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Discurso de Gabriel Boric
Francisco Ávila.
Kazán (Rusia), 6 ago (EFE).- Federico Grabich, con su bronce en los 100 metros libre, se ha convertido en el primer nadador argentino que consigue una medalla en un Mundial de piscina larga.
El nadador de Santa Fe, de 25 años, fue tercero con 48.12, una centésima por encima de su mejor tiempo, por detrás del chino Nin Zetao (47.84) y del australiano Cameron McEvoy (47.95)
Se trata de la primera medalla de Argentina en un Mundial. En los Juegos Olímpicos, Argentina ha obtenido tres medallas en toda su historia. La última fue la conseguida por Georgina Bardach, que fue bronce en los 400 estilos de los Juegos de Atenas 2004.
Antes, en los sesenta, un nadador bonaerense Luis Alberto Nicolao fue el primero que despuntó. Nacido en 1944, Nico fue dos veces plusmarquista mundial de los 100 mariposa y compitió en tres Juegos Olímpicos (1960, 64 y 68).
Acabó instalándose en Estados Unidos, estudiando en Stanford -es doctor en Ciencias Políticas y Relaciones Internacionales- y siendo el entrenador del célebre Mark Spitz.
La historia de Grabich acaba de comenzar. Es la de un de un joven de Casilda (Argentina), una localidad situada a 56 kilómetros de Rosario y 270 de Santa Fe, que se entrena desde hace quince años con la misma entrenadora (Mónica Gherardi) y en una pileta con el agua muy caliente y turbia, como explica.
«Le quiero dar a Mónica las gracias por estos quince años de entrenamiento. Creo que hoy cerramos un ciclo muy bueno, queda un año para que sea perfecto. Prácticamente no salí de Casilda, solo salí una vez, en 2003 para entrenar con Fred Vergnoux y Mireia Belmonte en Sabadell (España)», ha comentado a EFE.
Grabich, exultante, le ha dedicado la medalla a su familia «por esos 25 años de vida» y a Gherardi «por esos quince años en el agua» y ya piensa en los Juegos de Río de Janeiro del próximo verano. «Solo pienso en una final olímpica, en llegar y después en pelearla», ha dicho.
El nadador santafesino asegura que llegó a Kazán un poco por casualidad, para aprovechar el buen momento de forma que estaba después de triunfar en los Panamericanos.
«Me estoy sintiendo bárbaro y he podido nadar a buen nivel tres veces los 100 libres. Solo hace 15 días que bajé de 49 segundos y he podido nadar dos veces en 48.10. Eso me da mucha confianza para este año», ha comentado.
En la charla previa para preparar la final, Federico le dijo a Grabich que lo que no quería era quedar cuarto. «No me importaba el color, no me importaba nada, quería subir al podio e intentar bajar la marca», ha dicho.
Sonríe cuando se le pregunta si es consciente de que acababa de hacer historia para la natación de su país. «Nunca estuvimos ni en finales de varones. (Georgina) Bardach, que fue bronce en Atenas, entró en las finales de 2003, 2005 y 2007», recuerda.
«Me gusta mucho aumentar el nivel de mi país. Ojalá que con esto llegue una buena camada y que no sea el único yo que logre esto en un Mundial. Me encantaría que otros lo pudieran conseguir», ha comentado.
Grabich recuerda que entrena hace quince años en Argentina. «Desde el primer día estoy con la misma entrenadora y en la misma pileta, una pileta que si la ves te morís. En una piscina a 34 grados, una piscina de 25 metros, agua turbia, todo lo peor que te puedas imaginar», asegura.
Sabe que mañana ocupara las portadas de todos los medios de su país. «Hoy ya estaba en todas las tapas de los medios. Imagino que mañana va a ser así. Es una locura para Argentina una cosa así, ya lo era estar en una final, pero bueno, no me quería quedar con eso tampoco», ha dicho.
En la final de hoy, Grabich remontó después de ser sexto en los 50 metros con 23.02. Nadó el último 50 en 25.10, el segundo más rápido en este parcial, solo superado por el ruso Alexander Sukhourukov.
Gracias a esa aceleración adelantó al canadiense Santo Conderelli, al brasileño Marcelo Chierighini, a Sukhourukov, al estadounidense Nathan Adrian y al belga Pieters Timmers.