EL VIDEO
Discurso de Gabriel Boric
Por Silvina FRYDLEWSKY, para SudAméricaHoy
En 1984 el Parque Nacional Iguazú fue declarado Patrimonio de la Humanidad por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) para la preservación y difusión universal de su importancia natural y cultural excepcional para la herencia común de la humanidad. Escribir y leer de corrido la distinción requiere buenos pulmones pero el esfuerzo, después de haberlas disfrutado, merece la pena. No hay nada sobre la tierra -aunque hablemos de agua- que se pueda comparar a este escenario.
El 11 de noviembre de 2011 las Cataratas del Iguazú fueron seleccionada como las Nueva Maravilla Natural del Mundo, en una votación mundial organizada por la Fundación suiza New Seven Wonders, calificación que comparte con otros seis destinos del globo.
Las cataratas del Iguazú (en portugués: cataratas do Iguaçu) se localizan sobre el Río Iguazú, en el límite entre la provincia Argentina de Misiones y el estado brasileño de Paraná. Están totalmente insertadas en áreas protegidas; el sector de la Argentina se encuentra dentro del Parque Nacional Iguazú, mientras que el de Brasil está dentro del Parque Nacional Do Iguazú (parece lo mismo pero no lo es). Con justicia y después de poner a prueba la paciencia de los argentinos y brasileros fueron elegidas como una de las «Siete maravillas del mundo».
Están formadas por 275 saltos, el 80 % de ellos se ubican del lado argentino. Un espectáculo aparte es el de mayor caudal -con 80 metros- y también el más alto: la Garganta del Diablo, el cual se puede disfrutar en toda su majestuosidad desde solo 50 metros. El camino forma parte de la experiencia y arranca con las pasarelas que parten desde Puerto Canoas, al que se llega utilizando el servicio de trenes ecológicos. Por este salto pasa la frontera entre ambos países. Se pueden realizar paseos en lancha bajo los saltos (para los que tienen el corazón intacto) y caminatas por senderos apreciando algunos animales de la selva semitropical. Así, sin prisa pero sin pausa, se descubren los secretos que están a la vista -y los ocultos- de una parte del continente que, merecidamente, acumula títulos por ser, sencillamente, como es: paraíso natural.