sábado, 5 de marzo de 2016
Más que números


sudamericahoy-columnistas-carmen-de-carlos-bioPor Carmen DE CARLOS

El Gobierno argentino recibe y encaja los reveses con bastante cintura. Pese a llevar apenas tres de meses, suele hacerlo con reflejos para corregir errores. Así procedió al presentar al Congreso los pliegos de los dos jueces candidatos a la Corte Suprema y meter debajo de la alfombra los decretos de Necesidad y Urgencia con los que pretendía resolver el “trámite” de los magistrados. Dicho esto, resulta sorprendente lo sucedido con Graciela Bevacqua, la persona contratada, a efectos reales, para reconstruir el INDEC (Instituto Nacional de Estadísticas y Censos).

En rigor, Bevacqua fue designada la número dos del centro, un cargo que la subordinaba a Jorge Todesca. Dicho de otro modo, ella estaba para hacer el trabajo de campo y él para hacer política. Pero se produjo un terremoto y Todesca le enseñó la puerta de salida (trasera) a una Bevacqua que sintió cómo la historia se repetía.

Hagamos repaso. Graciela Bevacqua se fue del INDEC en el 2007 por negarse a cumplir las órdenes del ex secretario de Comercio y matón del Gobierno kirchnerista, Guillermo Moreno. Las “órdenes” no eran otras que difundir falsas estadísticas. Esto es, cometer algo muy parecido a un delito. Los bonistas que cobran sus intereses atados a índices de inflación lo saben bien. A partir de ese momento, Bevacqua fue víctima de una constante operación de acoso y derribo profesional y personal del Gobierno de Cristina Fernández de Kirchner. Cuando encontraba un trabajo sonaba un teléfono oficial que recomendaba anular la oferta para la mujer que estuvo proscrita hasta diciembre pasado. La operación se repetía, incluso, cuando el empleo ofrecido a la profesional venía de otro país. Soportar esa situación y litigar en simultáneo contra Guillermo Moreno no fue fácil. Tampoco sobrevivir.

El INDEC, como todos los argentinos y el mundo sabe, se fue descomponiendo y su desprestigió llego a tal extremo que hasta los organismos internacional, como el FMI, lo censuraron públicamente y dejaron de tenerlo en consideración. Argentina quedó aislada, como Graciela Bevacqua pero ésta se convirtió en el símbolo de la resistencia al abuso de poder y garantía de honestidad, rigor y seriedad en su profesión.

Su nombramiento como segunda de Todesca, se suponía que con mejor mano política, fue celebrado dentro y fuera de Argentina. Su sinceridad al responder que estadísticas verosímiles no eran posibles antes de ocho meses fue el principio de su condena. Pero esos plazos, los había advertido al aceptar el puesto y Todesca coincidia. La condición para volver al INDEC fue trabajar “en serio” y así lo transmitió. Eso significaba hacerlo con datos de elaboración propia partiendo desde cero para poder comparar. Cuando la presionaron hasta el agobio para que hiciera algo que recuerda mucho a lo que le pedía Moreno ofreció que se tomaran como refrencia, con carácter temporal, las estadísticas de la ciudad de Buenos Aires y de San Luis. Si Argentina había estado ocho años sin números por unos meses más el mundo, como se está viendo, no se iba a acabar y la comunidad internacional iba a entender el mensaje: «Trabajamos en serio», reiteraba ella.

El resultado fue el conocido, Bevacqua fue despedida de una forma poco digna y el efecto de su destitución la perjudicó a ella pero le hizo daño al Gobierno y a su presidente. Mauricio Macri, que prometió sinceridad en diciembre y siempre que pude lo recuerda, en su discurso de apertura del periodo de sesiones legislativas,  tuvo que citar estadísticas del observatorio de la  UCA (Universidad Católica) y de organismos internacionales. Era inevitable. Argentina y el mundo saben que, hoy por hoy, no es posible disponer de datos fidedignos oficiales. Lo que pudo ahorrarse el presidente fue la sospecha que se tendió, de la manera más torpe, sobre las intenciones que tiene para el Indec. Innecesario, escandaloso e injusto para su país y para una mujer que puso el cuerpo, la cara y su prestigio por Argentina. Una lástima.