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Discurso de Gabriel Boric
Por Laura SERRANO-CONDE
El fotógrafo surrealista argentino Marcos López presenta en Roma «Pop Latino», una «retrospectiva comprimida», según explica el autor, de sus más de 20 años como profesional, en la que fusiona pintura y fotografía a partir de obras como «La última cena», de Leonardo Da Vinci.
Conocido por sus fotos de colores intensos, que forman parte de las colecciones del Museo Reina Sofía de Madrid, el Museo de Arte Contemporáneo de Castilla y León y la Fundación Daros-Latinoamérica de Suiza, Marcos López aterriza en Roma para presentar una recopilación de toda su obra, que se podrá ver en el Instituto Cervantes hasta el 27 de mayo.
«Para la exposición, seleccioné fotos y planos, eligiendo las imágenes más emblemáticas, más representativas y más contundentes de mi trabajo ‘Subrealismo criollo’, que se ha visto mucho en España y Francia, pero no tanto en Italia», explica López.
«El subrealismo criollo -añade-, es una especie de surrealismo mal hecho. Un surrealismo trasnochado que a la vez es otra forma de realismo. Tiene que ver con teatralizar la realidad, hacer puestas en escena que parezcan situaciones casuales, y luego fotografiarlas».
Así, se atreve a hacer una reinterpretación de «La última cena», de Leonardo Da Vinci, en una fotografía que llama «Asado en Mendiolaza» y que es claramente, una «version gauchesca y ‘sudaca'» de su original, con menú de morcillas, chorizos criollos y cochinillo incluido.
De espíritu inquieto y mirada detallista, López presenta a los amantes del arte su particular punto de vista del cuadro «Lección de anatomía», de Rembrandt, que inmortaliza con «la figura del Che Guevara muerto en la hoguera, en Bolivia, casi transformado en un santo», confiesa, en su imagen «Anatomía».
«Mis fotos juegan con la ironía, el dolor, el humo, la copia y la adaptación de grandes obras clásicas del arte occidental», comenta.
Pero su surrealismo no se queda ahí, sino que juega con «Las dos Fridas», de Frida Kahlo, y las transforma en una versión moderna de dos hombres en un «Hospital», como se llama la imagen que inaugura la muestra, unidos por una gasa ensangrentada.
«Es una cita directa a ‘Las dos Fridas’, como punto de partida, y luego va hacia otros horizontes de mi propia experiencia espiritual, mi propia sensibilidad: la sangre del enfermo cura al enfermo, y los dos son una misma persona, como si estuviera diciendo ‘tú mismo eres tu propio enfermero».
La religión, los deseos reprimidos, la culpa, la represión y el miedo están presentes en todas sus instantáneas, archivos digitales que satura con ayuda de un programa de ordenador y que después imprime, para «pintarlas a mano y crear un conflicto entre la fotografía y pintura hiperrealistas».
La exposición culmina con «Suite bolivariana», una «obra épica -dice-, con una directa influencia del espíritu político y estético del muralismo mexicano», que tiene «un cierto guiño irónico» hacia las consignas «setentistas de las izquierdas latinoamericanas donde claramente están los ‘buenos’ y los ‘malos'».
La fotografía es un mural en el que aparecen a la izquierda unos mineros bolivarianos subiendo una montaña de cajas de cartón, a la derecha unos jugadores de la NBA y en el centro de la imagen, Juan Domingo y Eva Perón flotando en una piscina.
«La imagen de los mineros es un remake de la famosa foto del desembarco de Iwo Jima. Los mineros levantan la bandera Whipala, símbolo de los pueblos originarios del altiplano, antes de que se llamaran como se llaman ahora: Bolivia, Perú, Argentina…», describe.
Y continúa: «En el medio de la obra, como un tercera posición política, el peronismo navega en una media agua, flotando en una pileta de plástico barata, regada con una manguera por Carlos Gardel».
Actualmente, Marcos López está inmerso en varios proyectos, entre los que se encuentra el de escribir un nuevo libro de su trabajo, estrenar una película «sobre la vida y obra del poeta y cantor misionero Ramón Ayala», además de preparar un documental sobre su trayectoria profesional, llamado «Debut y despedida». (Efe)