jueves, 10 de julio de 2014
Argentina gana en Brasil y pierde en casa


Carmen pequeñaPor Carmen DE CARLOS para SudAméricaHoy (SAH)

Entre sonrisas y lágrimas Argentina celebró su victoria sobre Holanda. De norte a sur millones de argentinos se unieron con, quizás, lo único que logra unirles: El deseo de tener una tercera copa del Mundo. El país gritó de felicidad (siempre hay excepciones). Había que alzar la voz en la cancha y fuera de ella. Así fue y así volverá a ser el domingo porque su selección, aunque perdiera con Alemania, ya ganó en Brasil.

No se puede decir lo mismo de su Gobierno y del país en otros terrenos de juego. En el de las finanzas y la política, Argentina encaja goles por todas partes. Los maquilla con mejor o peor fortuna pero, como el que le anularon a Gonzalo Iguain, goles son y estos sí cuentan.

Para empezar, la losa de la deuda pendiente con los acreedores –fondos especulativos y personas físicas- que no aceptaron su reestructuración por considerarla abusiva, cada día se hace más pesada. El tiempo juega en contra y el vencimiento para no volver a caer en cesación de pagos se termina el última día de este mes.

El sentido común invita a pensar que el Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner pagará/negociará antes bajo el paraguas que el juez Thomas Griesa les abrió allá por el 2012. En el entre tiempo, el Ejecutivo derrocha recursos en grabar vídeos con artistas (incluido el ex juez Baltasar Garzón) y anuncios de autobombo para emitir –como hizo hasta ahora- durante los partidos en la cadena oficial.

El relato de exaltación “nacional y popular” responsabiliza a los “buitres” de un hipotético “default” y no al propio Gobierno que tiene la llave y la cerradura –aceitada por los “buitres”- para evitarlo. Los encargados de la comunicación “K” también muestran en TV la cosecha de apoyos de países que claman contra la inmoral existencia de usureros carroñeros que se alimentan de los desechos que dejan gobiernos inescrupulosos. Pero todos saben que Argentina tiene que pagar y ninguno, ni siquiera Venezuela, se anima a decirle lo contario.

Este Gobierno (el de él y ella) fue el que colocó, por decisión propia, la soga al cuello de Argentina al introducir la cláusula RUFO (Rights Upon Future Offers) en su extraordinaria reestructuración del 2005 y 2010 (algunos perdieron hasta el 65 por ciento del valor nominal de los bonos). Nadie le obligó a imponerse a sí mismo esa obligación y establecer que hasta diciembre del 2014 todos sus acreedores tendrían derecho a reclamarle el mismo dinero de aquel que fuera mejorado por fuera del canje. Pero esa parte de la historia le conviene dejarla en la sombra alargada del ala de los fondos, dispuestos a tenderle puente de pago con fecha 2015.

En el campo de la política interior el escenario es esperpéntico pero la mecánica de funcionamiento de la Presidenta es similar. El vicepresidente colecciona demandas (una decena en lista de espera) y, de momento, un procesamiento por –entre otras razones- apropiarse indebidamente de la imprenta de donde salen millones y millones de pesos. El vicepresidente, Amado Boudou, no renuncia ni pide licencia pero no puede, como es su obligación, presidir las sesiones del Senado porque hay riesgo de estampida o abucheo. Hay que verlo para creerlo. El hombre, que debe saber demasiado, está obligado a reemplazar a la presidenta en ausencia de ésta o por enfermedad y ahora está más blindado que nunca.

Su mentora le puso en primera línea y hasta le dio luz verde para pronunciar un discurso durante los actos de la independencia de Argentina. Lo hizo pese al asombro de los suyos y de los otros. Lo hizo sabiendo que el próximo procesamiento es por falsedad de documentos de un automóvil que quería dejar fuera del divorcio. Lo hizo, ella también lo hizo, cuando se declaró oficialmente muda un par de días antes de la victoria contra Holanda, el mismo 9 de julio, día de la independencia.

La provocación no tiene límite y el golazo en propia puerta tampoco. Eso sí, la versión oficial defiende la inocencia del procesado y atribuye sus desgracias a una trama conspirativa de medios de comunicación. La sombra de los buitres sobre vuela de nuevo en una final incierta pero Argentina, igual, pierde en casa.

Publicidad de YPF y la selección