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Discurso de Gabriel Boric
Por Daniel CASAS, para Ideas y Protagonistas
El embajador argentino en Costa Rica, Mariano Agustín Caucino, es con apenas 40 años uno de los hombres más jóvenes de la diplomacia argentina. Abogado, fundador y director de la Escuela de Gobierno de la Universidad de Ciencias Empresaiales y Sociales (UCES), profesor titular de Historia Política Argentina y Política Exterior y miembro del Grupo Consensos del CARI. Entrevistado para Ideas & Protagonistas, el flamante diplomático aportó desde San José de Costa Rica su mirada sobre la región.
– Algunos países de Centroamérica comenzaron a trabajar con conjunto para ponerle freno a problemas en común, como inmigración, maras, narcotráfico y violencia social, ¿cómo se analiza eso desde Costa Rica? ¿Es viable en el corto plazo la aplicación de políticas consensuadas en estas áreas?
–Como usted sabe, desde Costa Rica se visualiza con preocupación la situación de extrema violencia en el llamado triángulo norte, es decir El Salvador, Guatemala y Honduras. En particular, se observa con inquietud la posibilidad de que el accionar de las violentas pandillas y maras que allí operan se extienda hacia el sur. En Costa Rica, tradicionalmente, existió una tranquilidad excepcional en comparación con lo que sucedía en los países vecinos. Sin embargo, en los últimos años, existe un creciente aumento de la tasa de criminalidad que si bien se mantiene notoriamente por debajo de la que se registra en otros países, no deja de generar alarma. En la clase dirigente y los medios costarricenses se ve con esperanza -moderada diría- la iniciativa de lucha conjunta que en los tres países se está articulando de lucha contra el crimen organizado. En ese sentido, sin dudas, se ve positivamente la reunión de El Salvador en la tercera semana de agosto entre los presidentes de los tres países en los que sellaron una alianza de coordinación de lucha contra el delito. Una preocupación permanente es la medida en que el narcotráfico y otras expresiones del crimen organizado pueden haber penetrado los servicios de seguridad y defensa convencionales de cada uno de esos estados nacionales.
– ¿Cuál es la expectativa en esa región por las elecciones presidenciales de EEUU? ¿Les da lo mismo un candidato que otro?
Naturalmente, las elecciones presidenciales en los EEUU concitan la atención mundial, sobre todo cuando el el presidente en ejercicio no puede ser reelecto. Pero sinceramente, no creo que en los países de Centroamérica haya una diferencia respecto a lo que sucede en otros países frente a esta elección. Esta elección, además, tiene particularidades: compiten por primera vez una mujer y un candidato que es claramente un outsider del sistema. Cualquiera sea la opinión que uno pueda tener sobre Hillary Clinton o sobre Donald Trump la realidad es que esta elección es, como diríamos en Argentina, para alquilar balcones. Pero respecto a su pregunta particular, le diría que al menos en Costa Rica no he observado diferencias sobre la aproximación al tema distintas a las que he percibido en Argentina o en otros países, incluyendo los EEUU mismos. Naturalmente, el asunto de la inmigración tiene una importancia adicional. Las expresiones de Trump sobre la inmigración por supuesto predisponen al electorado latino, en principio, a favorecer a la candidatura demócrata y obviamente generan enorme inquietud en México, por ejemplo… pero tenga en cuenta que Costa Rica es el país de la región que tiene menor dificultad migratoria hacia los EEUU.
– Argentina en esta nueva etapa de relacionamiento internacional está poniendo en marcha acuerdos para que tropas argentinas colaboren con el proceso de pacificación en Colombia, tras la firma de las paz con las FARC, y con México, en trabajos de mantenimiento de paz. ¿Hay gestiones para tareas similares en alguno de los países de la región?
-Lo que puedo decir es que el gobierno argentino tiene una fuerte vocación por colaborar con el sistema internacional en iniciativas de mantenimiento de la paz y promoción de los derechos humanos en nuestra región. Esto ha sido manifestado desde el inicio por el presidente Mauricio Macri y la canciller Susana Malcorra. Naturalmente, uno ve con esperanza el proceso de paz en Colombia y tiene la expectativa de que los actores involucrados hayan alcanzado el nivel de madurez política necesario para deponer definitivamente la violencia y entender para siempre que los problemas políticos, sociales y económicos son mejor atendidos mediante una política pacífica, paciente y progresiva y nunca a través de la guerra o la violencia.
-¿Cuál es la valoración de Argentina, en términos políticos y comerciales?
– Creo que la Argentina es un país muy valorado. En los países de sudamérica y centroamérica y diría que en el mundo entero, existe el recuerdo de una Argentina que fue una gran promesa y un país que parecía llamado a ejercer un liderazgo cultural importante. Tenga en cuenta que hace cien años la Argentina tenía un PBI que superaba al de todos los países de la región combinados. Además, la Argentina tuvo un sistema educativo de excelencia y que generó un proceso de homogenización de la sociedad verdaderamente revolucionario. Hace un siglo en la Argentina -o al menos en Buenos Aires- había más extranjeros que nativos. Nuestra sociedad era un verdadero faro cultural y un polo de atracción que solo era superado por los Estados Unidos. Por supuesto, hoy existe la sensación, correcta desde luego, de que la Argentina es un país que en su actual nivel de desarrollo, se encuentra atrasado respecto a sus posibilidades objetivas. Es el octavo país más extenso del mundo, dotado de inmensas riquezas naturales, poseedor de variedad de climas, etc y con una población muy educada y calificada. A veces los argentinos parecemos olvidar que tenemos cinco premios Nobel, varios de ellos en ciencias y que somos o fuimos al menos un faro cultural. Creo que esa percepción sigue existiendo en la región pero los argentinos debemos honrar esas nobles tradiciones y dejar atrás algunos errores que evidentemente hemos cometido. Por supuesto, los funcionarios públicos debemos extremar este acionar. En materia comercial, la Argentina tiene desafíos enormes. Desgraciadamente, en los últimos años no se aprovechó una circunstancia enormemente favorable para nuestra economía. Ese escenario internacional dificilmente se vuelva a repetir, al menos con la intensidad con que se presentó, digamos, entre 2002 y 2008.
– ¿Cuál es la percepción de Centroamérica del cambio de gobierno en Argentina, que conlleva un cambio de mirada geopolítica?
-En mis conversaciones con funcionarios locales y embajadores acreditados en Costa Rica observé un gran optimismo y una gran expectativa con respecto a los primeros pasos del nuevo gobierno. La figura del presidente Macri es claramente símbolo de un cambio profundo. Creo que todos los actores tienen claro que la Argentina ha dado vuelta una página de la historia. Estamos en un nuevo punto de partida, que sin pretender ser fundacional, intenta ser una nueva oportunidad de reconocimiento de situaciones que tal vez no fueron las más favorables. En cualquier caso, lo importante es que el país enfrenta el futuro con el aprendizaje de errores cometidos. Geopolíticamente, la Argentina reafirma su compromiso de mantener la región como una zona de paz, libre de armas nucleares y con una enorme potencialidad en materia de provisión de alimentos, sin duda un desafío enorme en el mundo actual. Desde luego, junto con nuestros socios de la región, los argentinos debemos sumarnos a las grandes corrientes de la economía global y entender que el mundo es una oportunidad y no una amenaza.
– ¿Preocupan las crisis de Brasil y Venezuela?
–Desde luego. En la región se están desenvolviendo dos crisis simultáneas. De todos modos, los dos fenómenos son percibidos de manera diferente. Brasil es un país en el que todos los actores reconocen una gran potencia y una capacidad de resiliencia importante. Brasil ya salió de una crisis, que si bien no era tan profunda, era intensa, a comienzos de los años 90. Recuerde la caída de Collor, con el juicio político y la recuperación que el país tuvo después durante los gobiernos de Itamar Franco y Fernando Henrique Cardoso. Todo el mundo confía en la capacidad de las instituciones de Brasil, tanto en el plano formal como en el plano fáctico, que a menudo es el que más cuenta. Piense en la clase dirigente del Brasil. Sin dudas se va a recuperar de esta crisis y saldrá fortalecida. Además, lo que sucede es que tal vez, hace algunos pocos años, exisitó una sobrevaloración de los BRICS y algunos soñaron con un mundo nuevo que nunca terminó de surgir. En esa visión, los países desarrollados serían desplazados por los emergentes en capacidad de atracción de inversiones, etc.. Recuerde la tapa de The Economist, con Brasil como ejemplo a seguir. Pero todos confían en que Brasil, que es una de las diez economías más grandes del mundo, saldrá adelante.
-¿Y Venezuela?
-La situación allí es diferente. Desgraciadamente, es cada día más claro que el país no ha podido superar la dependencia rentística. Por el contrario, la ha profundizado. La situación allí es dramática. Basta con ver las imágenes cada vez que se abre la frontera con Colombia. Algunos incluso han comparado el caso con lo que sucedió en Europa oriental cuando se derrumbó el muro de Berlín en 1989. El gobierno de Costa Rica ha marcado su extrema preocupación al respecto. La población venezolana está realmente pasando una situación de angustia extrema. Desde luego, es una preocupación en toda la región. El presidente Luis Solís y el canciller Manuel González, han hecho llamados permanentes por la vigencia plena de los derechos humanos en Venezuela y han marcado con firmeza la necesidad de liberar a los presos políticos. En este plano nuestros gobiernos coinciden. El mensaje del presidente Macri fue muy claro: cuatro días después de haber asumido el poder hizo una defensa muy firme de esos valores en la reunión de Asunción. La crisis venezolana es tal vez la más dramática de nuestros días en nuestra región, pero son los venezolanos quienes deben resolverla, desde luego con la colaboración de la región.