lunes, 2 de julio de 2012
Argentina y Venezuela, por unas monedas…
Buenos Aires. Publicado en ABC Foto: Efe
La presidenta de Argentina estaba orgullosa y sonriente o, al menos, lo parecía. Cristina Fernández acababa de presentar en la Casa Rosada su réplica y la de su difunto marido, en muñequitos de trapo. El suyo de luto y el de Néstor Kirchner con alas. Ambos, de unos 35 centímetros, se venderán como churros o, por utilizar expresión más local, “como pan caliente”. La oferta se extenderá a Internet así que cualquier persona podrá comprar los pequeños fetiches. Si la venta proviene del exterior, mejor que mejor, porque se abonará en dólares o euros que se traducirán a pesos y colaborarán a equilibrar la balanza de pagos, hoy inclinada al negativo del déficit fiscal y comercial. Un problema que, como en Venezuela, desemboca en trabas a las importaciones y a la compra de divisas en un mercado oficial y otro paralelo.
Los parecidos razonables entre Buenos Aires y Caracas no terminan en el doble cambio de divisas. Las afinidades electivas del Gobierno bolivariano y el peronista van más allá. La inflación de ambos países supera los dos dígitos y se encuentra entre el 22 y el 26 por ciento. Aquí, como el tema de los dólares, también hay dos versiones, la oficial y la auténtica. El periódico La Nación le pidió una explicación académica de este fenómeno a la economista Sara Levy, ex decana de la Facultad de Ciencias Económicas y Sociales de la Universidad Central de Venezuela que atribuyó la situación a dos medidas, “las que limitan la oferta, es decir, que han reducido la producción nacional, como la ausencia de reglas de juego claras y un clima adverso a la inversión” y “las que incentivan la demanda, es decir, las políticas monetaria y fiscal expansivas.» Esos dos factores, comunes a los Gobiernos de Chávez y al de Fernández de Kirchner, explicarían que Venezuela, según registro del pasado mes de mayo, sufriera una variación de los precios interanual del 23 por ciento. En Argentina, según el portal www.inflacionverdadera.comasciende al 26 por ciento. El Indec (Instituto Nacional de Estadística y Censo) publica 9,5.
El espejo en el que se reflejan Caracas y Buenos Aires ofrece una imagen distorsionada de sus finanzas, la economía y el intercambio de monedas. Este último, “el innombrable”, en el caso de Venezuela se prolonga desde hace casi una década pero el de Argentina, pese a los antecedentes, es de hace menos de un año. Un veterano periodista español no salía de su asombro al llegar a Buenos Aires. “Cambié en el aeropuerto para pagar el taxi”, se justifica. Si lo hubiera hecho en la ciudad podría haber ganado con el cambio entre un 30 y un 35 por ciento, la diferencia entre el valor oficial y el “blue”, término diplomático para referirse al negro tradicional. En Buenos Aires el turista accidental habría necesitado asesoría ya que los controles han aumentado pero para los que viven en la capital de Argentina es difícil no conocer la dirección de “una cueva” o  el teléfono de algún “arbolito” que cambie divisas a domicilio. También, aunque el riesgo es mayor, existe la opción de caminar por la calle Corrientes y atender al susurro humano de “cambio,cambio”. Si  hubiera estado en Caracas, las ventajas habrían sido mayores: Le habrían pagado el doble en la calle que en el banco.
Las costumbres o políticas similares entre el país más al norte de América del sur y el más al sur del sur, se extienden últimamente a otras prácticas como la expropiación aunque, en el caso de Argentina a diferencia de Venezuela, la tendencia es no pagar o hacerlo con un precio simbólico. Así fue con Aerolíneas Argentinas, compañía por la que en el año 2008 se abonó un peso (el euro supera hoy los seis) o la más reciente de abril con Ypf a Repsol, iniciativa que, de momento, le ha salido gratis al Gobierno de Fernández de Kirchner. “Chávez al menos paga”, recordaba hace unas semanas un hombre de Repsol.
En línea con el desfile de similitudes se coloca el aumento del gasto público. En ambos países sigue siendo excesivo aunque Venezuela deja a Argentina en un segundo plano. El Gobierno de Cristina Fernández, con solvencia, puede decir que supera al de Venezuela en la inflación. También en el escaparate de muñequitos de trapo porque los que circulan de Chávez, son de goma.fin