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Discurso de Gabriel Boric
El expresidente paraguayo Fernando Lugo, actual senador del Frente Guasú, defendió en una entrevista su independencia ideológica. Lo hace ahora, cuando hoy se cumplen dos años de su destitución en un controvertido juicio parlamentario, un año antes de concluir su mandato.
«Yo no soy de izquierda ni quiero serlo», dice enfáticamente el exobispo, hastiado de que en sectores del Partido Colorado y el Partido Liberal siempre le identifiquen así.
«No soy ficha de la izquierda pero tampoco de la derecha. Yo fui fichado por la democracia cristiana», aseguró el exmandatario que llegó al poder en 2008 en una alianza inédita con los liberales para terminar con 61 años de omnipresencia del Partido Colorado.
«Los de izquierda decían que era de derecha y los de derecha decían que era un ultraizquierdista ideologizado vendido a (Hugo) Chávez (…) pero desde la fe nadie puede negar que mi opción siempre ha sido por los más pobres», explicó.
Recordó que él y el fallecido presidente venezolano eran amigos y tenían «una cuestión psicoafectiva muy fuerte». «Él era un hombre muy religioso también, con sus luces y sombras», dijo Lugo, quien reconoció que ambos tuvieron diferencias de opinión.
Lugo fue destituido por el Parlamento el 22 de junio de 2012, una semana después de que un operativo policial común, como muchos otros realizados durante las numerosas ocupaciones de tierra por campesinos para reclamar terrenos donde establecerse, estallara en un intercambio de tiros cerca de la localidad de Curuguaty.
Seis policías y once campesinos murieron sin que aún se sepa qué ocurrió exactamente. La masacre fue el motivo esgrimido por el PLRA y el Partido Colorado para abrir un juicio político contra Lugo, quien en menos de 48 horas fue declarado culpable de «mal desempeño de sus funciones».
«Políticamente Lugo no está muerto», exclamó el legislador. «El proyecto que llevamos adelante es con liderazgo colectivo, si el Frente Guasú hace las cosas bien, tiene un futuro promisorio», añadió.
Lugo dijo que las encuestas «siguen mostrando» que su Gobierno es el mejor valorado. «Hay nostalgia en la sociedad de nuestro proyecto», dijo y denunció el deterioro de la salud y educación tras su salida del Ejecutivo.
«Borraron nuestras políticas sociales y nuestra trayectoria económica de austeridad, empezaron a emitir bonos de deuda. Se está perdiendo la salud gratuita y universal», espetó.
El exobispo dijo que apoyará cualquier «proyecto claro» para la Presidencia en el 2018, «no importa si es de Carlos Fillizzola, Esperanza Martínez, Sixto Pereira, Aníbal Carrillo o cualquier otro del Frente Guasú con tal de que haga políticas claras en favor del país».
Pero matizó que será en el seno de la coalición de partidos que forman el Frente donde se decida quienes serán los próximos candidatos.
Lugo dijo que «no es fácil» trabajar en el Legislativo, al que llegó tras las elecciones de 2013 junto a otros cuatro miembros de su partido.
«Ahora tengo que convivir con legisladores herederos del más rancio Stronismo», dijo en referencia a senadores que reivindican la dictadura del militar Alfredo Stroessner, que controló Paraguay desde 1954 hasta 1989.
Lugo aseguró que su primer día como senador sintió que estaba entre sus «exverdugos de hace dos años», pero dijo que «no queda otra que ejercer el pluralismo y la sana tolerancia que debe caracterizar a la sociedad y a la política».
Para el legislador, la Cámara alta es «un escenario positivo» que le «enriquece como político y como persona», pese a ser a veces un ambiente «hostil».
Lugo recordó que el «eje de su Gobierno» fue la reforma agraria y sigue siéndolo para el Frente Guasú.
«El tema de la tierra es un tema gordo aquí en Paraguay. Mientras no se solucione la tenencia irregular de la tierra no habrá paz social en nuestro país», destacó el expresidente.
«Paraguay tiene 406.752 kilómetros cuadrados, pero sumando todos los títulos de tierra tiene unos 529.000, o sea, es un país de dos y tres pisos», añadió.
A dos años de todo aquello, el senador admitió que pasó por su cabeza oponerse al juicio parlamentario, pero dice que prefirió «aceptar un juicio injusto que ha llevado a evitar más derramamiento de sangre».
«Yo estoy seguro que podría haber dicho, bueno, basta, hasta acá reaccionemos, demostremos también nuestra fuerza, ¿y el resultado que iba a ser? ¿más violencia y más muerte? Muchos hubiera dicho que quería mantenerme en el poder o que no me importaban las vidas de los campesinos», aseveró.
«Si no hubiera aceptado el juicio, creo que Paraguay ahora sería más polarizado y violento, con más confrontaciones de clase, más abiertas», abundó.