El pasado domingo 31 de mayo terminó un mes plagado de violencia, turbulento, tormentoso en todos los sentidos, con la «Marcha Silenciosa por la Paz en Jalisco y México».
En la Ciudad de México, inició a las diez de la mañana en el Monumento a la Independencia y culminó al filo del mediodía en el Monumento A Los Caídos, ubicado en el campo Marte y ante el cual se rindió sentido homenaje a los soldados, marinos y policías federales, fallecidos cumpliendo su deber, en la lucha por preservar la seguridad interior y la soberanía del país. Respuesta de una sociedad civilizada que rechaza la violencia.
En esta misma fecha se dio el cierre de campañas políticas, envueltas en diversas expresiones de violencia.
Los partidos y candidatos independientes culminaron con señalamientos del Instituto Nacional Electoral por haber violado las leyes de la materia y de ser sancionados sin excepción, las multas más altas fueron aplicadas con montos que no tienen precedente.
El consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, sentenció:
“Los partidos han jugado al límite, estamos hablando de hechos inéditos, nunca se habían impuesto —particularmente a un partido— tantas multas, tantas sanciones económicas durante el proceso electoral.”
Estas elecciones decidirán
mas de dos mil posiciones públicas, diputados federales, locales, alcaldes, jefes delegacionales y gobernadores.
Las campañas sucias en las que nadie gana, se sustentaron en el denuesto, el insulto, las comparaciones odiosas entre partidos, judicialización de sus excesos; resaltaron las pobrezas morales y miserias éticas de los contendientes, defectos reales o inventados de los candidatos, la calumnia y la difamación encubierta o franca, medias verdades o mentiras manipuladas, fueron las divisas de esta jornada.
Propuestas políticas obsoletas, repetitivas y desgastadas, una ausencia notable de ideas frescas, pro positivas, constructivas, el mérito de unos se basan en los defectos de otros, comparaciones chocantes, violencia desbordada, causan temor, incredulidad, desconfianza y hartazgo en el electorado.
El llamado para no votar o anular el voto, son ataques a la democracia, que minan la libertad de expresión ciudadana para elegir a sus gobernantes.
Aun concediendo que la degradación a la que partidos, candidatos o grupos de poder han sometido este ejercicio ciudadano, este sigue siendo la mejor alternativa para un pueblo con vocación democrática.
Votar es una expresión de libertad, es un paso firme para vencer este ambiente adverso a las aspiraciones de una sociedad civilizada que se acoge al estado de derecho y que repudia la violencia.
El México Bronco al que se refirió Porfirio Díaz, hace mas de un siglo y que décadas después pidió Jesus Reyes Heroles no despertar, se ha tornado en un México bárbaro al que la gran mayoría de los mexicanos rechazamos. Unos pocos con absoluto desprecio por la ley, hacen uso de todo tipo de violencia para imponer su voluntad egoísta, interesada y contraria al bien común.
La irracionalidad de grupos que con extrema violencia, como el de los maestros de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, tratan de impedir las elecciones como método de presión y chantaje, para anular la implementación de la reforma educativa y regresar a su estatus parasitario, con detrimento de la educación de la parte más sensible y esperanzadora de nuestro país: la niñez y juventud de millones de mexicanos.
Como si fuera poco, a este clima político y social, hay que sumar el de la naturaleza con trombas, tornados, tormentas, ciclones y huracanes, que afectan como siempre a los mas necesitados y que tampoco encuentran en las elecciones una esperanza de cambio, muy entendible cuando su prioridad está en sobrevivir, pero que también genera una causa más de abstencionismo.
Así las cosas, los ciudadanos mexicanos (se calcula que menos del 50% del padrón electoral) iremos a las urnas el domingo 7 de junio próximo, para ejercer nuestro derecho y cumplir con la obligación de votar, en un ambiente enrarecido y poco alentador.
Hay espacio y tiempo, con espíritu republicano y apostando a la democracia podremos alcanzar la paz y la legalidad.
El voto es libre y secreto, ejercerlo es nuestro derecho como ciudadanos y obligación como sociedad.