EL VIDEO
Discurso de Gabriel Boric
Por Luli DELGADO, para SudAméricaHoy
Yo me hice una vez un tatuaje de henna y a los dos o tres días me entró el desespero de pensar que no habría estropajo en el mundo capaz de sacármelo. Por fin salió y ahora rara vez recuerdo este incidente.
Es que en mi época, sutil forma de decir que me estoy poniendo vieja, muy raramente se veía a alguien con un tatuaje, y los que se lo hacían terminaban por cargar para siempre con unas manchas borrosas realmente lamentables.
Ahora es lo contrario. Es raro el que no se haya hecho uno, y según me cuentan los tatuados, después del primero, te surge el apuro de hacerte otro y otro más. En fin.
La mención viene porque esta semana leí, a propósito de que se acerca el día de los enamorados en Brasil, que un estilista en São Paulo se ha ido mandado a hacer un tatuaje con el nombre de cada uno de sus amores perdidos. Inclusive, hasta se mandó a poner una raya negra encima de uno de ellos cuando supo de su traición. Ahí poco a poco se ha ido tatuando la nuca, y ahí sí es verdad que no hay estropajo que valga.
Aquí me pregunté:
¿Cuántos de ustedes copiarían esta modalidad en sus espaldas?
Y ahí se me fue el yoyo de la imaginación:
Primero vendría el grupo de los que no están de acuerdo con los tatuajes, o aquellos que su pareja es o fue el amor de tu vida y no hace falta tatuárselo en la piel, porque a fin de cuentas está tatuado en el corazón.
Después vendría el grupo de los que sí estarían de acuerdo, pero que, por miedo a lo que dicen que duele, o porque no terminan de saber cuál va a ser la duración del hoy ¨amor de su vida¨, prefieren o tatuarse otra cosa o esperar a ver qué pasa.
Por último, el grupo de parejas que sellan su unión haciéndose el mismo tatuaje en el mismo lugar, a modo de anillo de matrimonio.
Todo esto en mi cabeza y me entero, o más bien, recuerdo, que la piel es el mayor órgano de nuestro cuerpo, y que, (novedad para mí), un adulto humano tiene una superficie aproximada de dos metros cuadrados.
Después de esta información hasta ahora incompleta o difusa, dejé mi divagación de ese tamaño y que cada uno haga con sus dos metros lo que bien le venga en gana. ¿Quién soy yo para meterme?
De lo que sí me quedaré sin saber es hasta dónde llegará la lista de nuestro estilista de marras. Ojalá se le quede como está…