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Discurso de Gabriel Boric
Había una máxima de Juan Perón que los ganadores de las elecciones primarias deberán recordar con atención en estos días difíciles. “Sobre el cadáver del vencido cae exhausto el del vencedor…” Y es que Daniel Scioli, el incómodo gobernador bonaerense candidato único del kirchnerismo, obtuvo una victoria difícil. Con ocho puntos arriba dejó al desnudo la pelea interna dentro del peronismo, que, por lo visto, no podrá evitar un ballotage en octubre.
Pero esas palabras de Perón, no sólo alertan a lo que puede pasar en el peronismo gobernante sino que le sirve tanto al kirchnerismo como al Grupo Clarín, el contrapeso elegido por el gobierno para tener con quién enfrentarse ante una oposición ausente, incluso hasta cuando el domingo fueron colocados en una posición expectante de cara al futuro inmediato. Después de ocho años de combate entre el gobierno y Clarín, ambos confluyen ahora en el apoyo abierto a Scioli, todo un “iconoclasta” en materia política. Algo que el kirchnerismo, o la señora presidenta, debería explicar en cadena nacional. Al menos para saber las razones que manifiesta para estar tan cerca de “la corpo” como llegó a bautizar al grupo mediático. A ellos también les cabe la parábola del vencido y el vencedor.
El ocaso del kirchnerismo arrancó indefectiblemente ayer. De hecho, la presidenta Cristina Kirchner no participó de la celebración junto a los candidatos y le dio descanso a todos los argentinos. No habló.
En frente, Mauricio Macri y su alianza con radicales e independientes, forzaba un festejo. Y es que en el último mes, el jefe de Gobierno porteño, había hecho hasta lo imposible para descender en las encuestas. Un error tras otro, hizo que algunos analistas llegaran a pensar que el hombre prefiere no ser presidente. Aún a pesar de él ayer quedó bien posicionado y obligado a hacer lo que no quiso hacer hasta aquí para asegurarse el camino triunfal. Tejer alianzas para desbancar en un hipotético ballotage al kirchnerismo.
Deberá sentarse con Sergio Massa, el ex jefe de Gabinete de Cristina y convertido ahora en una suerte de árbitro electoral entre Scioli y Macri. Entre esos tres nombres, tan parecidos como candidatos, tan previsibles ideológicamente, tan endebles intelectualmente, tan neoliberales en el fondo, se dirime el futuro político del país. Eso es lo que va a quedar después de 12 años del “Proyecto” como a los kirchneristas les gusta repetir. Poco y nada y aroma a ajuste económico que recuerda a las bóvedas de un cementerio.
Tal vez en estos 70 días que restan para las elecciones presidenciales o tal vez después, se podrá comenzar a vislumbrar qué fue el kirchnerismo realmente. Un grupo dentro del peronismo que abrazó el progresismo sólo por debilidad electoral y desde allí construyó un inmenso poder, para desperdiciar la mejor oportunidad histórica de realizar cambios de fondo en un país donde desde hace 70 años nada cambia.
Seguramente será la historia y el derrotero económico en el corto plazo, el que ayude a terminar de entender estos 12 años y esta parodia de los personajes de Osvaldo Soriano, quien no dejaría de estar tentado de utilizar una de sus grandes novelas para ponerle título al porvenir del país más austral de América Latina. “Triste, solitario y final…”