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Discurso de Gabriel Boric
Por Clara RIVEROS, para SudAméricaHoy
¿Quién no pensó alguna vez en darle la vuelta al mundo, en dejarlo todo e ir en busca de lo desconocido? Probablemente, muchos lo imaginaron pero pocos se animaron. No resulta sencillo dejar el estado de confort que permite la cotidianidad aun cuando no sea ese un modo estupendo de vivir. Hasta la contestataria Calle 13 -agrupación puertorriqueña- mostró su lado más sensible y sutil en una clara insinuación a dejar la rutina, el trabajo, la oficina, para “conocer lo que hay después del mar”, entregarse al amor y darle la vuelta al mundo.
«Dame la mano y vamos a darle la vuelta al mundo», una frase adecuada para aproximar la experiencia que iniciaron los Atmani hace casi dos años cuando dejaron Casablanca en Marruecos. Desde allí se trasladaron a Bélgica para luego ir a Uruguay. Fue en Montevideo donde la familia inició la travesía por tierras sudamericanas, en una casa rodante en la que han recorrido los territorios de Argentina, Chile, Bolivia, Perú y Ecuador, hasta llegar a Colombia, donde se encuentran actualmente y permanecerán cinco meses más. Luego irán a Centroamérica y, desde México retornarán a Marruecos. Sí las condiciones lo permiten, cuando regresen a Marruecos, tratarán de conocer algunos países árabes, Asia y África.
La familia Atmani no es ajena a la coyuntura política y económica sudamericana, la siguen con interés y hablan con propiedad. Es lo que les ha dado la vivencia al transitar y recorrer cada país. También se expresan sobre temas políticos, históricos y de actualidad del Reino de Marruecos.
Malika (43) cuenta cómo la idea de este viaje rondaba a su esposo desde que lo conoció 15 años atrás. Cuando se decidieron a llevarlo a cabo lo hicieron plenamente conscientes de que querían un cambio de vida y ahora le muestran al mundo que cada individuo puede hacer lo que quiere, “quien quiere puede”, afirma Anouar (50). Lo más difícil de todo el proceso, observa, es tomar la decisión. Los recursos, planificar el viaje… Todo es importante pero el reto en sí mismo, lo que realmente cuesta, es asumir un cambio de vida con todo lo que esto implica.
Al consultar por el itinerario de viaje, Anouar se refiere a su interés en las relaciones Sur-Sur, pero explica que no es un plan fijo inamovible. Es más, llevan seis meses de retraso respecto a las cuentas iniciales. Sudamérica les tomó más tiempo del que estimaron. ¿Por qué visitar América Latina? Porque siempre estuvo en sus planes, querían conocer los países de habla hispana, su cultura y su gente. Además, sus hijos estudiaban en un colegio español y conocen este idioma aparte del árabe y el francés.
Malika era más renuente a este proyecto, ella quería la casa, los niños, la estabilidad, pero pasado el tiempo consideró que era el momento justo de asumir ese desafío y que sería favorable para la crianza de sus hijos porque les permitiría compartir todo el tiempo con Mehdi (10), Maya (9) y Meissa (11). Está segura de que los niños se han adaptado y tienen una valoración muy positiva de esta experiencia, para ellos se trata de promover valores que estiman necesarios para el desarrollo individual y el comportamiento en comunidad, también se trata de tomar conciencia en el manejo responsable de los recursos naturales que escasean, incluso, del valor del dinero. Las decisiones se toman en familia, precisa.
Anouar, un ejecutivo que trabajó para empresas multinacionales durante 25 años, no renunció a su sueño de juventud. Lo postergó para compartirlo con su familia, redimensionar los valores y las tradiciones del mundo árabe así como la optimización en el uso de los recursos. En el proceso aprendió a integrarse con otras comunidades, culturas, conocer nuevos lugares, interactuar con todos los sectores sociales de cada destino que los acoge, tanto en las provincias como en las ciudades.
Los Atmani visitan las autoridades locales, las principales instituciones, también algunas escuelas para conocer los modelos educativos e intercambiar experiencias. Para esta familia la educación les da grandes claves acerca de la idiosincrasia de las sociedades en América Latina, todo esto –consideran- aporta más elementos para la formación y aprendizaje de sus hijos.
No se trata de una aventura turística improvisada, es un proyecto donde la familia y la educación son primordiales. Como los niños no asisten a un colegio de forma presencial se implementó una disciplina de estudio a partir del modelo español de educación a distancia, reciben clases a través de una plataforma virtual y tienen tutores.
Sus padres acompañan y coordinan este proceso y al final de cada ciclo deben rendir exámenes presenciales en un Consulado o Embajada de España en el país en el que se encuentren para, de ese modo, ser promovidos al grado siguiente. El aprendizaje no se agota en la lectura de textos sino que tienen la posibilidad de vivir y asimilar otras culturas, conocer sus tradiciones, aspectos religiosos, étnicos e identitarios en el día a día.
Lo más impactante en términos visuales y de contacto con la naturaleza ha sido al sur del continente, entre Chile y Argentina, la Patagonia, “no imaginaba que cosas así podían existir”, relata Anouar. Él y su esposa dicen haber encontrado en las sociedades colombiana y argentina un alto nivel educativo, además de la amabilidad de la gente.
“Colombia es un país que te entra en el corazón directamente”, afirma Malika. Sobre Ecuador, coinciden, les resultó el país más tranquilo, tal vez, por ser tan pequeño. Malika va más allá, “es un tesoro”.
Para Anouar, Bolivia “es un viaje en el tiempo”, para su esposa se trata de un país de grandes contrastes culturales, un lugar al que se debe regresar para tratar de comprender lo que allí ocurre. El sur de Perú lo encontraron muy atractivo pero lamentaron no poder visitar Machu Picchu. Un hecho que no deja de llamar la atención a la familia Atmani son las grandes similitudes entre las comunidades autóctonas de los Andes y las marroquíes, en especial los bereberes.
Anouar no esconde la emoción al preguntarle si se siente feliz de cumplir su sueño de juventud. No desconoce su pasado, es consciente que le permitió muchas posibilidades, pero tiene claro que no quiere regresar a lo mismo. Ahora conocen otras formas de vivir, aprendieron a hacerlo y consideran que a partir del intercambio y la contribución con diferentes comunidades, se puede incidir, ser un factor de cambio.
Al final, para los Atmani, se trata de una búsqueda para ser mejores personas, superar estereotipos a partir del amor, la sabiduría y la tolerancia que aporta cada experiencia. De momento, esperan estar haciéndolo bien con sus hijos. “El amor es todo, es el motor”, concluyen.