viernes, 28 de junio de 2013
Cristina Kirchner, los suyos y los otros

Por Ignacio PERALES, para SudAmericaHoy (SAH)

A la presidenta de Argentina se le pueden reprochar muchas cosas pero en ningún caso se le pueden adjudicar atributos como el de la pereza, la desidia o la resignación. Cristina Fernández de Kirchner tiene las horas contadas en la Casa Rosada. La fecha límite es el 2015, fin de su segundo mandato consecutivo y principio del de un presidente que, hoy por hoy, es un misterio.

A pesar de esto, la viuda con más “polenta” (energía) que haya pasado por la política argentina, continúa moviendo las piezas del tablero del poder y de las elecciones como si fuera eterna, en palabras de su máxima admiradora, la diputada Diana Conti. Ella quita y pone candidatos para las legislativas de octubre siguiendo un criterio propio que rara vez tolera el consejo o la sugerencia de otro. Su objetivo, según confesión de parte, es sostener «un proyecto de país» que baile de acuerdo a «la batuta del pueblo»

Para las primarias, un eufemismo para oficializar a sus elegidos en la convocatoria del 11 de agosto, -prueba piloto para las presidenciales- ha buscado en el depósito juvenil de La Cámpora y puesto en primera fila a Martín Insurralde, un joven alcalde de Lomas de Zamora, localidad de la provincia de Buenos Aires, donde se concentra el 37 por ciento del padrón electoral y junto con las de Santa Fe y Córdoba, inclina la balanza en cualquier votación.

El hombre, un perfecto desconocido, en un abrir y cerrar de ojos (de Cristina) está haciendo una carrera contra reloj para no defraudar a su jefa en las urnas. En el esfuerzo, le ayudan los medios de comunicación oficialistas y la Presidenta que está dispuesta, una vez más, a dar la batalla en un distrito clave donde los “K”, pese a la “década ganada”, no logran encontrar su espacio. La idea de que su cuñada, Alicia Kirchner, tuviera allí algún futuro tuvo que descartarse por falta de respaldo popular. Lo mismo le sucedió al ministro Florencio Randazzo, derrotado antes de participar, por la última tragedia de trenes.

En este contexto, el peronismo vuelve a jugar a varias bandas en sus diferentes versiones. Sergio Massa, intendente de Tigre y ex jefe de Gabinete de Cristina Fernández, parece ser el elegido por la presidenta y por buena parte de los medios de comunicación críticos, como el enemigo a batir. Entre todos, tratan de construir un candidato que está por ver que pueda dar la talla con su incipiente Frente Renovador, agrupación que, en teoría, aliña a los desencantados del “cristinismo”.

En otro rincón del ring electoral asoma Francisco de Narváez, también peronista, desembozadamente “anti K” y único en dejar en la cuneta de unas elecciones legislativas al ex presidente Néstor Carlos Kirchner. El señor medio coloradito, como se refirió a él la presidenta,  también es único en despilfarrar el capital electoral que había conseguido. Ahora, parece que se reincorpora con más entusiasmo y hasta tiene respuestas ingeniosas para “ella”. “!Usted siempre ve la mitad de la realidad! No soy medio coloradito. ¡Soy todo  colorado!», le respondió para aclarar que su cuero cabelludo es pelirrojo 100 por 100.

Con los herederos de Perón revueltos como gatos en el saco de  las elecciones, la oposición radical, la otra izquierda y algo muy parecido a la social democracia, hacen un frente común  y prometen, ellos sí, verdaderas primarias. También, candidatos de todas las familias y colores.

Entre tanto, la que lleva la voz cantante de la orquesta nacional y popular, es la presidenta que, aunque pierda -como anticipan los sondeos- , algo ganará porque lo que está en juego es la renovación parcial de las Cámaras, no su puesto.