Las historias que suceden en la Casa Rosada adquieren, a medida que se acerca octubre, -fecha del anuncio definitivo de desalojo de Cristina Fernández de Kirchner-, un tinte oscuro y hasta macabro.
La presidenta de Argentina, una mujer que se acostumbró al luto por espacio de dos años largos, parece no sentir nada –salvo compasión y admiración por sí misma– frente a la muerte de alguien que no sea uno de los suyos.
La viuda del ex presidente Néstor Kirchner actuó y actúa con “el caso Nisman” como si el muerto fuera de otro país, por no decir de un planeta a años luz de Argentina.
Todas sus intervenciones y expresiones, para opinar sobre la muerte del hombre que la acusó de lo peor que se puede acusar a un jefe de Estado (ser cómplice de terroristas), han estado exentas de una palabra de consuelo, solidaridad o dolor con la familia del fiscal federal que deja dos niñas huérfanas, una madre desolada, a una ex mujer desconcertada y una causa (la que afecta a la presidenta) con un futuro complejo.
Cristina Fernández, por motivos que hoy son un misterio, no puede o no quiere dar el pésame a la familia de Nisman.
La muerte de Nisman, una versión real de cine negro argentino, novela por entregas o capítulo deCSI, tiene todos los ingredientes de un “best-seller” y en eso, se está convirtiendo este drama nacional con repercusión más allá de estas fronteras.
En buena medida, se explica por las declaraciones y sucesivas teorías criminales de un Gobierno atropellado, por sus contradicciones recogidas hasta en la escena del crimen (no olvidar al secretario de Seguridad, Sergio Berni), por los traspiés de una fiscal (Viviana Fein) por momentos atolondrada, por las zancadillas para torcer los renglones de sus informes de la Procuradora General (Alejandra Gils Carbó) y por los mensajes de desprecio y odio mal disimulado hacia el difunto de los que ejercen el poder.
Los compañeros de Alberto Nisman, como el resto del mundo, no salen de su asombro. Tampoco saben si el hombre se suicidó o “le suicidaron” pero tienen claro que murió por realizar su trabajo (mejor o peor pero su trabajo). En un acto póstumo de homenaje y reconocimiento, convocaron una manifestación silenciosa para el miércoles 18, cuando se cumple un mes de su muerte.
La noticia, inicialmente, parecía pasar desapercibida pero la ira gubernamental, en un nuevo despropósito, la ha convertido en titular constante y en el mejor de los reclamos: se han sumado sindicatos, políticos sin bandera, ciudadanos y hasta la Iglesia a través de la Comisión Nacional de Justicia y Paz. Ahora, la marcha promete hacer, con su silencio, mucho más ruido.
Ricardo Forster
En Argentina se han oído cosas tremendas para echar por tierra la manifestación. El diputado kirchnerista Jorge Landau, amenazó con recusar a los fiscales que se manifiesten por su colega muerto, el secretario general de la Presidencia, Aníbal Fernández subestimó el acto y habló de la “incontinencia verbal superlativa de los fiscales”, la televisión pública con su programa basura “6,7,8” tituló, “La marcha de los 5 fiscales golpistas”, Ricardo Forster, secretario de Coordinación Estratégica para el Pensamiento Nacional (sic), afirmó: “No me cabe la menor duda que los que organizan el 18 F quisieran que este Gobierno terminara lo antes posible” y, para rematar, añadió “el 18-F es como si los chefs marchan para decir que en el país se cocina mal”. Cristina Fernández de Kirchner se debió desternillar de risa cuando tuiteó aquello de “aloz y petlóleo” en China. Los anfitriones le hicieron llegar el mensaje de que la broma no tenía ninguna gracia. Quizás no sabían que el chiste, además de para ellos, era para el cadáver de Nisman porque el fiscal, en su denuncia contra ella y los suyos, habló de intercambio de “granos por petróleo”.
La presidenta, después de renunciar al luto, parece que le ha tomado el gusto al humor negro. El miércoles, de regreso en la Casa Rosada, tras felicitarse por ser cómo es, se acordó de la manifestación silenciosa por Nisman del 18 de febrero. Solidaria, hizo un guiño macabro: “Les dejamos el silencio, siempre les gustó el silencio”. Es su forma de dar el pésame.