martes, 25 de junio de 2013
Mario Hernández, diseñador colombiano y filántropo

Bogotá. Laura BARROS.SudAmericaHoy/Efe

Arduo trabajo sin desperdiciar una sola oportunidad. Esta es la vida de Mario Hernández, diseñador colombiano que ha impuesto su moda en el cuero dentro y fuera de su país. A los 72 años sigue innovando con propuestas atrevidas que dejan atónitos a los más vanguardistas.

Moda pero también un modelo de negocio que no deja indiferente y que le ha permitido crecer, promover talento e implementar programas sociales para sus centenares de empleados. «Nos estamos preparando para perdurar», resaltó sobre sus planes inmediatos de abrir más mercados.

Mario Hernández tiene 55 tiendas en Colombia, Aruba, Costa Rica, México, Panamá y Venezuela; este año comenzará a distribuir productos a Rusia y en 2014 abrirá tienda en Miami, sin dejar de lado sus planes en Ecuador, Chile y Perú. Huérfano de padre a los 10 años y con apenas un título de bachiller, Mario Hernández nació en Capitanejo, en el departamento de Santander (noreste), y su historia es de aquellas que tristemente se repiten en muchas zonas de Colombia afectadas por la violencia, pero en la que la constancia y la pasión han marcado la diferencia.

«Así como mi Dios te pone los problemas, te pone las soluciones en el camino», aseguró este hombre visionario que sigue atendiendo personalmente el negocio. Cuando tenía siete años, su padre, entonces dirigente político, decidió trasladarse con su familia a Bogotá a raíz de la violencia que azotaba a Santander; tres años después su papá falleció y su madre quedó a cargo de cuatro hijos: «yo soy el mayor de todos», explicó.

«Mamá se inventó el sistema de vida americano, o sea, tomaba casas grandes y arrendaba piezas a familias, los inquilinatos, así como en las películas de Cantinflas (…) y ahí vivíamos», recordó sobre esos años, en los que ya fabricaba y vendía soldaditos de plomo y pendones para fiestas.

A los 14 trabajaba como mensajero, a los 21 administraba una tienda y poco después puso en marcha su propia oficina de finca raíz: «He montado cafés conciertos, restaurantes, panaderías, montones de negocios», relató para confesar que fue la marroquinería lo que le terminó cautivando.

A finales de los años 70 creó Marroquinera S.A., viajaba por el mundo, acudía a ferias y ya había organizado al gremio del cuero en Colombia; en los noventa dio el gran salto al abrir una tienda en Nueva York, negocio en el que perdió la inversión pero que lo terminó catapultando al éxito. Ahora considera que aquella aventura empresarial fue su «mejor MBA», ya que el fracaso lo compensó con la experiencia.

Y así surgió la marca Mario Hernández, la que hoy, además de carteras o bolsos, comercializa zapatos, accesorios, maletas con diseños que no pasan desapercibidos, con la que apostó por crear un estilo de vida nuevo en torno a sus productos.Pero además tiene una visión única de desarrollo, más allá de las ganancias que reporta su marca, de cuyas  cifras prefiere no hablar: «yo en lugar de gastarme un ‘tiquete’ en primera clase, prefiero esa plata compartirla con mi gente», indicó.

Tiene claro que no quiere imitar a Rico McPato, el personaje de Walt Disney, atesorando monedas y más monedas, actitud que le ha permitido implementar un programa de bienestar social para sus empleados con ayudas dirigidas a la adquisición de vivienda e incentivos a la productividad.

Todos sus trabajadores con más de cinco años en la empresa tienen casa propia: «el Gobierno da un auxilio, ellos ponen los ahorros, un préstamo, nosotros le damos otra plata y le tramitamos el auxilio», detalló. Su otra labor es buscar talentos y para ello creó una escuela de formación y un premio de diseño.

El reconocido empresario se muestra optimista sobre el proceso de paz entre el Gobierno y las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). La guerrilla, «ha perdido credibilidad en el mundo y en el país no son los Robin Hood que pensábamos», sostuvo.»Lo que sí tenemos que hacer es, todos los empresarios, acogerlos y darles trabajo», afirmó, convencido de que la paz atraerá desarrollo y oportunidades.

Incluido en la lista de emprendedores de alto impacto de la fundación Endeavor, Hernández es un convencido de que sólo «con educación, pasión y perseverancia» se sale adelante. «Llegar lejos para cualquier persona -un buen abogado, un buen médico, un buen ingeniero, un buen artista- requiere de mucha disciplina», advirtió, al subrayar la importancia de prepararse para competir en un mundo globalizado.