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Discurso de Gabriel Boric
Por Stella MONTORO, Para SudAméricaHoy (SAH)
Argentina demandó a Estados Unidos ante la Corte Internacional de Justicia (CIJ). Cuesta trabajo creerlo pero así fue. La jugada es imaginativa pero no tiene futuro (*).
El Gobierno considera que las decisiones judiciales estadounidenses, es decir, la sentencia del juez Thomas Griesa en el litigio de los fondos especulativos (bloqueo de 539 millones de dólares de bonistas hasta que no negocie el pago a «los buitres»), violan su inmunidad soberana. El Gobierno, por cierto, olvida que se sometió a la jurisdicción del país del norte para garantizar a sus acreedores -antes bonistas- que cobrarían cada centavo que les correspondía.
En esta demanda, pseudo declaración de falsa guerra o trucha, la presidenta Cristina Fernández de Kirchner, que es quien dice la última palabra -posiblemente también la primera- en este asunto del no pagar ni dejar que paguen por ella (recordar la iniciativa «escrachada» de los bancos locales) asegura poco más o menos que Barak Obama tiene la, «obligación internacional de respetar la soberanía de la República Argentina, en particular sus inmunidades soberanas» y cargarse el fallo de Griesa.
Estados Unidos también será notificado, a juicio del Gobierno argentino, por «violación de su obligación internacional de no aplicar o estimular medidas de carácter económico y político para forzar la voluntad soberana de otro Estado» (sic).
Además, el Gobierno le reprocha a Washington no cumplir con «la obligación internacional de ejercer de buena fe y conforme a derecho las funciones judiciales que Argentina ha aceptado en el marco exclusivo del alcance de esta aceptación».
En el comunicado del jefe de Gabinete, donde se dio cuenta de la demanda, está escrito lo siguiente: «La responsabilidad internacional de los Estados Unidos por la violación de las obligaciones mencionadas surge, principalmente, de la acción de uno de sus órganos, el Poder Judicial».
Cristina Fernández salió el jueves por la noche en una de sus célebres «cadenas nacionales» a justificar una demanda que es «contra los Estados Unidos por la actividad de su Poder Judicial… El Estado se compone de tres poderes y uno tiene que hacerse responsable, también Argentina, de pagar juicios de gente que ha demandado al Estado por actividad de sus jueces», sostuvo .
«¿Para qué sirve La Haya?» se preguntó la presidenta. » Para evitar que los países, cuando tenemos diferencias, nos agarremos a los bombazos o a los misilazos. La sociedad democrática debe resolver sus diferencias a través de tribunales internacionales de los que somos signatarios», respondió sobre volando de nuevo territorio palestino israelí..
Argentina sabe que su demanda no prosperará. Entre otras razones, porque para que se admitiera a trámite necesitaría que Estados Unidos aceptara la competencia de La Haya en esa materia, extremo, prácticamente, imposible de contemplar.
El «proyecto nacional y popular» como se refieren a la larga década de gobierno del matrimonio Kirchner tuvo en Estados Unidos un gran aliado en sus orígenes. Sin el beneplácito de George Bush hubiera sido difícil imaginar aquella exitosa reestructuración de la deuda del 2005 y su aceptación sin rechistar del FMI. Néstor Kirchner le devolvió el favor, ese mismo año, con la contra cumbre de las Américas de Mar del Plata, de donde el ex presidente -uno de los más denostados por el mundo- salió echando humo. Con Obama en la Casa Blanca el Gobierno argentino y en especial su canciller, Héctor Timerman, protagonizaron una escena surrealista. El jefe de la Diplomacia «embargó» la carga y se sentó en un maletín de EE UU que transportaba un avión militar que traía material para realizar cursos militares fruto de acuerdos bilaterales.
Los desplantes del Gobierno al vecino todopoderoso del piso de arriba de América no han sido pocos. Pensar que estos no tienen consecuencias es de ingenuos pero imaginar que Obama se va a meter en un sentencia – por mala que sea- que ha sido ratificada por la Corte Suprema de EE UU no es propio ni siquiera de una mente tan ocurrente como la de Cristina Fernández y su ministro de Economía Axel Kicillof.
Aunque, si leemos bien la demanda, ni ellos mismos se la creen. Basta revisar este párrafo en el que, finalmente, dice que Estados Unidos, «está en la obligación de indicar un medio de solución pacífica alternativo para resolver» el conflicto con los «fondos buitres» si hace caso omiso, como hará, de La Haya.
(*) Horas más tarde Estados Unidos rechazó la competencia del Tribunal de la Haya como ámbito para tratar el asunto.