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Discurso de Gabriel Boric
Por Carmen DE CARLOS, para SudAmericaHoy (SAH)
La presidenta de Argentina se convirtió esta semana en la jefa de campaña de Sergio Massa, el hombre que amenaza con unir al peronismo y dejarla a “ella” fuera de juego.
La noticia fue una sorpresa para los dos. Para Massa, -Massita dicen que le llamaba Néstor Kirchner en vida- y para la viuda más poderosa del continente americano. Ninguno la esperaba ni la buscaba pero así son las cosas en Argentina. Los regalos, a veces, se hacen y se reciben sin querer.
Si hubo una lectura clara en las primarias legislativas del domingo, ésta fue que los argentinos están agotados de la tensión, los malos modos, la soberbia y otros pecadillos que se perdonan rápido cuando el bolsillo no cruje –como pasa ahora- con una inflación del 25 por ciento. El que no entendió esto es porque no quiso o “no pudo” que diría, comprensivo, un analista de diván.
Cristina Fernández de Kirchner sabrá cuál de estas razones la asiste para explicar su reacción del miércoles en una feria “nacional y popular” llamada Tecnópolis. Su intervención, dos días después de la votación, supuestamente en frío, produjo, inevitablemente, el efecto contrario al deseado por ella.
El desprecio con el que se refirió al electorado y a Massa (su verdugo en la provincia de Buenos Aires, donde vota un tercio largo del padrón), su victimismo con la prensa por no haber publicado que “ganamos en la Antártida” (sic), las ironías con el fútbol, -después de haberle reprochado a Christine Lagarde lo de la “tarjeta roja”– y la batería de dardos renovados contra la prensa crítica, los opositores y todos los que no miran a través de sus cristales, sirvieron en bandeja un espectáculo impropio de alguien con responsabilidades de Estado que, además, tiene en octubre un examen de reválida en las urnas.
Los argentinos, algunos, se lo tomaron con humor en las redes sociales. La burla, por no hablar del escarnio, que desataron las palabras de CFK, siglas por las que se conoce a la Presidenta, encendieron más los ánimos de una mujer que, en ocasiones, parecería no tener claro que el sur no es el norte. La cascada de “tweets” y algunas frases con las que se despacho la Jefa del Estado lo dicen todo. Bastan dos ejemplos de botón de muestra: “Please, no ofendan la inteligencia de la gente. No se hagan los giles que saben bien lo que dije” (sic) o la referente al voto,“La gente no tiene la culpa. Se da cuenta tarde… Siempre es tarde… Cuando perdieron el laburo o les bajaron el sueldo… Pero ya es tarde”.
Lo dicho, Cristina Fernández de Kirchner es la mejor jefa de campaña de su antiguo jefe de Gabinete. Y si no, al tiempo.