jueves, 19 de marzo de 2015
Nueva era para la OEA o todo tiempo pasado fue mejor
almagro

Luis Almagro durante su intervención en la OEA

Clara RiverosPor Clara RIVEROS, para SudAméricaHoy

El ex canciller uruguayo, Luis Almagro, fue elegido este miércoles como Secretario de la Organización de Estados Americanos (OEA) con 33 votos a favor y una abstención. A la sesión extraordinaria asistieron unos 19 cancilleres de los 34 Estados que integran la OEA. Almagro era candidato único, los aspirantes de Perú y Guatemala habían declinado sus postulaciones meses atrás. La elección, un simple trámite, no dio lugar a sorpresas aunque resultó llamativo el respaldo de Estados Unidos a la candidatura de Almagro. ¿Contraprestación por los favores recibidos al final del gobierno Mujica? Tal vez.

Frente al cansancio y desencanto producido por Insulza y el consecuente agotamiento de la OEA, la llegada de Almagro genera más dudas que grandes expectativas, incluso, los más escépticos aproximan que lejos de recuperar credibilidad, la OEA está «ad portas» de su extinción y será el flamante Secretario quien le dé el golpe de gracia. ¿Por qué Almagro genera alarmas y no el alivio que debería suponer la salida de Insulza?

Algunas razones pueden encontrarse en la simpatía no disimulada por el régimen de Caracas lo que podría significar la eventual consolidación y control del chavismo en la organización, la preocupante sintonía con Irán, el respaldo incondicional a la Unasur, a sus actuaciones y resoluciones. «Almagro es un «soldado» de la Unasur y la Unasur es la que asegura la impunidad a sus países en todos los atropellos a la Carta Democrática», detallaba la editorial de un diario uruguayo en días pasados. De tal suerte que del accionar insulso de Insulza se puede pasar a la plena justificación de los excesos de los gobiernos autoritarios. Estas son algunas de las reservas, válidas por demás, frente al ahora Secretario Luis Almagro.

El que se va aplaude y el que llega mira al cielo

El que se va aplaude y el que llega mira al cielo

Los ministros asistentes saludaron la designación. Ricardo Patiño, canciller de Ecuador, felicitó y confió en que Almagro reformará la organización porque ésta no ha cumplido su función. Le pidió la «ruptura estructural» con el pasado y generar los cambios, en consonancia con el momento histórico. Asimismo, le encargó «corregir» el Sistema Interamericano de Derechos Humanos, las Relatorías y cambiar la sede de la OEA. Patiño cree que los cambios serán impulsados por Almagro.

Delcy Rodríguez, canciller de Venezuela, también se sumó a la felicitación y lo hizo en nombre del presidente Nicolás Maduro. Declaró que están llenos de esperanza con su elección y le pidió una «revolución» en la organización, tanto en su estructura como en su accionar, «sabemos que con usted podemos marcar una nueva época». Rodríguez no perdió ocasión para victimizar al régimen chavista por el intento desestabilizador de un país miembro de la Organización, en referencia a Estados Unidos, y saludó la cercanía de Almagro con la Unasur.

Alineado con los gobiernos populistas de la región, Almagro es un amigo conveniente, acérrimo defensor del principio de no intervención. Se entiende que la no injerencia está limitada a la crítica de los excesos y desmanes de los gobiernos y gobernantes, pero siempre que sea para ensalzar, es admisible y bienvenida.

El excanciller no tuvo mesura en el pasado para expresar su admiración por Chávez, de gran rapidez para justificar la primacía de lo político sobre lo jurídico, como anotó el expresidente Mujica respecto a Paraguay y al depuesto presidente Lugo, años atrás. Como candidato a la Secretaria, en cambio, no criticó el carácter autoritario y represivo del régimen de Maduro, es más, consideró que es a la Unasur a la que le corresponde mediar en la crisis venezolana. Ante esto, ¿qué cabe esperar salvo moderar las expectativas?

Respecto a los desafíos, el uruguayo considera que “la OEA debe ser el motor en el cumplimento más cabal de la democracia, fortaleciendo la institucionalidad. Democracia, libertad, desarrollo y derechos humanos en convivencia pacífica son indispensables”. Se comprometió, meses atrás cuando dio a conocer su candidatura, en la defensa de los derechos humanos y la independencia del Sistema Interamericano, la búsqueda de espacios para el diálogo, la promoción del pluralismo, la cooperación norte-sur para lograr mayor seguridad ciudadana y también, dirigir esfuerzos hacia un “futuro sustentable”, entre otros temas.

Para Almagro “La OEA vale la pena, y ello es así porque representa un espacio de dialogo único – no hay otro similar-, que presenta el arco iris de visiones e ideas de todo el continente”. ¿Podrá darle a la OEA “la credibilidad que hoy todos reclaman”? Él cree que sí. ¿Se trata de retórica vacía? El tiempo lo dirá. Que no se olviden sus palabras para contrastarlas con los hechos futuros.

El escenario que ya es oscuro puede ensombrecerse todavía más, pero si acaso el nuevo Secretario tuviera en sus prioridades la defensa de la democracia, podría tomarle la palabra a Santiago Cantón, exsecretario general de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, quien exhortó a Almagro a invocar la Carta Democrática Interamericana y redobló la apuesta, para que al día siguiente de su posesión visite Venezuela.

Marcelo Ostria, exembajador de Bolivia ante la OEA, más allá de su escaso optimismo frente al nuevo Secretario y parafraseando a Alberto Lleras Camargo se refirió al futuro de la OEA: “los organismos internacionales no son ni más ni menos de lo que sus miembros quieren que sean”. Muchos quieren pasar la página de la gestión Insulza pero las reservas frente a Almagro no son pocas.