jueves, 30 de octubre de 2014
Tabaré, Dilma y tener a Cristina Kirchner de vecina
Tabaré Vázquez y Cristina Fernández

Tabaré Vázquez y Cristina Fernández de Kirchner

Buenos Aires. Por Carmen DE CARLOS, para SudAméricaHoy (SAH)

El pasado domingo Brasil y Uruguay fueron a las urnas. El primero, en un clima de profunda división, confirmó la reelección de Dilma Rousseff, que continuará otros cuatro años en el Palacio de Planalto. El segundo país, en un ambiente de unidad ensalzado por Naciones Unidas, no logró, a la primera, reinstalar a Tabaré Vázquez -para el próximo quinquenio- en el Edificio Independencia y la Torre Ejecutiva de Montevideo.

Ambas elecciones las miran desde Argentina con un ángulo local interesado. Los carteles en apoyo de Rousseff que se colgaron por los muros de Buenos Aires ( “Si pierde, perdemos”) son una buena muestra de ello. La victoria que la presidenta de Argentina considera compartida, no lo es pero le deparará más beneficios que perjuicios.

El año que le queda de Gobierno a Cristina Fernández le resultará, en términos de relación bilateral, mucho más llevadero con Dilma de vecina, -algo más dispuesta a abrirle la puerta-, que con Aécio Neves.

El socialdemócrata, estaba cantado, tenía previsto dar un portazo, con mayor o menor elegancia pero un portazo, para la socia del Mercosur que tantos quebraderos de cabeza y obstáculos comerciales le ha dado a Brasil (también al resto del mundo).

La amenaza de cambio de ciclo en el gigante sudamericano (203 millones de habitantes y más de 142 de votantes) tras doce años de PT (Partido de los Trabajadores) no era una buena señal para el kirchnerismo (tampoco y no exactamente por las mismas razones, para Nicolás Maduro). Superado el susto en Buenos Aires ya sólo falta descubrir qué pasará en Uruguay donde Vázquez, salvo sorpresa, lograría a la segunda lo que no pudo, por muy poco, a la primera.

Tabaré, como conocen sus paisanos al candidato del Frente Amplio al que también pertenece José Mujica, se supone que en términos ideológicos (al menos de palabra, de obra está por ver) está más próximo a la viuda de Kirchner que Luis Lacalle Pou, la joven y chispeante promesa de la derecha uruguaya.

Quizás esto sea cierto pero con mayor grado lo es que el ex presidente tuvo una guerra declarada con el matrimonio Kirchner por la dichosa “pastera” o fábrica de celulosa que hoy funciona en Fray Bentos, a sus anchas, en la orilla uruguaya del rio de la Plata.

Aquel enfrentamiento de varios años le causó no pocos perjuicios económicos a Uruguay y colocó en una situación poco confortable al rey Juan Carlos de España que intentó ejercer, a petición de parte, sus buenos oficios.

Si la memoria no traiciona, el que terminó rompiendo la baraja de los endebles acuerdos de palabra fue Tabaré Vázquez. Oncólogo con fama de paciente, parece que no soportaba las formas y el fondo de Néstor Kirchner, que llegó a encabezar concentraciones, dar mítines e instigar a los bloqueos fronterizos. Su viuda, -inolvidable para el uruguayo-, le dedicó unas palabritas, con él presente, en la sesión de investidura cuando asumió por primera vez en octubre del 2008. Vázquez, más discreto, le respondió votando en contra de la candidatura de Néstor Kirchner a secretario general de Unasur. Nunca llegó a lo de José Mujica (“esta vieja es peor que el tuerto”, se animó a decir) pero nunca pareció cerrarse del todo esa herida entre vecinos.

De aquellos barros se llega a estos lodos previsibles en un futuro Gobierno de Tabaré. En uno de Lacalle Pou, en los antípodas en términos ideológicos de Cristina Fernández, quizás habría que ser, aunque parezca paradójico, más optimista pese a que el candidato dijera de ella que era una desequilibrada. Dicho esto, quizás, bien visto, lo mismo da uno que otro. Al fin y al cabo, a “ella” sólo le queda un año en la Casa Rosada. O menos.