EL VIDEO
Discurso de Gabriel Boric
Es unánime entre quienes uno consulta: el discurso de Michelle Obama a 450 chicas de escuela secundaria, en el Centro Metropolitano de Diseño de Buenos Aires (CMD), fue sencillo e inspirador. Ya lo había dicho Juliana Awada, la primera dama argentina, al anunciarla. Su par de los Estados Unidos es una mujer con una personalidad arrolladora. No por arrogante ni por mostrarse poderosa. Si no porque sabe que tiene poder para ser visible y pone su energía en una causa concreta. Su energía llenó ayer el CMD. Al hablar fue cálida y determinada, firme y espontánea.
Durante tres largas horas de espera, desde la madrugada en que llegaron las cámaras sometidas a exhaustivos controles por el Servicio Secreto norteamericano, los periodistas pudimos ver llegar a grupos de 30 ó 15 niñas de distintas escuelas públicas y privadas. Hasta que apareció primero Juliana Awada, vestida de blanco, y presentó a @FLOTUS (First Lady Of The United States), tal es su cuenta en Twitter, vestida de azul brillante con apliques negros.
Una niña de un colegio de Escobar, distrito de la provincia de Buenos Aires, que trabajó con su grupo en “un prototipo tecnológico de aplicación social” dijo a SudAméricaHoy que si tenía ocasión de hablarle a Michelle Obama le diría: “Cómo me gusta tu peinado”. De inmediato aclaró: “Qué difícil tener que estar en ese lugar y que te critiquen todos los días ¿No?”.
Siempre hay un toque de humor en las largas esperas periodísticas: Cerca de las 9 y cuando los reporteros y fotógrafos esperábamos que nos habilitaran el ingreso, una vecina frente al CDM se acercó a un policía metropolitano para decirle que “el camión hidratante que anoche limpió la calle me rompió el mural del frente de mi casa”. Se trata de una obra de arte callejero hecha con trozos de cerámica y se observaban algunos rotos. La vecina contó que el CDM le cambió la fisonomía al barrio y que, durante toda la noche, escuchó el ir y venir de vehículos de la custodia de la primera dama. El Servicio Secreto hizo varias revisiones del lugar hasta que se abrieron las puertas a las 9.05.
Michelle Obama hizo su entrada cerca del mediodía. Explicó su demora –los norteamericanos son puntualísimos para el cumplimiento de la agenda profesional- en una reunión que había tenido con el Ministro de Educación, Esteban Bullrich.
Comenzó contando su propia experiencia como niña afroamericana. “Me encontré con maestros que cuando levantaba la mano en clase para responder nunca me prestaban atención. No me consideraban inteligente. Siempre les preguntaba a mis compañeros. Así aprendí que mis esperanzas entraban en conflicto con lo que la sociedad esperaba de mí. Y decidí prescindir de lo que pensaban de mí. En mi generación, lo que se esperaba es que una chica como yo se casara. Y cuando me gradué en Harvard sorprendí hasta a mis padres”, dijo la primera dama, siempre con el tono firme de quien cuenta una historia de superación.
Haciendo gala de una información muy actualizada en varios aspectos de la Argentina y sobre las mujeres que ocupan espacios de liderazgo, tanto político como social, @FLOTUS habló de María Eugenia Vidal, quien luego de una carrera política llegó a gobernar la provincia. “Decían que era muy joven para ese cargo pero ella simplemente dijo: ¨Yo sé quién soy¨. Y también está la historia de Margarita Barrientos, que creció en una familia pobre y se vino a Buenos Aires sola. Un día vio que niños de su propio barrio pasaban hambre y los invitó a su casa para darles de comer”. Sorprendiendo a varios de los presentes, Michelle Obama usó palabras de Margarita Barrientos para decir a su auditorio adolescente: «No importa lo poco que uno tenga, siempre se puede dar algo».
Pero el asombro vino cuando al mencionar a la periodista Marcela Ojeda se refirió a la iniciativa #NiUnaMenos. Y con detalles minuciosos de lo que fue aquella manifestación popular contra la violencia de género, dijo que todo había comenzado con el tuit de una periodista: «Para cambiar las cosas en su país no sólo tienen postularse a un cargo político o fundar su empresa. Todo esto sucedió porque una mujer valiente decidió plantarse firme y hacerse oír”. #NiUnaMenos fue una de las palabras que usó en español, además del saludo al llegar y al retirarse.
Al contar su experiencia en la Universidad de Harvard, la primera dama hizo una reflexión rotunda: “Los estudios fueron todo para mí. Me educaron padres muy trabajadores y devotos, pero sin estudios universitarios. Vivíamos en un departamento muy pequeño que llenábamos con amor. Sólo quería estudiar, ir a la universidad y ayudar a gente que vivía en nuestras condiciones. En la universidad empecé a desarrollar mi sentido crítico”. Y desde entonces vinieron cargos que le abrieron puertas.
Luego se refirió a los 62 millones de niñas que no van a la escuela ni estudian en el mundo. Ya sea porque viven en aldeas remotas a las escuelas o porque sus padres no pueden mandarlas. “Imaginen por un momento ser una de esas niñas. Y que venga tu padre y te diga que tienes que casarte con un hombre 20 años mayor. Ninguna desea ese destino. En los viajes que hice por el mundo las he conocido y he hablado con ellas”. Ese fue el origen de la iniciativa del presidente Barack Obama que Michelle apoya a lo ancho del mundo: Let Girls Learn (“Dejen a las niñas aprender”).
Al final, como si de una tarea para el futuro se tratara, les dejó a las alumnas dos preguntas muy conmovedoras: “¿Qué causa vas a hacer propia? ¿Qué injusticia va a solucionar? ¿Cómo vas a ser una agente de cambio en tu país y en el mundo?”. Así las estimuló a convertirse en líderes de cara a su país y al mundo.
Al término de esta charla motivacional por la que fue muy aplaudida, Michelle y sus dos hijas almorzaron en la Gran Parrilla del Plata, ubicada en la esquina de Chile y Perú, en San Telmo. Fueron unos 25 comensales, al que se sumaron funcionarios de la Casa Blanca y agentes del Servicio Secreto a cargo de su custodia. Su agenda del día incluyó un almuerzo a solas con Juliana Awada en Casa Cavia y una visita al Malba.