lunes, 28 de octubre de 2013
Argentina, cambio de época

sudamericahoy-columnistas-jose-vales-bioPor José VALES

Por aquí abajo no sobra casi nada. Mucho menos la
felicidad, por eso los pueblos generan líderes capaces de crear
ministerios para administrarla mejor que el petróleo y la soja y hasta
generarla con la misma eficacia que se genera la inflación y la
inseguridad. Al presidente, Nicolás Maduro, no le tembló la quijada
cuando hizo el anuncio. Pero logró que en todo Sudamérica vuelva a
preguntarse, como en aquella ocasión de los pajaritos que le hablaban,
si lo suyo no hubiese sido el “stan-up” o la comicidad, antes que la
política. Pero para eso existen las revoluciones, para lograr lo
imposible.

Y lo que parecía imposible comenzó a concretarse ayer y en las urnas.
Pocos gobiernos, como el de los Kirchner en Argentina, había amasado a
lo largo de una década tanto poder. La presidenta, Cristina Kirchner,
había sido reelecta en el 2011 con el 54 % de los votos, que terminó
dilapidando en función de un estilo de gestión, y de no escuchar el
clamor de la calle. La derrota que supo construir en todo el país,
donde perdió 26% en dos años, no aparece tanto como mérito de su ex
jefe de Gabinete, Sergio Massa, que en cuatro meses logró vender la
idea de una renovación generacional, ni de una oposición que siempre
fue funcional a sus designios. Sino a los propios errores del
Gobierno. Tal vez, uno de ellos fue el no haber creado un ministerio
de la Felicidad. Al menos para crear la sensación de que existe y es
posible alcanzarla.

Con Cristina aún convaleciente, pero ya dando algunas órdenes, todo
cambió desde anoche. Un Sergio Massa, ganador indiscutible,
advirtiendo que va traspasar los límites de la provincia de Buenos
Aires, para llevar su mensaje. Que no es otro que el de un candidato a
la presidencia, con un Mauricio Macri, tan ganador como Massa, lanzado
abiertamente a la campaña presidencial, a sabiendas que justamente
Massa, es el que más le peleara la clientela política. Seducen y se
dirigen a la misma franja electoral. Ahí mal herido quedó el
gobernador, Daniel Scioli, quien sueña con ser el candidato de
Cristina Kirchner. Algo que anoche pareció esfumársele cuando vio como
el gabinete de ministros en pleno y sobre el escenario, hizo un enlace
con otro gobernador del Chaco, Jorge Capitanich, a quien en el
kirchnerismo ven como el delfín de la señora. La cara de Scioli lo
decía todo. Ahora deberá pelear una interna dentro del Peronismo para,
recién poder pensar si se medirá con Massa, Macri y los que se anoten
por fuera de la derecha y del peronismo. Ellos son el socialista
Hermes Binner en un conglomerado que va desde Elisa Carrio y el ex
vicepresidente, Julio Cobos, hasta otras expresiones de
centroizquierda.

La carrera por la sucesión en Argentina ya comenzó, pero todos los
parámetros indican que con los mismos vicios de estos 30 años de
democracia que se cumplen este miércoles y que representan el período
más largo de libertades que el país haya conocido en su historia. Tres
décadas después de aquel momento histórico, los desafíos económicos y
sociales siguen siendo casi los mismos. En estos días el Gobierno
deberá tomar decisiones contundentes en materia económica para
frenarla inflación y la disparada del dólar. Incluso la posibilidad de
un cambio de Gabinete que la presidenta debería decidir una vez que
regrese de su período de reposo obligatorio, en por lo menos, dos
semanas.

A veces los cambios son necesarios. Eso es lo que la presidenta nunca
quiso entender a tiempo,  Ahora deberá ejecutarlos para salvar estos
dos años de transición, frenar la diáspora de dirigentes hacia las
filas de Massa y conservar lo que le queda de poder.

Puede mirar en el espejo de Michelle Bachelet, si tiene un rato. La ex
presidenta chilena, quien en poco menos de tres semanas intentará
convertirse en la primer mujer chilena en ocupar dos veces la
presidencia, presentó un programa de Gobierno, que en algunos puntos
está en las antípodas de lo que fue su gobierno, pero más apropiado a
lo que fue su historia personal.

Allí propone, un cambio de la Constitución, una reforma educativa
integral, un nuevo sistema electoral y discutir el matrimonio
igualitario. Sabe que tiene una oportunidad única de hacerlo ahora que
ya no quedan ataduras de ninguna índole con el pasado, salvo las
figuras que se enfrentan en las urnas. La de ella y la de su amiga de
la infancia, Evelyn Matthei, hija del comandante en jefe de la Fuerza
Aérea en tiempos de Pinochet, general Fernando Matthei.

Cristina, como antes su esposo, tuvieron la oportunidad de cambiarlas
estructuras del país, ya que gobernaron bajo el imperio de la mejor
coyuntura económica para el país desde la segunda guerra mundial. El
problema fue que no pudieron, no quisieron o no supieron como hacerlo
(trabajo para los historiadores) y ahí está la Argentina, otra vez a
merced del peronismo que por los nombres que baraja para la sucesión,
como los de Massa, Scioli o el de José Manuel de la Sota, todos lejos
de cualquier cosa que pueda llamarse izquierda, demuestra que el
movimiento como decía su creador Juan Perón “es amplio, pero
principalmente que ya entendió que es inminente el cambio de época».