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Discurso de Gabriel Boric
Cannes. Por Ernesto PÉREZ
Su nombre ya está en la boca de todos en el 70º.
Festival de Cannes por ser uno de los más autorizados candidatos a la Palma
del Mejor actor.
Se trata del argentino Nahuel Pérez Biscayart, alabado por su papel
protagónico de un joven enfermo de SIDA que descubre el verdadero amor
demasiado tarde en ”120 battements par minute” (120 latidos por minuto) de
Robin Campillo.
Descubierto aquí mismo en Cannes por el director francés Benoit
Jacquot,que lo hará debutar como protagonista en el cine galo con “Au fond
des bois”, luego de verlo en el film argentino “La sangre brota” de
Pablo Fendrik en la Semana de la Crítica del 2008, Pérez Biscayart, físico
a lo Buster Keaton como lo definió un periodista, es más que una promesa en
el cine de su país adoptivo y ya ha participado en una media docena de
películas europeas, paseando su talento entre Francia, Suiza, Alemania,
España, Rumania, Hungría y Turquía, aprovechando su ductilidad y su dominio
de idiomas como su castellano natal, francés, inglés y alemán.
“No soy un actor metódico sino que me confío en el instinto – declara
– me imagino el contexto en el que se mueve el personaje y le presto mi
energía porque preciso habitarlo con mi cuerpo, dándole también mis
dolores, mis pasiones y mi amor por la vida”.
El actor, porteño de Buenos Aires, nacido el 6 de marzo de 1986 en los
años en los que se declaraba la pandemia, no se explica como una sociedad
rica y compleja como la francesa pudo dejar morir el futuro del país,
representado por los jóvenes que morían de SIDA, sin procurar al menos darle
una solidaridad, visto que no había remedios para curarla o para prevenirla.
“Yo creo que hay momentos en los que una sociedad se adormece y no
advierte los peligros que la amenazan como se ha visto con este resurgir de
los extremismos en Europa, sobre todo reaccionarios”, agrega.
“Hay que despertarse y luchar como lo dice el film que no es un panfleto
aunque pretenda tener un significado comprometido políticamente”, continúa
el actor.
“En mi país una mujer es asesinada cada 36 horas, en Brasil se apalea a
los homosexuales por la calle y aún una nación como la francesa, que parece
haber integrado suficientemente las diferencias sociales, políticas y
religiosas de la población, tiene problemas con una parte de sus minorías”,
afirma Pérez Biscayart.
“Y la única manera de defender a estas minorías es hablando de los
derechos sociales y combatiendo por su respeto, utilizando incluso la lucha
colectiva que es lo que propone y describe nuestra película”, declara.
Y refiriéndose a las escenas de sexo que pueden escandalizar a ciertas
personas, Perez Biscayart afirma: “yo creo que es saludable mostrar escenas
de sexo de cualquier tipo que sean, con tal de que sean funcionales al tema
que se quiere discutir: el sexo es natural, es espontáneo y en la película
mis escenas con Arnaud Valois transparentan el infinito amor que sienten los
personajes y constituyen una lección de vida”.