lunes, 24 de agosto de 2015
“El clan”, lo peor de una familia y de la Argentina de los 80

Por Aldana VALES. EFE/SAH

El director argentino Pablo Trapero vuelve a sacudir a los cines argentinos con “El Clan”, una cinta basada en la historia de una familia de secuestradores de la década de 1980 y que “tiene mucho que ver” con una etapa “no tan conocida” de la historia del país.
“El clan” muestra el contraste entre la aparente normalidad del matrimonio Puccio y sus cinco hijos y su trasfondo criminal, lleno de secuestros, extorsiones y asesinatos.
Trapero comenzó a trabajar en la investigación del caso en 2007, mientras todavía rodaba “Leonera”, para ir más allá de lo que el expediente judicial decía sobre la familia Puccio.
Así encontró que se sabía poco sobre los cuatro secuestros más importantes del caso, pero que había incluso menos datos sobre la intimidad de la familia y de la casa.
El cineasta relata  que la mirada de la cinta fue construida entonces por las fotos de los familiares, los comentarios de los amigos y las grabaciones de las conversaciones entre los allegados a las víctimas y el cerebro de los secuestros, el patriarca Arquímedes Puccio.
En “El clan”, Arquímedes Puccio es un tipo de personaje ante el que un espectador “tiene fascinación y miedo a la vez”, asegura Trapero.
El miedo que provoca la crueldad del personaje y la fascinación por ver cómo es posible llevar adelante una vida familiar en apariencia normal es lo que caracteriza al Puccio de Trapero, encarnado por el actor argentino Guillermo Francella.
Reconocido en el ámbito de la comedia, Francella se asoma por primera vez a un personaje oscuro, un papel que Trapero le reservó desde los comienzos del guión.
“Por supuesto que los diálogos entre Arquímedes y (su hijo) Alejandro son ficción, pero son un poco una interpretación que nace de esta investigación”, dijo Trapero.
El director también puntualiza que la vida criminal de Arquímedes “arrancó mucho antes” de 1982, punto de inicio de la película y un año clave para la historia argentina por ser el principio del fin de la última dictadura militar (1976-1983).
“Cuando empieza la democracia, él seguía haciendo parte de lo que había aprendido en estos trabajos, pero de manera privada”, relata.
“Pero los secuestros que realizaba solo tenían por objetivo su beneficio personal. Ya no trabajaba para otras personas, sino que trabajaba para sí mismo, poniendo en práctica lo que había aprendido en estas organizaciones previamente”, agrega.
Trapero considera que Puccio “debió haber leído” el anuncio en 2012 de la preparación de una película sobre el caso y que por eso pidió que el cineasta lo fuera a ver para que se enterara “realmente de cómo fueron las cosas”.
Sin embargo, el patriarca murió y Trapero se quedó “con muchas ganas” de conocer su versión de los hechos.

Pablo Trapero director de El Clan

Pablo Trapero director de El Clan

De todas formas, el director de “Elefante blanco” asegura que la mirada de Puccio sobre lo sucedido es “la que consta en los expedientes”.
“Hasta el día de su muerte negó completamente la participación en estos crímenes, siempre habló de él mismo como una víctima, de un complot, en el que él no tenía nada que ver”, recuerda.
Casos como el de la familia Puccio tuvieron que ver, para Trapero, con las personas que, vinculadas antes a la dictadura, quedaron “un poco afuera del sistema con la llegada de la democracia”.
El caso “tiene mucho que ver con la época”, sostiene Trapero, para quien la representación que hace “El clan” de la transición entre dictadura y democracia no es solo una puerta de entrada en la película, sino en una etapa “quizás no tan conocida” de la historia del país.
“Hay muy pocas referencias cinematografías a esta transición, que en una punta tenía la euforia y el entusiasmo que despertaba la llegada de la democracia, pero al mismo tiempo lo frágil y lo inestable de este cambio”, analiza el director.
“El clan”, estrenada en Buenos Aires, significa también la vuelta del cine argentino al Festival de Venecia, en el que competirá por el León de Oro a principios de septiembre.
Para el director, la participación de la película en el festival implica una “doble alegría”, no solo por el reconocimiento para el filme sino también para el cine argentino en general.
Además, la nominación tiene para él otro significado, porque a partir de los tres premios que cosechó su “Mundo grúa” en 1999, su relación con el festival se volvió más estrecha e incluso fue jurado en la competencia hace dos años.
“Volver me hace sentir muy cómodo, tengo mucha expectativa. Sabemos que el festival está muy entusiasmado con la película y nos han dado comentarios muy lindos”, concluye.