.
En concreto, tanto Rousseff como Vázquez señalaron como «objetivo prioritario» la negociación de un acuerdo de libre comercio entre el Mercosur y la Unión Europea (UE), que después de una década continúa estancada y, según coincidieron, puede ser reanimada si el bloque libera a sus miembros para avanzar a ritmos diferentes.
La mandataria incluso anticipó que el Mercosur le planteará al bloque comunitario que se defina una fecha para intercambiar sus respectivas ofertas este mismo año.
Rousseff y Vázquez discutieron el asunto en Brasilia, en el marco de la que ha sido la primera visita bilateral del mandatario uruguayo desde que inició su nuevo mandato, el pasado 1 de marzo.
La flexibilización del Mercosur es un viejo reclamo de Uruguay y Paraguay, que hasta ahora encontraba rechazo en Argentina y Brasil, los otros dos socios del bloque, al que Venezuela se sumó en 2011 aunque aún no participa en negociaciones comerciales.
Con esa nueva posición de Brasil, por tanto, Argentina quedaría sola en la trinchera de los defensores de las actuales normativas.
Rousseff, cuyo país ejerce actualmente la presidencia rotativa del bloque, admitió por primera vez en público que el Mercosur debe «adaptarse siempre a las nuevas circunstancias» y que tiene que revisar sus normas, en una clara alusión a la llamada Decisión 32/2000 del Mercosur.
Esa norma adoptada hace quince años establece que los socios del bloque deben negociar todo acuerdo comercial en conjunto, lo cual para sectores empresariales constituye una camisa de fuerza.
La mandataria brasileña valoró el Mercosur como «un ambicioso proyecto» que ha dado «resultados muy expresivos», entre los que mencionó la multiplicación por diez del comercio interno en dos décadas.
Sin embargo, aclaró que el bloque no puede «acomodarse» y precisa «mejorar y avanzar más», a fin de permitir ampliar los mercados de los países que lo integran.
Vázquez, por su parte, reiteró el viejo reclamo de Uruguay en ese sentido y dejó claro que, actualmente, el Mercosur no responde a los intereses de su Gobierno en materia de comercio exterior.
«Nuestros países no viven en soledad. Forman parte de un bloque regional que tiene un enorme potencial, pero que hoy no está a la altura de su razón de ser», declaró.
«No somos ilusos ni impacientes, pero tampoco seríamos sinceros si dijéramos que hoy, como está, (el Mercosur) nos satisface», dijo.
Vázquez aseguró que no manifiesta «reproches» ni pretende «extenderle una partida de defunción al Mercosur», pero insistió en que el bloque debe estar «al servicio de sus Estados parte y, fundamentalmente, de los pueblos».
Según el presidente uruguayo, «sin renunciar a objetivos de largo plazo», es «necesario y urgente alinear al bloque con las realidades políticas y económicas del momento», «restablecer su credibilidad» y «generar la necesaria flexibilidad» para que sus miembros expandan sus fronteras comerciales a través de nuevos acuerdos.
En ese sentido, manifestó pleno apoyo a la tesis que maneja Brasil, que apunta a permitir que las negociaciones con otros bloques o países se desarrollen a distintos ritmos, de acuerdo al interés y posibilidades de cada miembro del Mercosur.
«Vistas las necesidades puntuales, coincidimos y estimamos necesario que se acuerde la posibilidad de ritmos y velocidades diferentes en las negociaciones», señaló.
En el plano bilateral, ambos gobernantes se comprometieron a dar un mayor impulso al fuerte proceso de integración bilateral, sobre todo en los sectores de energía, infraestructuras e industria.
Rousseff destacó en particular la integración energética, que ha sido reforzada con una nueva línea de transmisión bilateral y un parque eólico inaugurado en Uruguay hace tres meses.
Asimismo, confirmó que su Gobierno convocará en septiembre próximo la licitación para la construcción del segundo puente sobre el fronterizo río Yaguarón, el cual consideró que «será un nuevo canal para el transporte de personas y mercancías».
Según ambos mandatarios, ese puente potenciará el comercio entre ambos países, que el año pasado alcanzó la cifra récord de 4.900 millones de dólares.