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Discurso de Gabriel Boric
Hace cinco años cerró elBulli, su famoso restaurante en la Cala Montjoi, ubicada en Girona, Cataluña. Para entonces había creado con su equipo, que también integraban su hermano Albert y su fallecido socio Julio Soler, casi 1.850 platos diferentes. Eso, luego de haberle arrebatado la «pole position» a la nueva cocina francesa, que durante décadas acumulaba estrellas Michelin, el top de la gastronomía mundial. Se llama Ferran Adrià, tiene 53 años, casado y sin hijos, amante de la buena comida, y fanático de la creatividad y la innovación, inventor de lo que se conoce como cocina tecno-emocional, que es una mezcla de contemporaneidad y vivencia.
Dos años después de cerrar elBulli, creó elBulliFoundation, enteramente privada. Adriàs aporta el 80% del financiamiento y el 20% lo suman grandes corporaciones internacionales deseosas de ser parte de sus próximos descubrimientos. Porque si este hombre no inventó la pólvora ni la teoría de la relatividad sí es un inventor de sensaciones nuevas y métodos revolucionarios en la cocina, en términos contemporáneos. De elBulliFoundation derivó elBulliLab, que no es un laboratorio al uso, ni tampoco una escuela ni una universidad. Es un espacio de creación e innovación, donde 80 personas de 20 “culturas”, las llama Adrià, que equivalen a 20 profesiones u oficios (cocineros, arquitectos, filósofos, etnólogos, antropólogos, historiadores, periodistas, químicos, etc.) experimentan con proyectos concretos, donde se cruzan las disciplinas. Algunas veces atravesadas por la gastronomía y otras no.
Tanto acumular renombre, Adrià saca a la venta esta semana –con el apoyo de Disney USA, Telefónica de España y Carrefour, entre otros colosos- un libro para niños titulado “Te cuento en la cocina”, a la que le aporta su imaginación. En la portada aparece el cocinero catalán rodeado de los personajes de Disney. Esta apuesta de Adrià por los niños no es casual. Las 60 recetas de su autoría plasmadas en el volumen –que se va a vender como pan recién salido del horno- están orientadas a que los chicos puedan cocinar junto a sus padres. Están inspiradas en diferentes películas de Disney, Marvel y Star Wars y el libro se completa con trucos y consejos culinarios para disfrutar en familia. Siguiendo su premisa de “comer conocimiento para alimentar la creatividad», el catalán apuesta a impulsar la imaginación infantil con la colaboración de los personajes de Disney”….Corp. O sea, no sólo Mickey y Minnie, sino todos los que el emporio creó sin Walt Disney.
En diálogo con SudAméricaHoy, Adrià –que se define como nada romántico y muy pragmático– dice que si trabajó 14 ó 16 horas diarias en elBulli y lo cerró en 2011, fue “para ser feliz y ser libre”. El estado de libertad le permite trabajar en innovación y creatividad. Claro que no a la buena de Dios, sino con eficiencia y disciplina. Durante la conferencia magistral que, a sala repleta, dio en La Usina del Arte en Buenos Aires, y que miles de personas siguieron por streaming por la web de Fundación Telefónica, su nuevo partner, dejó claro que es riguroso para el trabajo. Y que aun estando de viaje hace un monitoreo exhaustivo de los proyectos en que su equipo trabaja en elBulliLab. Son 80 jóvenes voluntarios y tiene largas listas de espera. Ya acumula 25 proyectos en la gatera esperando fecha de largada. Algunos, para este año, como la Bullipedia, una Wikipedia ambiciosa sobre gastronomía con miles de recetas de todo el mundo. Y otros, para el próximo: ocho exposiciones y quince libros, para empezar.
Si Ferran Adrià no se detiene es porque sabe que, como lo anunció en su charla magistral, que ya no hay patria para la innovación. Y ese clic que rompa moldes puede llegar de cualquier lado. Ser eficiente y longevo en la innovación es una de sus metas, nada menos en un mundo donde hasta los sentimientos se han vuelto descartables.
En la exposición “Auditando el proceso creativo”, que hasta el 4 de junio se puede ver en el Espacio de Arte Telefónica, de Buenos Aires, queda claro el aspecto lúdico (al margen de su rigor profesional) que empuja a Adrià como un viento imparable. Y aunque no fue a la universidad y ninguno en su equipo del famoso restaurante elBulli tampoco había ido, Adrià quiere demostrar que hay un nuevo paradigma educativo, en el que cualquiera puede alcanzar sus sueños si es innovador, se esfuerza, pone su talento y alimenta su creatividad.
Atrás quedaron su polémica y recordada participación en la prestigiosa Documental, de Kassel, en 2007 y su conferencia magistral en Harvard, en 2008. Más lejos están las páginas que The New York Times le dedicó en 2004 y la portada de Time, donde figuró entre los 100 más influyentes del mundo.
Con todo ese prestigio que lo hace consciente de lo que ha logrado, Adrià elige vivir con los pies en la tierra. Por eso sigue apegado a su núcleo familiar y de amigos de siempre. Acaba de perder a su madre, y aun así vino a Buenos Aires a cumplir con sus compromisos profesionales. Eso lo pinta de cuerpo entero.
Y por si fuera poco, aún deja una reflexión para desmenuzar en soledad, como él mismo lo ha hecho en largas horas transcurridas en Barcelona por razones familiares: “El éxito para mí siempre ha sido la felicidad. Era impensable que un cocinero no francés marcara el futuro. Y no en una gran ciudad, sino en un pueblo. A mí la cocina no me interesaba, pero me enamoró poco a poco. Para llegar se necesita pragmatismo y no confundir lo que nos gusta con lo bueno. elBulli fue una forma de entender la vida. Hicimos cosas que cambiaron la vida de muchas personas. No era sólo comida, era sobre todo una experiencia emocional”.
Visita virtual a la exposición de Buenos Aires