martes, 28 de julio de 2015
Un mallorquín, intendente ilustre y olvidado de Buenos Aires

Nerea González
Buenos Aires, 28 jul (EFE).- La poco estudiada época del Virreinato del Río de la Plata, antes de que los territorios del sur de América declararan la independencia, esconde figuras que no por desconocidas fueron menos ilustres, como Martín Boneo y Villalonga, mallorquín, intendente y transformador olvidado de Buenos Aires.
Boneo llegó como marino en la expedición, encabezada por Pedro de Cevallos, que fundó el Virreinato del Río de la Plata en 1776, y «empezó a introducirse en todo lo que era la colonia española» en la hoy capital de Argentina, detalló a Efe Juan Cruz Jaime, coautor del libro «El intendente olvidado de Buenos Aires».
Juan Cruz Jaime y Martín Francisco Boneo, descendiente argentino del antiguo intendente, rescatan hoy la figura de este mallorquín, ilustre pero olvidado por la historia americana, proveniente además de una de las familias más prestigiosas de la isla mediterránea (en el archipiélago de Baleares, al este de España).
«La ciudad de Buenos Aires, en esa época, tuvo muchas transformaciones arquitectónicas que lamentablemente ya no existen porque cuando en la década de 1930 los gobiernos deciden convertirla en una ciudad afrancesada tiraron, demolieron, todo lo que eran los principales monumentos virreinales», explicó Jaime.
«Martín Boneo había sido de alguna manera quien había mandado levantar esos monumentos que durante todo el siglo XIX se podían ver en Buenos Aires y hoy ya no existen», continuó.
El protagonista del libro participó primero en las expediciones de la Corona española que fijaron los límites del territorio colonial ante el avance de Portugal y poco después se transformó en uno de los principales funcionarios al servicio del Virreinato en Buenos Aires, con el título de «intendente de policía».
«No tiene la connotación actual de la policía sino que era el que tenía que ocuparse de los temas urbanísticos», puntualizó Jaime, quien señaló que su puesto estaba separado del Cabildo, el consejo deliberante que representaba los intereses de los criollos.
Boneo comienza su transformación de lo que era entonces «una ciudad muy primitiva» -unas cien veces más pequeña que la gigantesca urbe que es hoy- y dedicada principalmente al contrabando con la confección de un plano histórico, en 1780.
A sus órdenes se construye «La Recova», un mercado ubicado en la actual Plaza de Mayo para concentrar a todos los vendedores ambulantes, se pone empedrado por primera vez a una céntrica calle (Florida, hoy famosa como vía comercial) ya que todas eran de tierra, y se construye la plaza de toros más grande de la ciudad.
«Buenos Aires tuvo dos plazas de toros, una en el barrio de Montserrat y la que él hace en la Plaza San Martín, en el barrio de Retiro. Era una plaza enorme: en una ciudad que tenía 40.000 habitantes, en la plaza de toros entraban 10.000», indicó el coautor del libro.
Otro punto de interés para Boneo fue el puerto, ya que trató de poner a Buenos Aires a la altura de la que entonces era la principal ciudad portuaria, Montevideo.
En el lugar en el que hace pocos meses se inauguró el Centro Cultural Néstor Kirchner, al lado de la Casa Rosada (que entonces era el Fuerte), Boneo mandó construir un puerto de madera y piedra que nunca se llegó a utilizar.
«Cuando él termina el puerto se empieza a pelear con el Cabildo y al final vuelve a España muy enfermo. El mismo día que el muere en Mallorca, donde nació, se produce la sudestada más fuerte que vivió Buenos Aires en todo el siglo XIX y destruyó el puerto que él había construido», completó Jaime.
La salida de Martín Boneo de América se produjo a consecuencia de sus conflictos con el Cabildo, ya que este reclamaba algunas de las funciones que poseía el intendente de policía, apoyado por el virrey.
También tuvo conflictos con la Iglesia cuando intentó cobrarles una tasa por el empedrado de la calle Florida, al igual que hacía con el resto de rentistas.
Su vida terminó cinco años antes de la Revolución de Mayo, en 1812, y la historia de la Independencia acabó por borrar su legado ya que hoy son pocos los expertos que se interesan por la época del virreinato.
En Argentina quedaron sus descendientes y en Mallorca aún se recuerda a los Boneo y Villalonga, donde la casa familiar Can Bordils, es hoy Archivo municipal.