jueves, 24 de abril de 2014
Bolivia, la tropa se revuelve
Militares de bajo rango reclaman igualdad de oportunidades y denuncian racismo

Militares de bajo rango, en huelga, reclaman igualdad de oportunidades y denuncian racismo

Por Stella MONTORO, para SudAméricaHoy (SAH)

La tropa se subleva. Las Fuerzas Armadas de Bolivia se encuentran frente a una escenario no deseado. Los suyos, los de menor rango y rango intermedio, quieren más y lo quieren ya. Por las buenas o por la fuerza de una huelga demandan  mejoras y acusan de racista al Gobierno de Evo Morales. La decisión de «bajar los brazos» y no reconocer la autoridad de sus superiores ni de la Constitución que les prohibe hacer un paro ha desembocado en una avalancha de destituciones (más de setecientas) pero ellos, de momento, resisten.

El Comando en Jefe de las Fuerzas Armadas anunció anoche que el Ejército de tierra, la Armada y la Fuerza Aérea decidieron el “retiro obligatorio” de 702 suboficiales y sargentos por no presentarse en sus puestos de trabajo. El comunicado detalla que el Ejército retiró a 381 suboficiales; la Fuerza Aérea, a 300, y la Armada, a 21.

Las destituciones le costarán -salvo corrección- el presente y el futuro a los uniformados que reforzaron sus protestas ayer acompañados de sus esposas y grupos indígenas aymaras, etnia a la que pertenece el presidente Evo Morales. Con éste mantienen un pulso desde el lunes de desenlace incierto. Es su Capitán General, Presidente del Estado Plurinacional y el único con atribuciones para modificar el sistema castrense, como exigen los «rebeldes» y darles igualdad de oportunidades.

En total ya son más de setecientos los militares expulsados. Los comunicados oficiales evitan difundir sus nombres pero destacan que su «retiro obligatorio» de la institución castrense es «por haber cometido sedición, motín, desacato, realizar acción política y atentar contra la dignidad y honor de las Fuerzas Armadas en forma colectiva».
La mano dura aplicada por el Gobierno no evitó que las manifestaciones continúen. Los rebeldes advierten que no se retiran ni renunciarán a sus demandas hasta que no sean satisfechas. En las marchas la mayoría lleva puesto el uniforme militar o de camuflaje y como es habitual en estas movilizaciones en La Paz y El Alto, se lanzan «cachorros» (un tercio de cartucho de dinamita).

El origen de la protesta, como recordaba el diario La Razón de B0livia, está en un proyecto de ley presentado a inicios de abril por los militares de baja graduación, que plantea la eliminación de sus rangos actuales, con la perspectiva de ascender a oficiales técnicos, lo cual les permitiría realizar estudios académicos superiores, como lo hacen  los oficiales.

Mujeres de soldados apoyan a sus maridos en huelga de hambre. Foto Martín ALIPAZ (EFE)

Mujeres de soldados apoyan a sus maridos en huelga de hambre. Foto Martín ALIPAZ (EFE)

Los militares rebeldes denuncian ser víctimas de racismo y discriminación ya que se les impiden acceder a la educación superior, al uso de instalaciones y recibir un seguro médico como sus superioresEn este sentido, reclaman cambios a la ley orgánica de la institución para «descolonizarla». El término duele en el corazón de un Gobierno presidido por un indígena al que le recordaron, «el hermano presidente ha sido soldado y hoy es capitán general de las Fuerzas Armadas. Lo único que pedimos es que nos escuche». Y en esa línea, rememoraron al «padrino» político de Evo Morales y fallecido presidente de Venezuela, «Chávez nos ha inspirado».

El ministro de Defensa, Rubén Saavedra, insiste en que «no hay ningún tipo de discriminación» y que la mayoría de las demandas han sido atendidas.Como no hay mejor defensa que un ataque acusa a los sublevados de mantener reuniones con la oposición y asegura que su protesta «se ha convertido en una acción política».

Los organizadores aseguran que representan a 11.000 uniformados, pero Saavedra rechaza esa cifra. El ministro advierte que en las Fuerzas Armadas hay 9.666 suboficiales y sargentos, de los cuales, según sus estimaciones, solo 855, «menos del 8 %», estarían con ellos. 
Números aparte, lo cierto es que la huelga existe y es un problema para todos. El Gobierno insiste en que no dará marcha atrás y los «sublevados» dicen lo mismo. Pronto veremos quién da su brazo a torcer pero la situación, hoy por hoy, es grave.