domingo, 6 de febrero de 2022
«Dos años son demasiados», por Gabriela POUSA

Por Gabriela POUSA

Un país al filo del abismo, como siempre. Una o más balas con esquirlas que alcanzan los cuatro puntos cardinales y dañan a culpables e inocentes arbitrariamente. Decomiso de droga porque está adulterada no por ser una política de Estado razonable. Desconcierto. Escepticismo, fruto de años de mentir y mentirnos. 

Capítulos que se suman a diario a una novela cuya trama va de lo inverosímil al drama, porque pocos creen que algo ha de saberse finalmente. Son muchas manos en un plato… Caen los perejiles, se desarma el chiquitaje. Hay que negociar y expulsar al “Paisa” porque si habla la cosa se complica en demasía. Nada de penalizarlo en Argentina donde vivía y distribuía la cocaína. 

Somos perpetuos infantes (hoy nos gobierna nuevamente Cristina) pero ya hay versos que no los compra nadie. Seguirá circulando la droga, mate instantáneamente o mate  en cuotas, porque el país está a la deriva, sin rumbo alguno. No hay plan económico pero tampoco hay plan de gobierno. Hay un único objetivo: perpetuarse para no ir presos. 

En esta batalla de todos contra todos la credibilidad fue la primera víctima, la impunidad durante años pudo más. El gobierno hará honor a la fábula de la rana y el escorpión, no puede contra su naturaleza. No hay argentino tan ajeno a la realidad como quienes nos gobiernan. Son una mezcla fatal de Leonard Zelig y Chauncey Gardiner,  camaleónicos y ausentes, viviendo su realidad paralela, una Argentina inexistente.  

En la calle se percibe un ahogo de ilusiones, en las redes sociales hay más conciencia de la famosa “inmunidad de rebaño” pero no por estar vacunados sino por estar acostumbrados a este andar en un colectivo que cambia de carril y va hacia la banquina a cada rato. Nos zarandean para todos lados. Debe haber un límite, un aciago darse cuenta. Lo hay para todo, para ellos y para nosotros, para Boca y para River porque en eso transformaron a la Argentina: una geografía partida y enfrentada incluso a sí misma. 

Dos años es tanto y tan poco… pero en el transcurso debe prima la memoria, la oposición debe dejar de chicanear, madurar y transitar el largo camino de la oratoria a la acción. La pena mayor es ver cuánto tiempo se ha perdido. Todos estamos más viejos, más heridos. Todos hemos despedido algún afecto que, explícita o implícitamente, la zozobra de esta gente dejó en el camino. Hay que lograr que ese dolor no trasunte en rencor sino en memoria, para que el olvido no se lleve la experiencia de lo vivido.

Con esta gira a Rusia y China terminaron por demostrar que no tienen idea de geopolítica, y menos aún del sentido de la oportunidad. De todos modos una cosa es lo que dicen y otra muy distinta lo que hacen. Por esa causa, 

Balcarce 50 es un hervidero. Las máscaras se caen, las contiendas internas recrudecen. Nada interesa si Máximo es la madre o es el padre porque, en definitiva, Máximo no es nadie a no ser que nosotros queramos darle una entidad que por si solo no puede lograr. 

La agenda del día es vieja antes de que caiga la tarde porque los escándalos se suceden con una velocidad inaudita. Sin embargo, este ritmo vertiginoso no es casual, es fruto de una estrategia perversa para no dejarnos digerir nada de lo qué pasa y terminemos viviendo todo con absoluta naturalidad. No hay tiempo para pensar ni mucho menos para reaccionar ante el atropello y el espanto. 

Cuando estamos asimilando un supuesto acuerdo con el Fondo Monetario, renuncia un funcionario y a las horas empiezan a caer muertos por la droga como moscas. Ese hecho, a su vez, da por terminado el pase sanitario que aún no tuvimos tiempo de discutir porque ¿de qué pase van a hablarnos cuando la desidia del Estado deja tantos caídos como el covid? La pandemia se diluye en un vaso de fentanilo servido por el mismísimo ministro. 

Es cierto que ningún país desarrollado ha crecido y madurado sin derramar sangre. Quizás esta haya sido requisito para que, amén de abrir los ojos, nos atrevamos a ver, a mirar y a mirarnos. Dimos lástima muchos años. El mundo no comprende la abulia, la resignación y el hastío coudadano. “Lo tienen todo pero…” El “pero” nos sitúa en el banquillo del acusado aún cuando, en este juicio, queramos ser el magistrado. 

Somos vulnerables como Nación. No es complejo dividir y manipular al pueblo, ellos lo saben. Hacen un arte de eso. Si acaso Alberto Fernández es el títere de la Vicepresidente, nosotros somos las marionetas de todos ellos. Actuamos en su escenario, nos cambian los roles y el elenco pero no el libreto. 

Ya no se trata siquiera de derechas o izquierdas. Esto incumbe a delincuentes, atorrantes versus honestos y laburantes. Es el juego de tirar la soga por los extremos: donde haya más fuerza y más adherentes estará la victoria. Si se entiende esto habrá mayor conciencia de la responsabilidad que nos cabe. Habrá que decantar y discernir entre quienes han hecho las cosas bien, y los héroes de barro que a veces creamos porque nos hacen falta referentes y liderazgos.

Para estar a la altura de las circunstancias se necesita asumir la realidad no maquillarla. La gente está cansada, ese hartazgo es prometedor. La insatisfacción es motor propulsor, es ansia de ir más allá, de no parar, de llegar a la meta final y esto aún no terminó. Por el contrario, esto recién está comenzando, dos años pasan volando pero son demasiado.