jueves, 20 de agosto de 2015
Argentino Tolcachir reflexiona sobre la comunicación y la soledad en «Dínamo»

Mar Centenera
Buenos Aires, 20 ago (EFE).- El niño «patológicamente tímido» que fue Claudio Tolcachir en su infancia se ha convertido en uno de los referentes del teatro independiente argentino. En «Dínamo», la obra que presentará el próximo octubre en España, invita a espiar, dentro de una caravana, una historia de comunicación y soledad.
«Es una obra que creo que vengo escribiendo hace muchos años, porque vengo encontrando anotaciones viejas, ideas de un teatro que espía a personajes como uno espía a un vecino por la ventana», dice Tolcachir en una entrevista con Efe en su casa de Buenos Aires.
«A través de sus acciones, objetos, de su ropa, elementos, uno va descubriendo quién es. Esta es la idea primaria de Dínamo, más que que te cuenten una historia, descubrirla, espiarla, como un voyeurista», continúa.
El espectador se asoma al interior de una caravana en la conviven, casi sin verse, tres mujeres. Cada una, con su propio código de comunicación: una usa un lenguaje inventado, la otra se expresa a través de la música y la tercera habla sin que sus palabras le sirvan demasiado.
También son tres los directores, ya que Tolcachir compartió esta vez el trabajo con Melisa Hermida y Lautaro Perotti.
«Es una obra sobre la soledad y sobre la comunicación entre los personajes. Entre personajes que están un poco fuera del mundo en esa caravana lejos de la ciudad. Se trata de un elemento que está hecho para moverse y está quieto. Y ellas también están un poco quietas en mitad del camino, un poco atadas en el pasado, un poco temerosas del futuro», describe.
Aunque sucede lejos de la ciudad, Tolcachir la considera una creación «urbana» por transmitir «algo de la locura de la ciudad de estar en un edificio y ver tanta gente sola cocinándose y armando su mundo».
«En todas mis obras hay un punto en común: son personajes que quedan un poco fuera de una vida exitosa, normal. Mis personajes están un poquito fuera mirando para ver cómo hacen los otros para ser felices tan fácilmente y ellos no pueden», indica.
Asegura que le conmueve y necesita hablar de «un mundo que avanza y deja fuera a mucha gente», pero en sus creaciones da a los personajes una oportunidad: la mayoría acaba descubriendo que su propio mundo, lejos de los parámetros de los de los demás, es interesante también.
Las similitudes con sus anteriores trabajos terminan ahí. «Dínamo» se distancia de la palabra y el texto que sobresalían en «Tercer Tiempo» y «Emilia», entre otras, y opta por «el silencio, los cuerpos, las imágenes y las acciones» para sostenerla.
También la luz, la escenografía y la música en vivo marcan distancias respecto a su producción anterior.
«Mi deber es cambiar de libreto. Cambiar a terrenos nuevos, no sentirse prisionero de lo que alguna vez funcionó y ponerse en riesgo», asegura.
El teatro fascinó a Tolcachir desde niño, cuando cada obra que presenciaba junto a sus padres le generaba una profunda envidia por los actores.
«A mis padres les resultaba rarísimo que un niño patológicamente tímido tuviera ganas de estar en un escenario y que todos lo miren, de gritar fuerte. Pero suele ser así», dice.
Frente a su experiencia en la escuela, donde sentía que no encajaba y le fue «muy mal», al empezar a estudiar teatro dejó de sentirse «un bicho raro».
«Creo que me salvó la vida», sentencia.
Comenzó como actor, pero desilusionado ante la espera de la llamada de un director, se lanzó a crear proyectos junto a sus amigos, con quienes fundó el espacio teatral Timbre 4 en mitad de la grave crisis económica que sacudía Argentina en 2001.
Allí se estrenó también como dramaturgo con «La omisión de la familia Coleman», su multipremiada obra sobre una familia disfuncional con la que conquistó no solo al público argentino sino también al extranjero y que fue el puntapié para un éxito teatral tras otro.
«La omisión…» le llevó por primera vez a España en 2007, pero ha regresado a ese país con cada una de sus piezas posteriores, como se dispone a hacer el próximo octubre con «Dínamo», en una gira que le llevará por ciudades como Girona, Vitoria y Logroño.
«En todo este tiempo vi un cambio muy grande», apunta.
Cree que la crisis propició una renovación de la escena española y la aparición de una gran cantidad de grupos, directores y actores muy interesantes.
Sin embargo, advierte que «el Estado no puede deshacerse de la cultura» y subraya que el trabajo independiente no puede funcionar como bandera «para que le quiten los apoyos y los subsidios al teatro español».
Mientras espera el inicio de la gira española, Tolcachir combina la dirección con la docencia, mientras sigue observando a quienes le rodean en busca de inspiración para nuevos personajes a los que dar vida.