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Discurso de Gabriel Boric
Mar Marín
Buenos Aires, 9 nov (EFE).- El inédito proceso que vive Argentina para elegir a su presidente en una segunda vuelta electoral ha destapado la profunda división política de la sociedad, la llamada «grieta», que se profundizó durante los doce años de gobiernos kirchneristas.
La radiografía resultante de la primera vuelta presidencial confirma la división: solo tres puntos de diferencia separan al candidato oficialista, Daniel Scioli, del conservador Mauricio Macri, los dos aspirantes a la Presidencia en la segunda ronda.
Scioli, del Frente para la Victoria, se anotó el 37% de votos, frente al 34%de Macri, del frente Cambiemos. El resto se repartió entre el peronista renovador Sergio Massa, con un 21%, el progresismo y las fuerzas de izquierda.
Tanto Macri como Scioli pelean voto a voto ante la cita del próximo día 22, en la que 32 millones de electores están convocados a las urnas.
Las últimas encuestas, que conceden ventaja a Macri, muestran la clara división política del país, que se plasma también geográficamente: el peronismo mantiene su fuerza en el norte, mientras Cambiemos, una alianza de conservadores y radicales, se afianza en las provincias del centro, incluida Buenos Aires, el mayor distrito electoral del país, con un tercio del censo.
El fenómeno de la «grieta» que sacude a la sociedad argentina no se producía desde el final de la primera etapa de gobierno del general Juan Domingo Perón (1946-1955), subraya el analista Orlando D’Adamo, que considera que este espíritu de división se alimentó durante los doce años de gobiernos kirchneristas, inaugurados en 2003 por el fallecido expresidente Néstor Kirchner, a quien sucedió su esposa, Cristina Fernández.
Los Kirchner encontraron una sociedad tradicionalmente muy politizada y profundizaron estas diferencias con un mensaje de confrontación.
«Para confirmar su identidad política, el kirchnerismo hizo un fuerte énfasis entre el ellos y el nosotros y lo transformaron en la diferencia entre el amigo y enemigo que es todo aquel que no piensa como uno», explica el director del Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano.
«El momento simbólico más importante fue cuando la presidenta dijo en un acto público: Vamos por todo», continúa en declaraciones a Efe.
Ese «vamos por todo», según el experto, genera automáticamente una respuesta de rechazo en una parte de la sociedad y deriva en identificaciones como «K» (Kirchneristas) o «anti K» que se han hecho habituales en los últimos años en Argentina.
Divisiones, añade, que se producen en países con liderazgos fuertes y personalistas, alimentados con un lenguaje bélico, con campañas que se convierten en «batallas» para animar a los militantes y que provocan que los simpatizantes lleguen a definirse como «soldados» de la causa.
«Cuando un líder tiene un grupo muy apasionado defendiendo una idea, es inevitable que aparezca otro grupo muy fanatizado oponiéndose», resume el analista.
La «grieta», término acuñado por el periodista Jorge Lanata en 2013, comenzó a gestarse durante el gobierno de Kichner pero se consolidó con el liderazgo de Cristina Fernández, con un estilo «más confrontativo, agresivo, desgastante y difícil de asumir para la sociedad», opina D’Adamo, para quien «el cristinismo, es una variante radicalizada de kirchnerismo».
En vísperas del final de la llamada «era K», que concluirá el próximo 10 de diciembre, cuando Cristina Fernández deje el poder en manos del ganador de la segunda vuelta, la evolución de la «grieta» dependerá del papel que juegue la presidenta.
«Se ira atenuando lentamente si se opaca el liderazgo de Cristina Fernández, pero tiene un nivel de aceptación importante, de un 25%, y si intenta volver en 2019 habrá una recuperación de la división», pronostica el experto.
D’Adamo no se imagina a Cristina Fernández retirada de la política después del 10 de diciembre y la presidenta no se ha pronunciado sobre su futuro inmediato, aunque en sus últimos mensajes ha insistido en que, de alguna forma, estará presente en el día a día de los argentinos.
«Yo no voy a ir a ninguna parte, voy a estar siempre para recordarles a todos el país que hicimos», dijo Fernández la pasada semana.
«Siento que me he ganado un lugarcito en el corazón de muchos argentinos», concluyó.