lunes, 22 de julio de 2013
Todos tienen un Bárcenas en el closet

Jose ValesRío de Janeiro. Por José VALES, para SudAmericaHoy (SAH)

No importa que se llamen distinto.  Que el objeto que los corrompe se diferente y más variado, pero esta parte del mundo está como está por haber plagiado las malas costumbres del primer mundo, entre otras porque a algunos presidentes les gusta tener su propio “Luis Bárcenas”, el nombre por el que el jefe de gobierno español, Mariano Rajoy aparece cada vez debilitado y soportando las marchas con ristras de “chorizos” como todo menú.

En Sudamérica tenemos mucho de españoles y también de italianos. Ejemplos, copias malas de Giulio Andreotti, el recientemente fallecido líder de la Democracia Cristiana, hasta que le explotó el affaire “Mani pulite” (“Manos limpias”) y con él sus contactos por igual con capitostes de la mafia como del Vaticano, sobran por aquí abajo. Los Bárcenas abundan.

Ahí están los acusados del “mensalao” que aún no van a la cárcel aún cuando recibieron condenas históricas, por la Corte Suprema brasileña. Ese es uno de los tantos casos de corrupción que hartaron a la sociedad brasileña que desde hace un mes ganó las calles para decir “¡basta!”. Nicolás Maduro, el que disparó sus dardos erbales contra Rajoy, tiene más de un boliburgues siempre listo para imitar al bueno de Bárcenas. Sin ir más lejos, la presidenta argentina, Cristina Fernández de Kirchner, heredó el poder y con él todos los bienes de su esposo. Incluso las malas compañías.

El ex secrtario de Transporte, Ricardo Jaime, tiene más de 20 causas abiertas por corrupción, varios departamentos de su propiedad en estas playas cariocas y un hotel en Florianopolis, el balneario del sur de Brasil que cada verano se atesta de argentinos. Un juez le decretó la prisión y lo declaró en rebeldía. Una semana después de eso, lo eximieron de prisión, gracias a las “recomendaciones de gente del poder”, según fuentes judiciales. Otros personeros  del poder, le recomendaron a otros jueces escuchar de sus propios labios al acusado general César Milani, flamante comandante en Jefe del Ejército, sobre su rol durante la última dictadura. Se fue al juzgado federal en la Rioja y en Tucumán, las provincias donde actuó como oficial de inteligencia y donde existen dos denuncias en su contra. Ricardo Olivera, un ex preso político riojano lo cusa de haberlo secuestrado a él y a su padre, mientras que los familiares del soldado Alberto Ledo, quien estaba a las órdenes de Milani en Tucumán cuando desapareció quieren escuchar su testimonio para saber el paradero desde hace más de 35 años.

Justo el gobierno que hizo de los derechos humanos su carta de presentación política asciende al máximo cargo al más cuestionado de los militares en actividad.  Milani jura que jamás estuvo en un centro clandestino de detención ni tampoco participó de operativo alguno, en su carácter de oficial de inteligencia.  Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de Plaza de Mayo, y activista progobierno, ya dijo que le creía a la presidenta. Pero lo que no se puede creer, con la licencia de la señora de Carlotto, es que un oficial de inteligencia, partícipe del Operativo Independencia (el que aniquiló a la guerrilla rural en Tucumán en el 75) no haya actuado a la usanza de aquellos tiempos y mucho menos que no tenga información sobre el paradero de los desaparecidos en esas provincias.

Habrá que ver que acuerdos extraños y que promesas habrá hecho Milani para estar allí sostenido de la misma manera por la Presidenta que por los organismos de derechos humanos y ex ministras con legajo de exiliadas y perseguidas políticas. La creación de una estructura de inteligencia con fines no muy constitucionales, es lo que aparece a primera vista. En ese sentido a Milani y al gobierno, como a algunos de sus operadores propagandísticos hay que dejarlos caminar un poco más para conocer el fondo del asunto.

En otro orden, habría que ver qué amenazó con contarle a la Justicia, Jaime, convertido en ícono de la corrupción kirchnerista,  para lograr que lo exoneren de prisión en tiempo récord. No hace falta ser muy lego en la materia o ser un político astuto. Con sólo ver a Rajoy basta y sobra.

Sobre algunos de estos valores, se centrará el discurso del Papa Francisco en su primer viaje como responsable máximo de la iglesia en el mundo Justo él que tuvo que declarar, por presiones del gobierno argentino, ante un tribunal por la desaparición de dos sacerdotes, cuando era arzobispo de Buenos Aires y enemigo público número uno de los Kirchner. La corrupción le duele al Papa en las tripas. Tanto como la ostentación, la pobreza y las injusticias. De hecho va camino a canonizar a dos sacerdotes Carlos Murias y Gabriel Longueville, muertos en La Rioja por los esbirros de la dictadura, días antes de que asesinaran al obispo Enrique Angelelli. De esa diócesis no murieron más curas porque el entonces provincial de los jesuitas en Buenos Aires, el Padre Jorge, los protegió en la Iglesia y la Universidad de El Salvador.

El Padre Jorge, es hoy Francisco el papa que con cuatro gestos contundentes y un sencillez que no es forzada, se convirtió ya en el primer papa con la independencia necesaria para volver a los valores esenciales que fundaron el catolicismo. Desde esta tarde estará aquí durante los próximos siete días. Tratando de sentar las bases filosóficas de su papado, forzado a revitalizar una iglesia que en la región no cesa de perder fieles. Sólo en Brasil los católicos pasaron del 75% de los habitantes en 1994, al 64 en el 2007 y el 57 en la actualidad, mayoritariamente, en detrimentos de los credos evangelistas o pentecostales. El Papa llega forzado a tener que hablar de lo que preocupa a millones de brasileños. La falta de transparencia y la corrupción que llenan de huecos al sistema democrático. Justo a él que, ama la política pero busca siempre no aparecer tallando en ese aspecto. Pero Dilma Rousseff se lo puso más difícil o, mejor dicho, a pedir de discurso, cuando invitó a los presidentes de la región a participar de la misa en Capus Fidei.

Si allí llegan Cristina Kirchner y los presidentes enrolados en el bolivarianismo, Francisco puede tener a mano dos reflexiones sobre la democracia y el documento que los obispos latinoamericanos aprobaron en Aparecida en 2007 y que ya le regaló a la mandataria argentina “para que le de una miradita y vea lo que tenemos en la cabeza”.

Y lo que esos obispos tienen en la cabeza es recomendar una democracia que no se lo que es hoy en la mayoría de los países de la región. Una plataforma, pactadas por la sociedad, para celebrar elecciones más o menos libres y más o menos limpias, pero no un sistema de gobierno y una forma de vida, basada en la tolerancia y el respeto por el otro.

Por lo demás, en su largo trajinar carioca que le espera hasta el domingo, el Papa no los llamará por su nombre, pero s referirá a terminar con ellos y con la dura costumbre de muchos mandatarios de estos lados, que insisten con guardar siempre a un “Bracenas” criollo en el closet. Fin