jueves, 26 de abril de 2018
Yasmina Reza, en versión original

El disfrute de ser Yasmina Reza

La escritora francesa está en nuestro país. Se presenta este fin de semana en la Feria del Libro

Por Susana REINOSO, para SudAméricaHoy

Llegó, mostró a un reducido grupo de periodistas por qué es quién es en la narrativa y la dramaturgia francesa, se fue de picnic al Tigre, viajó a las Cataratas del Iguazú y a Bariloche, fue a una milonga y suspendió un viaje a Chile porque en la Argentina encontró “un disfrute de la vida”. Así vive estos días en nuestro país la escritora Yasmina Reza, reconocida mundialmente por sus obras teatrales “Art” y “Un dios salvaje”; por aquel polémico diario de la campaña presidencial de Nicolás Sarkozy, “El alba la tarde la noche”;  por títulos como “Conversaciones después de un entierro”, “El hombre inesperado” y “Tres versiones de la vida”, entre otros. Sus más recientes trabajos traducidos al español son “Babilonia” y “Felices los felices” (Anagrama).

Su viaje a la Argentina, luego de haber estado en Buenos Aires hace 30 años como actriz de “La trampa de Medusa”, la única pieza teatral del eximio compositor Erik Satie, fue alentado por su amigo Michel Houellebecq, y con la inestimable guía del escritor argentino Gonzalo Garcés, que ofició de traductor en todas sus presentaciones. Su estadía sirve para acercarse a una figura habitualmente esquiva con los medios de comunicación, que rechaza fotos y cámaras en las ruedas de prensa, y que parece inmune a las críticas.

Pero ¿es Yasmina Reza inmune a las críticas? Uno se formula la pregunta ante la solidez que exhibe la dramaturga y narradora, considerada aguda y descarnada, y con un humor que rompe toda convención social. Reza es a la dramaturgia lo que Michel Houellebecq es al ensayo. Provocadora, polémica, inclasificable dentro de los casilleros del mundo literario. Muy lista, con unos ojos inquietos y un cuerpo tenso.

Su clase magistral, junto al actor, director y dramaturgo argentino Oscar Martínez, en El Cultural, sobre “El arte de escribir teatro”, fue imperdible. Y aún queda su presentación en la Feria del Libro el sábado 28 de abril, a las 20, en la Sala José Hernández, una de las más esperadas de la cita cultural.  Allí dialogará con Gonzalo Garcés.

 

De cultura judía, madre húngara y padre ruso -hijo de iraníes-, Reza conoce la fama en gran escala y se ha precavido siempre de ella. Desde que “Art” deslumbró en una diversidad de países con un texto coral que desacomoda al espectador, todas sus obras, teatrales y novelas, han recibido recomendaciones muy favorables. Quizá, con una bibliografía tan interesante, sea “Un dios salvaje”, dirigida en cine por Román Polanski, la pieza que la convirtió en una celebridad mundial.

La rueda de prensa reducida que tuvo lugar en la Biblioteca de la Alianza Francesa en Buenos Aires fue una oportunidad para asomarse a su proceso de escritura. Entre otras cosas dirá que todos sus trabajos comienzan, “con una imagen, una voz, un tono equivalente a la música, y que jamás provienen de una idea, de algo intelectual”.  Lo confirma más tarde durante el debate previo a la proyección de “Carnage” (“Un dios salvaje”), que en 2011 con la dirección de Polanski, protagonizaron Jodie Foster, Kate Winslet, Christoph Waltz y John C. Reilly. Un peliculón para el cual Reza, que desaprueba todas las traducciones de sus obras y no acepta que se modifique una coma cuando vende los derechos, aceptó los requerimientos de Polanski: incorporar un final optimista y modificar algunas escenas.

Durante la charla en El Cultural San Martín, donde dialogó con el actor Oscar Martínez, uno de los célebres protagonistas del elenco original de “Art”, junto a Ricardo Darín y Germán Palacios, la autora francesa dijo algo muy bello a la hora de definir su proceso creativo: “Es difícil definir a los escritores que me inspiran porque cuando uno evoluciona, también cambian aquellos a quienes admiramos. Algunos fueron maestros, pero otros que lo son –como Borges- no influyeron en mi obra. Pero adoro a Borges y lo considero un amigo. Las influencias no siempre son notorias. Lo cierto es que cuando escribo trato de restituir las pulsaciones de la existencia sobre un tema en particular. La esencia de mi obra es la pulsación de la vida”.

Antes de dejar al público sin aliento en la sala, había seducido a un reducido grupo de periodistas. SudAméricaHoy estuvo allí.  Pero en su charla magistral con Martínez, dijo más aún. Por ejemplo, que “Art” es una obra sobre la posesividad en la amistad. “Es la relación más horizontal que existe entre las personas, en la que somos más nosotros mismos. Quizá el éxito de la obra resida en esa experiencia. Milan Kundera dice que el amigo es quien nos recuerda quienes somos. En la obra, el conflicto se desata cuando se deja de conocer al amigo que se ha comprado el cuadro blanco. No me gusta interpretar mi obra, pero el cuadro es el espejo que cambia”.

Alentada por Oscar Martínez, que protagonizó la primera y exitosísima versión de “Art” en Buenos Aires, junto a Darín y Palacios (actualmente la obra se presenta en España, Francia y Escocia), al punto de que hubo gente que fue a verla más de una vez, Yasmina Reza agregó: “En la posesividad está eso de no querer ver a alguien evolucionar. Siempre queremos que las personas evolucionen como lo hacemos nosotros. Cuando uno pierde esa referencia, se pierde a uno mismo”.

La rueda de prensa había comenzado con sus referencias a la muerte del texto dramático. “La escritura dramática se ha vuelto casi inútil. Antes, una buena obra de teatro tenía muchas más posibilidades de montarse que ahora. Ese fenómeno se explica por el surgimiento de la creatividad del director. Es bueno. Hoy existe una estética propia y global que creció por el acento puesto en la temática, algo que viene del arte contemporáneo. En los últimos tiempos se sumó el uso de medios digitales. Claro que la magia sobre el escenario es más rica de lo que era con el teatro más artesanal. Pero el texto perdió su preponderancia. Hoy muchos directores se dieron cuenta que se pueden hacer espectáculos sin texto”.

¿Seguirá escribiendo teatro?, fue la pregunta entonces. “Sí, pero al escribir tengo en cuenta los tiempos modernos; mi escritura tiene mucho aire y ofrece muchas posibilidades. Soy parte de una generación para la que el texto tiene mucha importancia”, dijo. Incluso, su última obra, “Bella figura”, fue escrita por encargo para el director alemán Thomas Ostermeier y la protagonista fue la actriz Nina Hoos. Reza dijo que aceptó el encargo porque adora a ambos.

En la charla con los cuatro periodistas, la autora francesa se extendió bastante para contar su relación con Roman Polanski. Luego de que el director polaco viera la puesta de “Conversaciones después de un entierro”, de 1987, le pidió que adaptara “La metamorfosis”, de Kafka. Tiempo más tarde, Polanski decidió adaptar “Un dios salvaje”. Pero si bien Reza colaboró en el guión y aceptó las observaciones del director, no quedó conforme con la adaptación. “Hubiera querido que Polanski destruyera el texto y se lo apropiara para adaptarlo al cine a su manera”, subrayó.

Reza defiende su sentido del humor, agudo y negro, con el que describe a sus personajes, sus conductas, su manera de estar en el mundo. Por eso afirma que “podemos reírnos de todo; sin el humor no existiría la tragedia. Vista con cierta distancia, la tragedia puede volverse un grotesco”.

Consultada sobre lo que le dejó su experiencia como cronista y observadora en la campaña de Nicolás Sarkozy, la dramaturga explicó que “fue novelesca y apasionante. No tenía que ocuparme de lo que tenía que escribir. La realidad me alimentaba todo el tiempo. Es una forma ideal de escritura”. Su libro resultó polémico en Francia. Incluso desde algún sector político lo tildaron de “complaciente”.

Por la misma razón que rompe convenciones a la hora de escribir y hablar, Yasmina Reza no da respuestas previsibles. Sobre los temas que la atraen a la hora de escribir dice que son “la soledad, el paso del tiempo, la imposibilidad de relacionarse a través de lazos fuertes, ya sea en la pareja o en la amistad”.

Y llegó la pregunta del millón: por qué no firma proclamas o manifiestos feministas o de apoyo a determinadas y comprensibles causas de la actualidad. Por ejemplo, los movimientos Time’s Up o #Meetoo. “No firmo nada porque nunca sé quién está firmando al lado. Y además porque no creo que las opiniones públicas de un escritor revisten algún interés. Desconfío de la opinión pública. Se le exige demasiado a los escritores para que hagan de pensadores. El escritor no es un intelectual. Forma parte de la familia de los artistas, aunque esa palabra también es para descifrar”.

Ganadora de premios relevantes y generosa con el tiempo dedicado a los periodistas, Reza habló de Borges, de su gran interés por la poesía del argentino más universal. En su libro de relatos “Felices los felices”, toma el título del poema “Fragmentos de un evangelio apócrifo”. Incluso lo recitó en voz alta y dijo que cada semana aprende uno nuevo de Borges.

Finalmente saludó en español y dejó esta reflexión: “Todo el mundo tiene un tema que contar. Pero la cuestión es cómo contarlo. Ser escritor no es sólo tener algo para contar. Es saber contarlo. Mis obras empiezan con una voz, una música, una imagen. Nunca tengo la idea. Y a veces ni siquiera necesito escribirlo”.

Para devolverle la gentileza con la que definió a nuestro país: Yasmina Reza es una verdadera disfrutadora de la vida.