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Discurso de Gabriel Boric
El Bronco Jaime Rodríguez
Por Federico PONCE ROJAS, para SudAméricaHoy
Fotos. Agencia Efe
La democracia en el mundo ha sufrido una enorme transformación y hoy el poder ciudadano arrebata a los partidos políticos tradicionales el control de los Estados nacionales y reivindica las demandas populares. La democracia es más participativa, transparente y el voto es un instrumento fortísimo de expresión de la nueva voluntad ciudadana.
México y España son claros ejemplos de renovación democrática a través de la crisis de sus sistemas de partido. En ambos casos el empoderamiento social rebasó las estructuras tradicionales de los institutos políticos y abrió la posibilidad de que candidatos independientes puedan gobernar o legislar.
En el caso ibérico, los últimos comicios representaron una revolución silenciosa que trastocó el bipartidismo español desde su transición a la democracia en 1978.
El Partido Popular y el Partido Socialista Obrero Español dejaron de ser las únicas opciones para el votante y la alternancia tuvo nuevos rostros. Existe un común denominador en la lucha contra el bipartidismo: acabar con la corrupción, el nepotismo y el abuso del poder. La derecha representada por el Partido Popular enfrenta el rechazo nacional por sus políticas de austeridad y la corrupción.
Frente al altar de su hijo muerto
Las nuevas caras de la democracia en España surgen de un justificado rechazo social a los programas gubernamentales. Los demócratas que arriban enarbolan las banderas de la asistencia a los sectores más afectados por la crisis y el poner fin a los desahucios.
En México sucedió un caso similar. El pasado 7 de junio el sufragio ciudadano fue la voz de la democracia. El voto de castigo y las candidaturas independientes se alzaron con el triunfo.
El 8 de junio amanecimos con una nueva geografía política y un cambio en la correlación de fuerzas. La pasada jornada electoral demostró la crisis profunda de nuestro sistema pluripartidista. La amenaza de que la alternancia se redujera a un bipartidismo o el un mejor de los casos al reparto de las posiciones entre tres fuerzas políticas, se transformó en el arribo de nuevas opciones y la urgencia de que los partidos políticos revisen su papel en la nueva democracia mexicana.
Sin violencia, los mexicanos sufragamos para elegir a nuestros representantes populares. Con visiones encontradas, los analistas destacan varios aspectos: una participación mayor a la esperada, la ineficacia de la absurda campaña para anular el voto, la recomposición de las fuerzas políticas, el retroceso del PRD y el PAN, la mayoría del PRI en la Cámara de Diputados y el surgimiento del partido de Andrés Manuel López Obrador, MORENA, como controladora de la Asamblea Legislativa del Distrito Federal y como partido gobernante en cinco delegaciones en la Ciudad de México.
Pero se presenta, al igual que en España el fenómeno de los candidatos independientes, los cuales representan una nueva opción para los sufragantes. En el viejo continente, arribaron al poder ciudadanos como Manuela Carmena, nueva alcaldesa de Madrid, Ada Colau, edil de Barcelona o Joan Ribó, munícipe de Valencia quienes tienen como común denominador el activismo en contra de la crisis económica, los desahucios, el programa de austeridad, la corrupción, el abuso de poder, el nepotismo y la urgencia de un cambio para regenerar la democracia.
Manuela Carmena, alcaldesa de Madrid
En México se presentó un suceso similar: se fraccionó la izquierda, por primera vez un partido político que participa en su inicial competencia electoral logra convertirse en la primera fuerza política en el Distrito Federal y triunfan candidatos independientes a una gubernatura, a presidencias municipales y a diputaciones. Todos ellos tenían como bandera el combate a la corrupción, al nepotismo, al abuso del poder y esa urgente necesidad de que la sociedad civil sea escuchada y vea materializadas sus propuestas para satisfacer sus demandas.
En las pasadas elecciones se ponderó más al candidato que a los partidos; el sufragio efectivo abrió las puertas de la democracia, la alternancia, la pluralidad y por primera vez a las candidaturas independientes.
Ada Colau con el bastón de alcaldesa de Barcelona
Sin embargo no hay que perder de vista que los candidatos independientes no lo son todavía tanto. En España los nuevos rostros de la democracia tuvieron el respaldo de alianzas y partidos políticos como EQUO (ecologistas), el PESOE (socialistas), La Plataforma de Afectados por la Hipoteca, Compromis (nacionalistas y verdes), Podemos, Mareas Atlánticas (Galicia) y otras coaliciones de izquierda.
En México, el Bronco, Jaime Rodríguez militó por 20 años en el PRI y estuvo apoyado por los grandes capitales de Monterrey. Pedro Kumamoto nuevo diputado local en Jalisco estuvo respaldado por gente egresada de centros escolares jesuitas.
Como vemos la independencia no es todavía completa pero si representa una nueva forma de expresión democrática que puede canalizar el descontento social y proponer nuevas formas de gobernabilidad. Bienvenido este nuevo rostro de la democracia y la libertad.
Apostilla. Curioso que ahora que soplan nuevos aires en España, el pueblo valora la imagen de la monarquía. Una encuesta realizada estos días catapulta la popularidad del Rey Felipe VI y aprueba su función política para mejorar la imagen de la Península Ibérica.