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Discurso de Gabriel Boric
«Hecho en la Tierra», discute los caminos del comercio global, a partir de ocho productos cotidianos, y da las pistas de lo que puede ser una alternativa para PyMEs en países emergentes.
Madrid. SAH
La tasa de crecimiento del comercio mundial viene desacelerando debido a disputas y tensiones entre países, pero su importancia es vital para la prosperidad y la salud de la economía. El sector de servicios crece mucho más rápidamente en los últimos 20 años y ahora representa el 68% del PIB mundial, desafiando a los gobiernos a abrirle camino a los pequeños empresarios y sus productos.
“¿De qué sirve fabricar productos de clase mundial si no hay suficiente acceso a servicios comerciales como la banca, la contabilidad y los seguros para que las operaciones globales sean viables?”, cuestiona Simon MacAdam, economista global de Capital Economics.
Cuando se trata de exportar, las pequeñas y medianas empresas (PyMEs) a menudo tienen más dificultades. Pero los cambios recientes en el escenario del comercio global, como el aumento de las cadenas mundiales de valor (CGV) y la transformación digital, están ofreciendo nuevas oportunidades para que se integren en la economía global, con la ventaja competitiva de ser más flexibles y tener capacidad para personalizar productos.
Esa lógica es el punto de partida de «Hecho en la Tierra» una serie de la BBC Mundo, que presenta la historia del comercio a partir de ocho productos que consumimos cotidianamente, que tienen una historia fascinante, y contribuyeron a la formación de la economía global.
Los periodistas Babita Sharma y Finn Aberdein investigan las complejas redes comerciales del café, papel, flores, condimentos, bolsos, bicicletas, whisky y de los semiconductores, en un mundo cada vez más conectado, que envuelven artesanos y pequeños empresarios a vender sus producciones globalmente.
Es el caso por ejemplo del café, que en pocos siglos se ha vuelto un hábito mundial con más de dos mil millones de tazas de café al día; o del regreso global del papel, ahora reciclado, en un escenario cada vez más digital donde parecía un artículo obsoleto.
Una simple bicicleta del siglo XIX producida en el Reino Unido, se fabricaba en una única ciudad: Nottingham. Ahora, la industria mundial vale US$ 45 mil millones, y depende de una cadena global integrada con “llantas de Bulgaria, titanio de China, metal de Taiwan, ejes centrales de Estados Unidos”, cuenta Will Butler-Adams, de la firma británica Brompton Bikes.
Pero es el chip semiconductor del siglo XX el que ha ido más allá que cualquier otro elemento tecnológico en la profundización de muchas de nuestras conexiones, vía teléfonos celulares y computadoras. El silicio, elemento central de esta industria de US$ 500 mil millones, proviene casi totalmente de Spruce Pine, un pequeño pueblo en Carolina del Norte.
Los defensores del comercio más libre dicen que si bien la globalización está causando tensiones políticas en algunos países, a medida que cambian los patrones de empleo retrocediendo al simple proteccionismo, simplemente complicarán en vez de resolver los problemas.
Los gobiernos, dice el director general de la OMC, Roberto Azevedo, deberían resolver sus diferencias políticas para que sus países puedan centrarse en el comercio respondiendo a “los verdaderos desafíos en la economía actual – la revolución tecnológica y el imperativo de crear empleos e impulsar el desarrollo”.
*Con informaciones de Tim Bowler, Business reporter BBC News