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Discurso de Gabriel Boric
Por Marta NERCELLAS, para SudAméricahoy
Cuando se arranca la última hoja del almanaque, la que nos marca que algo terminó y que algo comenzará, resulta inevitable recordar lo que quedó escrito en las hojas que fueron, de a una, tiradas en nuestro cesto emocional.
Acabábamos de cambiar de Gobierno, no era un mero cambio de nombres. Cualquiera que supiera algo de los anteriores mandatos Kirchneristas, no podía dudar de que principios estructurales de nuestra república intentarían ser movidos a fuerza de voracidad por el poder, autoritarismo, y su reedición de ir por todo.
A las ineficiencias estructurales que no habían sido removidas, se sumaba inequidades muy graves que señalaban un índice de pobreza y desocupación que no iba a ser desaprovechado por tan buenos administradores del «pobrerío». Permanecer en el poder sin que se cuestionen sus sombras, necesita que muchos habitantes deban comer de la mano aparentemente generosa del Estado.
La pandemia sólo vino a otorgarles un grueso telón que les permitió retener en sus domicilios a los trabajadores y a las empresas, pero que les permitió acelerar la marcha para concretar sus mezquinos intereses.
Por primera vez en un país presidencialista como el nuestro, la vicepresidenta sería quien dirigiera los destinos de la patria. Tenía un objetivo principal, la impunidad propia, la de su familia y amigos y la continuidad en el poder realizando un traspaso generacional a su hijo y a la agrupación que él preside. Como si se tratara de una monarquía la sucesión se prepara a espaldas de la gente y por la sola razón de pertenecer.
Fueron transparentes con la educación y la justicia. No las declararon servicios esenciales y procuraron aulas clausuradas y Juzgados adormecidos por el miedo (a la pandemia y a la señora). Mientras se intentaba imponer una reforma judicial que resguardara a los que gobierna de los hechos pasados de corrupción y también de aquello que pueda suceder en el futuro, intentaban modificar todo lo que colaborara con ese fin. Aprendieron la lección.
No serán nuevamente señalados por lo que hicieron, la prueba objetiva que se acumule carecerá de valor. ¿Por qué deben rendir cuentas de su incontrolado enriquecimiento? ¿Por qué deben explicarnos como se contraen los compromisos del estado? Ellos están por sobre todas estas “minucias republicanas” porque vinieron a salvar a la patria del devastador liberalismo. Se detuvieron los juicios, pero no los nombramientos de jueces y fiscales comprometidos con sus consignas. No cesó el intento de desplazar al Procurador General que fue acosado por intentar que la política no tape los ojos de la justicia. Tampoco se detuvo en su intento de desplazar a aquellos jueces que los investigaron o valoraron negativamente sus actos.
Bruglia, Bertucci, Castelli nombres de jueces desconocidos para la mayoría de la población, se convirtieron en el símbolo de la venganza. El “pecado” de valorar como delitos los hechos de la familia presidencial (desde el 2003 al 2015) y su entorno, sólo puede redimirse con la pérdida de sus cargos aun cuando ello implique violar el principio constitucional de inamovilidad de los jueces. Resulta necesario además para que los que permanecen en el cargo entienda que hay temas en los que no deberán adentrarse.
La Corte Suprema sin poder disimular las impresentables peleas entre sus miembros, decidieron analizar si se defendían de la embestida de la vicepresidenta o resolvían los temas que tenían a cargo. Los jueces inconstitucionalmente desplazados determinaron el dictado de un fallo que pretendía no enojar al poder político, una sentencia pretendidamente “salomónica”. En rigor desagradó a todos. Dejó la estabilidad de más de setenta jueces en una borrasca, consagró los traslados “transitorios” agraviando la inamovilidad que la Constitución exige y que determinó una presentación en los Tribunales Internacionales de los quejosos.
Cuando advirtieron que iban por ellos (disimulado el intento tras la máscara de la designación de una comisión asesora) resolvieron confirmar la sentencia condenatoria del ex vicepresidente de la señora – Amado Boudou – sentencia con la que ya habían coincidido 14 jueces que habían fallado antes que ellos. Desecharon los reclamos de De Vido emitiendo una señal de alarma para la vicepresidenta. Siguen sin embargo avalando con su silencio la quita que el gobierno nacional, contra todas las normas, realiza a los fondos de la ciudad para entregárselos graciosamente al gobernador de Buenos Aires, debilitando la administración capitalina para respaldar el proyecto Kirchnerista. Demoran la resolución sobre la constitucionalidad o no de la composición del Consejo de la Magistratura que hoy se encuentra dominado por la política, dejando a los jueces a las órdenes del ejecutivo o a un pie del abismo.
Casación rechazó los cuestionamientos a las declaraciones de los denominados “arrepentidos” que con 31 voces diferentes señalan a los funcionarios del tercer gobierno kirchnerista como autores de actos de corrupción. Las causas en contra de «Cristina», de los funcionarios de su gobierno y de sus empresarios amigos, continúan.
La devaluación de la palabra presidencial (entre otras) fue un signo de época. No sólo referida a lo que sostuvo cuando no estaba en el poder y lo que afirma ahora, sino con lo dicho en el presente de rato en rato. Mientras negocia con China un acuerdo sobre la comercialización de cerdos almuerza con una modelo vegana y se saca una foto con un cartel que dice: “No al acuerdo porcino con china”. Ojalá no tengan buenos traductores porque sino los negociadores no entenderán nada.
Almuerza con los empresarios y le da su respaldo y pocas horas después intenta expropiar una empresa – Vicentín-. Avala la denuncia del “law fare” cuando antes de ser designado como delegado del poder vicepresidencial denunciaba públicamente esos actos como delitos. Cualquiera sea el tema sobre el que se manifestó, si su mentora lo reta públicamente, modifica lo dicho. En un acto público afirmó sin ruborizarse lo que hasta entonces sólo era obvio: “Cristina, hice lo que me mandaste”.
La genuflexión de él y su entorno ya no es en privado, se realiza en público. Aplauden cuando los agravia y agradecen sus “retos” porque orientan una Administración sin rumbo. Es que a «ella» no le alcanza con manejar el poder a su antojo, necesita que el mundo sepa que lo hace.
Su política económica parece que tiene como objetivo igualar, empobreciendo a los que algo tienen; “dar” vivienda mediante usurpaciones ilegales alentadas por sus funcionarios; desalentar la creación de empleos privados porque para eso está el estado sin que importe cuan exhaustas están sus arcas. Para retener el poder necesitan aumentar los subsidios, quebrar la voluntad de los librepensadores y que muchos votantes dependan de aquello que su mano quiera ofrecerles.
La política educativa tiene en cuenta más las demandas de los gremios alineados que las necesidades de los educandos. La puerta de los claustros tapiada a piedra y canto. Sólo ofrecen miedo y alguna lectura proselitista. Empobrecer el lenguaje con la falsa excusa de la inclusión tal y como si con cambiar el nombre de las cosas se modificaran las esencias. Incluir es abrir las escuelas públicas y no llamar “alumnes o alumnxs” a los estudiantes. Incluir es no perjudicar los servicios de comunicaciones para tratar que internet no pueda seguir convocando a marchas opositoras, pero evitando al mismo tiempo la comunicación digital de quienes más la necesitan. Incluir es darle oportunidades de estudiar y trabajar y no regarles un plato de polenta.
Suprimir la verdad, borrar la frase de Borges en el frontispicio de un edificio público, intentar suprimir a Roca o a Colón, reescribir la historia olvidando el juicio a las Juntas, modificando el prólogo del “Nunca Más” y procurando el vaciamiento de las asociaciones de derechos humanos que lucharon contra la dictadura con un heroísmo que debe reconocérseles, pero no pudieron evitar los embates kirchneristas.
Más difícil aun es definir la política sanitaria. Encierros desmedidos y cercenamientos de los derechos individuales. Persecución policial de quienes violaban la cuarentena y salida de las cárceles de quienes violaron a una menor, mataron en un asalto o vaciaron las arcadas del Estado, corrupción que generó muertes en la tragedia de once y en los hospitales desabastecidos.
“El gobierno apuesta a cerrar el año con la vacuna, el aborto y la reforma de las jubilaciones”, afirma un periódico nacional·
Con el hermetismo y sigilo con el que se ejecutan muchas acciones de los funcionarios, acordaron con Rusia la compra de vacunas. Con una épica difícil de entender, trajeron unas pocas dosis pese a que carece del respaldo científico y las aprobaciones necesarias. En un acto más proselitista que sanitario se gastaron muchos miles de dólares imprescindibles para reconstruir lo que la cuarentena ha roto.
Las jubilaciones serán nuevamente el blanco de los recortes sumiendo a nuestros mayores en la angustia de depender en el último tramo de su vida de la generosidad de parientes o de ONG que sostienen comedores y ayudas varias.
La ley del aborto, sin importar si nos anudamos un pañuelo celeste o uno verde genera debates y aumenta la grieta en un momento en el cual la energía debería estar en unir para salir del difícil lugar en el que estamos. Pero sobretodo, pretende que debe enseñarse el “derecho a abortar” en las escuelas y obligarse a los médicos a que depongan su objeción de conciencia o consigan a quien los reemplace al momento de cumplir con la voluntad de la embarazada. La educación sexual – como la educación en general- dejó de ser un derecho de primera generación.
Si estos son los logros con los que piensan festejar la clausura del año no necesitamos explicar mucho más ni repasar lo escrito en las hojas que ya arrancamos de nuestro almanaque
La afirmación de Dwight Eisenhower parece propicia: “Un pueblo que valora sus privilegios por encima de sus principios perderá ambos” o talvez, sea más adecuada la del gobernador de Santa Fe “El estado debe cortar sus vínculos con el delito para terminar con la impunidad”. !Feliz año¡