miércoles, 17 de junio de 2015
Las «ramas secas» de la OEA


Ignacio PeralesPor Ignacio PERALES, para SudAméricaHoy

La Organización de Estados Americanos  intenta recuperarse a sí misma. La OEA cerró hace unos días la primera Asamblea General con Luis Almagro como secretario general y algunas de las medidas y designaciones realizadas dieron y darán que hablar. Entre otras, las del ecuatoriano Patricio Pazmiño y el argentino Raúl Zaffaroni 
«Probablemente debamos cortar algunas ramas secas que tiene este árbol» . La frase de Almagro puede hacer pensar en una poda inmediata de la cáscara de la OEA pero, quizás, sólo quizás, el sucesor de José Miguel Insulza estaba pensando en raíces más profundas.

De momento, para sus iniciativas, tiene el respaldo de la totalidad de los países miembros a excepción de Cuba, país que, en rigor, según la carta democrática, debería estar fuera de esta organización pero Cuba… ya se sabe, es Cuba y más con los vientos estadounidense soplando a favor.
Las reformas se harán, de la mano del Consejo Permanente y los primeras amputaciones, según las palabras del ex canciller uruguayo serán Secretarías que «están vinculadas a temas organizacionales y administrativos». Dicho esto, aclaró que no afectará a los objetivos «sustanciales» de la OEA. Léase, derechos humanos, democracia, seguridad y desarrollo integral.

Raúl Zaffaroni, ex miembro de la Corte Suprema argentina

Raúl Zaffaroni, ex miembro de la Corte Suprema argentina

En simultáneo, Almagro anunció la creación de una nueva secretaría dedicada a los derechos humanos. Para evitar suspicacias inevitables y dado el estrecho presupuesto existente, dijo que ésta «no compite por ningún recurso con la Comisión ni con la Corte» Interamericanas de Derechos Humanos (CIDH y CorteIDH) que forman parte de la OEA.
En este contexto, la OEA. eligió cuatro nuevos miembros tanto para la CIDH como para la CorteIDH. Entre estos,  al presidente de la Corte Constitucional de Ecuador, Patricio Pazmiño y  al jurista argentino Eugenio Raúl Zaffaroni.
El primero fue elegido en contra de la opinión de organizaciones de derechos humanos y de un grupo de expertos independientes. Todos, habían censurado su candidatura porque consideran, y saben de lo que hablan, que no es independiente. Dicho de forma políticamente incorrecta, está al servicio de Rafael Correa.

En el caso de Zaffaroni, parece que nadie -a micrófono abierto- alzó la voz. El ex miembro de la Corte Suprema de Argentina, oficialista hasta la médula, llegó -aunque sea paradójico- a condenar la homosexualidad y hasta justificar el último golpe de Estado en su país. En tiempos más recientes,  protagonizó unos episodios que a cualquier otro le habrían supuesto que la OEA le cerrara las puertas. Propietario de media docena de apartamentos, varios estaban destinados a la prostitución. La denuncia la hizo Gustavo Vera, de la organización Alameda, vinculada al actual Papa. En Argentina, la reacción entonces de la militancia y amigos, fue convocar un acto de apoyo a Zaffaroni. En cualquier otro lugar, lo previsible, hubiera sido otra cosa. En la OEA o  lo ven con buenos ojos o a su secretario general le sobrevino un olvido o a los representantes de los países la rama del árbol de Zaffaroni no les dejó ver el bosque completo.

Rafael Correa con Patricio Pazmiño

Rafael Correa con Patricio Pazmiño

Para termina, Almagro habló, entre muchos asuntos, del Gobierno de Nicolás Maduro. «Nuestra participación (de la OEA en Venezuela) debe ser como la de un músico en una orquesta sinfónica, no podemos entrar ni tarde, ni temprano, ni fuera de tono. Debe ser un tono que no radicalice los conflictos, sino que apoye las soluciones». Después de escuchar, la OEA sigue sonando igual, desafina -y mucho- aunque cambie la letra. ¿Habrá que cortar el problema de raíz o bastaran unas pocas ramas secas?

Luis Almagro durante su intervención en la OEA. Foto Efe

Luis Almagro durante su intervención en la OEA. Foto Efe