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Mar Marín
Buenos Aires, 26 oct (EFE).- Daniel Scioli vive su victoria más amarga. Un triunfo en las presidenciales argentinas del domingo que le obliga a competir en una segunda vuelta con un margen tan ajustado que supone, en la práctica, una derrota difícil de remontar.
Para un político que acaricia desde hace años la idea de alcanzar la Presidencia y que presume de estar preparado para conducir el timón de la «Gran Argentina», el resultado de los comicios constituye un castigo.
Peronista, de raíz no kirchnerista y candidato del oficialista Frente para la Victoria (FpV), Scioli se quedó lejos de los diez puntos porcentuales de ventaja que le auguraban las encuestas y se tuvo que conformar con apenas 2,5 puntos sobre el conservador Mauricio Macri, del frente Cambiemos.
Un escenario inédito e imprevisto que abre un «momento histórico porque si el balotaje se concreta será el primero en la historia argentina», como explica a Efe Patricio Giusto, de la consultora Diagnóstico Político.
Tras la resaca electoral, el equipo de Scioli analiza las claves de esta amarga victoria y encara la estrategia a seguir en las apenas cuatro semanas que restan para la segunda vuelta, el 22 de noviembre.
Votaron dos millones de electores más que en las primarias del pasado agosto y Macri se anotó más de un millón de esos nuevos votos.
La «ola amarilla» de Cambiemos se extendió por el centro del país, incluida la provincia de Buenos Aires, tradicional bastión peronista, y Macri se benefició del tirón de su candidata, María Eugenia Vidal, que se convertirá en la primera gobernadora del mayor distrito electoral del país.
Scioli, sin embargo, acusó el impacto de la mala imagen del candidato oficialista, el jefe de Gabinete del Gobierno, Aníbal Fernández, que «tuvo un efecto arrastre a la inversa», apunta Giusto.
Las recientes inundaciones de la provincia de Buenos Aires, y que sorprendieron a Scioli en un viaje personal a Italia solo unos días después de ganar las primarias y los roces entre el kirchnerismo y el peronismo tradicional, le han pasado factura, continúa el director de Diagnóstico Político.
Las encuestas le han jugado también una mala pasada. No es la primera vez que los encuestadores argentinos se equivocan, pero en esta ocasión el error ha sido considerable: algunos vaticinaban incluso el triunfo de Scioli en primera vuelta, otros abrían la puerta al balotaje, pero prácticamente todos le daban una ventaja de 10 puntos sobre Macri.
Un margen que habría permitido a Scioli presentarse como el candidato ganador e imponerse en el dividido peronismo argentino.
El virtual empate técnico con Macri, por el contrario, abre un escenario inédito de tensión dentro del propio Gobierno y en el Justicialismo (peronismo) con un desenlace imprevisible.
«El peronismo no promueve a derrotados», advierte Giusto, escéptico sobre la posibilidad de que Scioli logre aglutinar al núcleo duro del kirchnerismo y al peronismo tradicional.
«Scioli quedó atrapado en el discurso kirchnerista», apunta el experto.
El escenario de un pacto con el tercer aspirante a la Presidencia, el peronista disidente Sergio Massa, tampoco le aseguraría una victoria Scioli en segunda vuelta.
El 20 por ciento de votos conseguido por el líder del Frente Renovador el domingo no se trasladarían matemáticamente a Scioli en caso de acuerdo.
«Una parte votaría porque son peronistas, pero otra se iría con Macri, porque Massa no tiene un partido tradicional y no es dueño de esos votos», subraya Orlando D’Adamo, del Centro de Opinión Pública de la Universidad de Belgrano.
«El votante de Massa estará influenciado por este clima tras la derrota del peronismo en la provincia de Buenos Aires, que gobernaban desde 1983», continúa D’Adamo, para quien la derrota del oficialismo en el distrito tiene una elevada carga «simbólica».
«Marca que el kirchnerismo no es invencible ni aún en sus territorios más fuertes y propicia un clima que Macri puede aprovechar», continúa.
Fundamental, coinciden los analistas, será la estrategia de los candidatos presidenciales desde hoy.
«Habrá una mayor polarización», sostiene D’Adamo.
«Va a ver una campaña muy fuerte», añade la analista Virginia García Bordeaux, que prevé que Macri mantenga la línea que le ha dado resultado, con una invitación al diálogo y al consenso.
En el caso de Scioli, señala, la incógnita está en su relación con la presidenta, Cristina Fernández, y si actúa «como el ganador de esta primera vuelta o como alguien que en algún sentido perdió. Sería positivo para él marcar otra línea que le acerque a los votantes».
No obstante, «los resultados son muy reñidos, la brecha es tan chica, que es muy difícil diagnosticar», reconoce.
Además, concluye D’Adamo, «nunca desde que existen los sistemas de balotaje, se dio este escenario. Nunca pasó. Es una experiencia nueva para los analistas, para los políticos y para quienes hacen la campaña».