martes, 27 de abril de 2021
«Argentina, contexto político semanal», por Roberto STARKE/Kike BORBA

Por Roberto STARKE/Kike BORRAS

«El presidente Alberto Fernández tiene dificultades importantes con su comunicación: en lugar de ser una herramienta de apoyo, comienza a convertirse en un problema. Sin una estrategia apropiada, se expresa en forma confusa, contradictoria y últimamente agresiva. Esto evidencia que está solo, que su debilidad política se acentúa y que sus propios aliados tienen cada vez más dudas sobre su capacidad de supervivencia en el poder.»

LA LUCHA ENTRE NACIÓN Y CIUDAD INSTITUCIONALIZA «LA GRIETA»

El enfrentamiento del presidente Alberto Fernández con el jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, HoracioRodríguez Larreta, en la última semana, evidencia que necesita buscar un adversario. Se equivoca al elegirlo porque Rodríguez Larreta huye de la confrontación y tiene la virtud de que, incluso enojado, no pierde su estilo contemporizador y dialoguista.

Sin buscarlo, el presidente quedó en la peor posición dentro del tablero político: la opinión pública percibe que sus decisiones son contrarias a la educación, y sólo secundariamente, medidas sanitarias para bajar el nivel de contagios.

Este enfrentamiento puso a Rodríguez Larreta en el primer plano opositor y fortaleció su liderazgo dentro de la coalición de Juntos por el Cambio, donde tanto el ex presidente Mauricio Macri como la ex ministra de Seguridad, Patricia Bullrich, quedaron algo relegados y no tuvieron más alternativa que salir a apoyar al jefe de Gobierno.

Además, este conflicto le permite a Rodríguez Larreta posicionarse en temas cruciales como la educación y la salud, donde se hace fuerte. En cambio, Fernández opta por una lucha política e ideológica, con una agenda que está lejos de las prioridades de la gente común, y sólo parece destinada a satisfacer a sus militantes.

Horacio Rodríguez Larreta desafía ahora el poder centralizado y concentrado del kirchnerismo, pero debe seguir fortaleciendo su perfil de político que “cuida a la gente” para poder ser percibido como el “capitán de los pacíficos”. La incógnita es si logrará mantener ese equilibrio a lo largo del tiempo, lo que no es sencillo.

Aún falta mucho para las elecciones del 2023 y antes tiene que superar las próximas elecciones de medio término que, al parecer, serán postergadas al mes de noviembre. Sin embargo, Rodríguez Larreta va a procurar conservar el equilibrio entre el Jefe de Gobierno que gestiona y el político hábil que representa los valores de su electorado. Todo manteniendo su perfil de hombre potencialmente presidenciable para dentro de dos años y medio.

El Gobierno de la Ciudad intenta llevar tranquilidad a la población sobre la pandemia, no solamente en las palabras del ministro de Salud, Fernán Quirós, sino en la de muchos otros colaboradores. Como contrapartida, el Gobierno nacional y el de la provincia de Buenos Aires están anunciando una catástrofe sanitaria tensando el clima social. El mismo ministro de Seguridad bonaerense, Serio Berni, insistió en un programa que deberíamos ir al cierre total.

Habría que ver si estas diferencias están relacionadas con la evolución de la pandemia. La duda tiene una respuesta política, antes que sanitaria. Horacio Rodríguez Larreta busca consolidar su perfil moderado y llevar esperanza a los sectores medios. En cambio, el gobierno nacional y el provincial buscan acentuar la excepcionalidad, lo que significa más poder con una mayor concentración. Esto se traduce en un recorte de libertades que, para algunos, da sensación de control social y político.

EL AVANCE DE AXEL KICILLOF SOBRE EL GOBIERNO

Por su parte, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof, avanza en la estructura de poder central y controla cada vez más decisiones políticas y económicas del Gobierno. No es relevante ahora si lo hace por iniciativa propia o de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Lo cierto es que su significativo avance le marcó la agenda al presidente y lo coartó en sus movimientos políticos.

Detrás de Kicillof, los gremios docentes y la militancia aplaudieron la decisión del presidente de cerrar las escuelas pero los gobernadores tardaron en reaccionar. El ministro del Interior, Eduardo “Wado” de Pedro y el ministro de Obras Públicas, Gabriel Katopodis, debieron llamar a cada uno de los mandatarios provinciales para que salieran a respaldar al presidente. Sólo lo hicieron algunos, desordenadamente y con apoyos de diferente tono.

Surgió también un nuevo factor de discordia: los movimientos sociales, más conocidos como “piqueteros”, emitieron un documento en el que subrayaron los problemas de las clases virtuales. En los barrios populares sólo tiene acceso a la tecnología el 14% de la gente. El Gobierno tomó nota, teniendo en cuenta lo que significa una fuerza política tan importante dentro de la coalición oficialista.

LA MONEDA DE GUZMÁN GIRA EN EL AIRE

En tanto, el ministro de Economía, Martín Guzmán, concedió reportajes a los diarios Clarín y La Nación el fin de semana pasado, donde no explicitó demasiado sus planes concretos sino las vicisitudes de su viaje. Dijo que confía en que el Club de París analizará el pedido de postergación de pagos de la deuda e insistió en que, para ello, “es imperioso dar señales de un acuerdo con el Fondo Monetario Internacional (FMI)”. Más allá del mensaje para el estabilshment, el ministro no descarta buscar algún tipo de apoyo en la coalición opositora y, fundamentalmente, tratar de hacer entender al kirchnerismo duro y a Cristina Fernández, que si no se cumplen algunas de las exigencias del FMI la posibilidad del default está muy cerca.

Cabe analizar con qué apoyo político cuenta Guzmán. Sin duda, tiene el respaldo del presidente pero, lamentablemente, hoy eso significa poco. También tiene algún tipo de diálogo con sectores kirchneristas, los gobernadores y parte del sindicalismo. Y en esos ámbitos trata de explicar que es necesario tomar ciertas medidas claras, para que el programa económico comience a ejecutarse.

Para Guzmán, al menos habría que prometer en un principio determinadas acciones que le permitan al Gobierno fortalecerse o, de alguna forma, mostrar cierta credibilidad al organismo internacional.

El frente interno es lo que más le preocupa al ministro de Economía. Los acreedores internacionales ya le hicieron saber: sin acuerdo con el Fondo, el futuro es incierto.