domingo, 1 de noviembre de 2015
Oficialismo y oposición pelean apoyos en carrera contrarreloj hacia balotaje

Buenos Aires, 1 nov (EFE).- En una carrera contrarreloj hacia la segunda vuelta presidencial del próximo día 22, el oficialismo y la oposición argentina pelean voto a voto en una breve pero intensa campaña electoral que mantiene hoy a la sociedad argentina más polarizada que nunca, en la encrucijada entre cambio y continuidad.
Tras la victoria con sabor amargo en las generales del pasado domingo, el oficialista Daniel Scioli no descansa y esta semana estuvo tanto en el norte del país, donde se reunió con gobernadores provinciales, como recorriendo la provincia de Buenos Aires, el distrito que congrega a más de un tercio de los votantes argentinos, además de mantener una intensa agenda mediática.
«En las difíciles siempre salgo con mucha fuerza para adelante. No me detengo. Sí, en cambio, trato de ver qué pasó. Volvimos a ganar, es cierto, por un margen más estrecho de las expectativas que había. Escuché e interpreté el voto hacia otros sectores y ahora voy a poner todo mi esfuerzo en darles las respuestas que merecen», afirma Scioli en una entrevista publicada hoy por el diario Clarín.
Para ganarse el voto de los que no le apoyaron y derrotar al conservador Mauricio Macri, su estrategia es mostrar que «el FpV (Frente para la Victoria) tiene un candidato a presidente que escucha, que sabe hacer autocrítica y corregir, y que se va a esforzar al máximo por tener su confianza», subrayó Scioli a Clarín, medio enfrentado al Gobierno de Cristina Fernández.
También habló de la «gran final» entre «dos visiones de país» que, según él, representa el inédito balotaje presidencial, en una entrevista también publicada hoy por el diario Página 12.
«Creo que el camino que queremos para la Argentina está claro. Hay uno que va y uno que vuelve. Hay uno que va hacia una agenda del desarrollo y otro que vuelve a los viejos fantasmas y políticas del pasado. Ajuste, devaluación, dejar librado todo al mercado», manifestó Scioli a este periódico, afín al oficialismo.
Macri, por el contrario, ha optado por mantenerse alejado de los focos durante los últimos días y se ha retirado a descansar a la localidad bonaerense de Tandil (unos 350 kilómetros al sur de Buenos Aires).
Sin levantar mucho el tono, han sido los referentes de su coalición, Cambiemos, los que han hablado por él, como el radical Ernesto Sanz, que ayer apuntó a los votantes del peronista disidente Sergio Massa -apartado ya de la carrera electoral tras quedar tercero en los comicios-, al manifestar que en un futuro gobierno de Macri podría haber «un par de lugares» para dirigentes massistas.
Por el contrario, en el bloque oficialista los cruces de acusaciones no cesan y evidencian la tensión que ha despertado el estrecho margen que separó a Scioli de Macri -2,5 puntos-, en contra de lo que vaticinaban los sondeos.
«La Presidenta ha decidido que el candidato sea Scioli y los resultados están a la vista», lanzó este sábado el ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, quien durante la primera mitad de 2015 aspiró a ser el candidato presidencial del oficialismo.
«Randazzo no quería compertir, sino que pretendía ser ungido por Cristina (Fernández), y Cristina no ungió a nadie», fue la dura contestación de Carlos Zannini, secretario de Legal y Técnica del Gobierno y aspirante a vicepresidente en la fórmula de Scioli.
El de Randazzo y Zannini fue el último rifirrafe después de una semana cargada de polémicas, que no se aplacaron con el llamamiento a la unidad lanzado el jueves por Fernández para hacer «como Ulises» y atarse «al palo de la nave» para seguir el viaje.
Lo hizo durante su primera intervención pública tras las elecciones, un acto de casi tres horas en el que hubo ninguna mención directa a Scioli.
Mientras, la sociedad argentina se encamina más polarizada que nunca hacia el primer balotaje presidencial de su historia.
Si la importante participación y el voto de los indecisos contribuyó a acercar a Macri a los números de Scioli en los pasados comicios, los detractores del conservador son ahora los que instan a evitar a toda costa la victoria de Cambiemos, más allá de las simpatías que despierte o no Scioli.
Muestra de ello fue el llamamiento «Amor sí, Macri no», convocado a través de las redes sociales, que este sábado reunió a miles de personas en Buenos Aires, según medios locales.