lunes, 11 de febrero de 2013
El argentino Horacio Zeballos hace historia frente a Nadal

Viña del Mar. Efe/SAH Fotos: Mario Ruiz

El idolo cayó y un jugador comenzó a medirse con su sombra. Rafael Nadal, «Rafa» para España y para el mundo y ex número uno del universo, sufrió una dura derrota en la final la final del ATP de Viña del Mar. El tenista argentino Horacio Zeballos, 73 del ránking mundial, le venció, por méritos propios, por 6-7 (2), 7-6 (6) y 6-4 en un disputado encuentro de tres horas. Horas antes había definido a Nadal en su cuenta de Twitter como, «Dios» en una cancha de tenis.
Nacido en el balneario de Mar del Plata Zeballos no cabe en sí de gozo y Nadal se resigna a perder con la caballerosidad de siempre. «Se merece lo mejor para esta temporada», le deseó el español. Su regreso a las canchas después de permanecer retirado durante siete meses por una lesión del tendón rotuliano de su rodilla izquierda no da para más. «Juego con lo que tengo y hoy no tengo más», reconoció. «Es una pena no ganar la final. Estuve a dos puntos de conseguirlo. No voy a negar que me hubiera gustado ganar»

Sorprendido por el éxito el argentino alzó la copa. Había logrado el primer títuto de su carrera.  Las cámaras, todas, por primera vez en su vida le apuntaba a él.

¿Quién es Horacio Zeballos?

El jugador recuerda por qué empuñó un raqueta por vez primera.»Empecé a jugar al tenis porque mi viejo -también llamado Horacio, y que en el ambiente del tenis es conocido como el auténtico Zebolla, apodo que luego traspasó a su hijo- me inculcó el deporte como algo sano y lindo, y así lo tomo yo, para disfrutarlo».  José Luis Domínguez, recuerda en el diario La Nación, que el argentino, «sólo había jugado una final de ATP, en la carpeta bajo techo de San Petersburgo, en noviembre de 2009. Era otro momento de su carrera, casi otro jugador. Allí tocó el puesto 41° del ranking, y se ganó el premio como «revelación del año» del tour. Pero comenzó a declinar, y las bajas actuaciones lo empujaron hasta debajo del top 100. Buscó un cambio y los buenos resultados empezaron a llegar a fines del año pasado, con festejos en los Challengers de Montevideo y Sao Leopoldo; mantuvo el paso ganador en San Pablo, en enero pasado, y esa confianza se reflejó en la Copa Davis: fue decisivo en el dobles -junto con Nalbandian- para darle a la Argentina el punto del triunfo contra Alemania.

Anteanoche, después de ganarle a Carlos Berlocq, un poco en serio, otro tanto en broma, Zebolla señaló: «Quiero una revancha contra Nadal», mientras recordaba la holgada derrota que había sufrido contra Rafa en Roland Garros 2010. Y, distendido, en una conferencia de prensa despoblada porque la mayoría de los cronistas estaba viendo a Nadal. agregó: «Quiero sentir nuevamente lo que es no tener chances de ganar».

Pero en la final, y lejos de rendirse a la presunta superioridad del español, Zeballos jugó con soltura, dispuesto a disfrutar el cruce con el número 5 del mundo. Se le fue el primer tie-break, pero mantuvo la actitud positiva y el buen juego, y forzó otro desempate; allí sí, logró doblegar a Rafa, y llevó la final a un tercer e incierto capítulo. Si hasta allí Zeballos encendía el asombro, faltaba aún un paso más. Y lo fue a buscar; se puso match-point con un zurdazo cruzado; desconcertado, Nadal dejó un drive paralelo en la red. Y Zeballos se dejó caer, feliz, cumpliendo aquello que le inculcó papá Horacio, de jugar al tenis para disfrutar. Y ante el emperador del polvo de ladrillo, nada menos, jugó el mejor encuentro de su carrera, el partido que siempre soñó.

 

El ATP de la ciudad costera de Viña del Mar, a 120 kilómetros al noroeste de la capital Santiago, abre la temporada sudamericana sobre polvo de ladrillo y entrega 250 puntos al ganador y reparte 410.000 dólares en premios.