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Discurso de Gabriel Boric
Bogotá. Por Noelia CIGUENZA/Efe/SAH
La periodista y escritora mexicana Lydia Cacho asegura que la desaparición forzada de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, hace dos meses, representa la violencia y corrupción del «narcoestado» en el que se ha convertido México.
Cacho, activista y defensora acérrima de los derechos humanos de mujeres, niños y niñas, hizo estas afirmaciones con motivo de la conferencia «Mujeres constructoras de la paz» que cerró el ciclo «Entrecruzamientos. Ciudadanos en el postconflicto» en Bogotá.
La escritora se refirió a los sucesos del pasado 26 de septiembre cuando policías de Iguala, en el estado de Guerrero, en el sur del país, se llevaron a 43 estudiantes de la Escuela Normal Rural de Ayotzinapa y les entregaron a criminales del cártel Guerreros Unidos, quienes presuntamente los asesinaron e incineraron en un basurero, según declararon varios de los detenidos.
«La desaparición y posible muerte de los 43 estudiantes se convirtió en un símbolo para México como el resto de grupos étnicos, sociales o de género que han sido victimarios en la historia del país», explicó Cacho.
La feminista afirmó que el Estado es el «responsable» de esta masacre al no impedir que el ahora exalcalde de Iguala, José Luis Abarca y su esposa María de los Ángeles, actualmente en prisión, cometieran tal barbarie a pesar de que se conocían sus «vínculos» con el narcotráfico.
«Estos estudiantes rurales inocentes sólo querían cambiar la educación y fueron masacrados por un narcoestado», denunció.
A raíz de esta matanza, México atraviesa por una profunda crisis política que ha generado multitudinarias marchas sin precedentes en el país, algunas de ellas con incidentes violentos, para exigir al Gobierno que encabeza el presidente Enrique Peña Nieto, la aparición con vida de los alumnos.
«Somos una sociedad acostumbrada a vivir debajo de la pirámide y creer que si se cambia la cabeza cambiará el resto, pero estas movilizaciones están demostrando que si se cambia la base, la parte de arriba tendrá que transformarse», indicó.
La indignación y la desconfianza generadas por las «autoridades corruptas», que se apoderan en los últimos meses de gran parte de la sociedad mexicana han impulsado a las propias familias a recorrer los montes en busca de fosas, explicó.
«La sociedad se está haciendo cargo de la impartición de justicia, lo que repercutirá en el futuro», indicó Cacho, quien confesó que ninguno de los líderes socialistas actuales -que calificó como «iguales o peores» que el dirigente del Partido Revolucionario Institucional (PRI)- podría tomar las riendas del país.
Para Cacho, la única esperanza para construir un «Estado de derecho» es la intervención de la Unión Europea, entidad que, según dijo, ya está poniendo presiones a México y que puede forzar cambios en el país.
A sus 51 años, la autora de libros como «Los demonios del Edén» (2005) y «Esclavas del Poder» (2010), en los que denunció redes de pornografía infantil y de explotación sexual de mujeres, acudió el pasado octubre al Comité de Derechos Humanos de Naciones Unidas para denunciar los abusos de poder que ha sufrido desde entonces.
«No voy a Ginebra a obtener justicia para mí, sino a tratar de explicar el contexto en el que el país se ha ido descomponiendo y qué actores políticos son los responsables», confesó.
Este es el primer caso en el que una periodista mexicana, a título particular, acude a este órgano con un caso relativo a la libertad de expresión, por el que Amnistía Internacional pidió en 2012 a las autoridades de sus país que garantizasen su seguridad.
«Mi caso engloba violencia de género, tortura, tentativa de homicidio, explotación infantil, trata de niños y niñas y corrupción del Estado», reveló la escritora que acaba de publicar «Sexo y amor en tiempos de crisis», con el que cambia totalmente su registro.
Según la periodista, el Estado y sus colaboradores, la prensa que publicó «montañas de cadáveres» en sus portadas han normalizado la violencia y la tragedia de la guerra del narcotráfico, que al día de hoy se ha cobrado la vida de más de 100.000 personas, dijo.
En este sentido, reflexionó sobre el papel de la mujer en procesos de justicia social y, en particular, opinó sobre Colombia, país que enfrenta un conflicto armado desde hace más de 50 años, en el que consideró que el proceso de paz está siendo impulsado principalmente por «las mujeres víctimas de la violencia».
«La violencia de género es la única de todas las violencias sociales en el que la propia víctima tiene que educar a su victimario», puntualizó.