viernes, 4 de septiembre de 2015
Dudas de vicepresidente sobre continuidad de Rousseff agitan crisis en Brasil

Eduardo Davis
Brasilia, 4 sep (EFE).- Las dudas que el vicepresidente Michel Temer manifestó sobre la continuidad en el cargo de la mandataria Dilma Rousseff si persisten las dificultades económicas y políticas del país agitaron hoy la crisis en que se ha sumergido Brasil.
Temer, primero en la línea de sucesión en caso de una renuncia o destitución de la presidenta, admitió en una reunión privada con un grupo de empresarios que «será difícil» que Rousseff llegue al fin de su mandato, en 2018, en el actual contexto político y económico, que ha derrumbado su tasa de aprobación a un histórico 8 %.
El audio de esa reunión, realizada este jueves en Sao Paulo, fue obtenido y difundido hoy por medios locales y obligó al Gobierno a salirle al paso a más de una «teoría de la conspiración» que circuló por Brasilia.
«Temer es una figura fundamental para la gobernabilidad y leal a la presidenta y a los intereses de Brasil», dijo al canal Globo el ministro de Información, Edinho Silva, tras conocerse las polémicas opiniones del vicepresidente.
Según Silva, «esas expresiones, si se usan fuera de contexto, pueden ser malinterpretadas, pero en el contexto queda claro que el objetivo del vicepresidente es unificar al Gobierno en búsqueda de una mejoría de su popularidad».
De acuerdo con el audio, Temer aludió a la bajísima tasa de apoyo que tiene Rousseff, cuya imagen ha sido arañada por una economía ya en recesión y la fragmentación de su base parlamentaria a consecuencia de un escándalo de corrupción en la estatal Petrobras, por el que se investiga a medio centenar de políticos, en su mayoría oficialistas.
«Hoy realmente el índice es muy bajo», reconoció Temer, y apuntó que «nadie puede resistir tres años y medio» con un apoyo tan escaso e índices de rechazo en torno al 70 %.
«Si continúa así, con un 7 u 8 % de popularidad», será difícil», indicó.
Temer consideró, sin embargo, que «si la economía comienza a mejorar y la clase política colabora, el índice (de aprobación) puede volver a niveles razonables».
En ese sentido, añadió que «es preciso trabajar para poder estabilizar» tanto la economía como la relación del Gobierno con las cámaras legislativas.
Temer lidera el Partido del Movimiento Democrático Brasileño (PMDB), la mayor fuerza electoral del país y en la que han surgido voces disidentes, que exigen una ruptura con el Gobierno y con el Partido de los Trabajadores (PT), al que pertenece Rousseff.
El PMBD controla el Congreso a través del presidente del Senado, Renán Calheiros, y de la Cámara de Diputados, Eduardo Cunha, ambos investigados por las corruptelas en Petrobras.
Cunha, por su parte, ya ha dado un paso al costado; declaró en forma «personal» su oposición a Rousseff e instó al PMDB a discutir su permanencia en el Gobierno en una convención que el partido iba a celebrar este mes y que Temer ha postergado para noviembre.
Durante el encuentro con empresarios, Temer fue consultado sobre la presión de grupos de oposición que promueven la apertura de un juicio con miras a la destitución de Rousseff por el escándalo en Petrobras o por maniobras fiscales realizadas por el Gobierno para «maquillar» el déficit de las cuentas públicas el año pasado.
Asimismo, los promotores de una posible destitución de Rousseff se aferran a investigaciones de las autoridades electorales en torno a sospechas de que el dinero de la corrupción petrolera alimentó la campaña que el año pasado llevó a su reelección.
Si se comprobase ese último extremo, el proceso de destitución también pudiera alcanzar a Temer, como miembro de la fórmula que fue reelegida.
«Espero que el Gobierno llegue hasta 2018. La hipótesis de una destitución por decisión del Tribunal Superior Electoral ni siquiera la discuto», pues «las instituciones deben funcionar normalmente», dijo Temer.
Aseguró además que, si se llegase a ese punto, se iría «a casa feliz de la vida», aunque luego aclaró que no sabe si «sería tan así».
Sobre una posible renuncia de Rousseff, que también es reclamada por grupos opositores, Temer descartó que pueda ocurrir.
Rousseff «no es de renunciar. No me parece que ella sea, digamos, renunciante. Ella es guerrera y lo que debemos hacer es mejorar» la situación del país, declaró.