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Discurso de Gabriel Boric
Brasilia, 27 oct (EFE).- El Gobierno brasileño informó hoy que ha revisado sus cálculos para el resultado fiscal primario de 2015 y elevado su previsión de déficit a 51.800 millones de reales (unos 13.282 millones de dólares), que suponen casi el 1 % del PIB.
La cifra figura en un documento remitido hoy al Congreso, en el que se admite que el déficit puede ser aún mayor, pues el Gobierno contabiliza posibles ingresos por 11.000 millones de reales (2.820 millones de dólares) por unas subastas de represas hidroeléctricas que aún no ha sido confirmado que se realizarán este año.
El documento, divulgado por los ministerios de Planificación y de Hacienda, aclara además que en el cálculo de déficit no se incluyen las deudas que el Gobierno mantiene con la banca pública en razón de montos no depositados y correspondientes a diversos planes sociales.
Esas deudas fueron calculadas por el Tribunal de Cuentas en unos 40.000 millones de reales (10.256 millones de dólares) y el Gobierno informó que no las ha contabilizado en su previsión de déficit pues aún negocia la forma en que serán saldadas.
Aún así, el déficit del 1 % del producto interno bruto (PIB) que se calcula para este año sería el mayor de la historia y seguiría al registrado ya en 2014, que fue equivalente al 0,36 % del PIB.
A inicios de este año, el Gobierno esperaba llegar a diciembre con un superávit primario equivalente del 1,2 % del PIB, pero luego reviso esa previsión a la baja y calculó un déficit de 0,7 %, que ha sido agravado en el documento entregado hoy al Congreso.
La economía brasileña está desde mediados de este año en recesión técnica y, según las previsiones de analistas del sector privado, en 2015 se encogerá en torno al 3 %.
Por esa delicada situación, la calificadora de riesgo Fitch rebajó hace diez días la nota soberana de Brasil y lo dejó al borde de perder el llamado «grado de inversión», un estatus que ya le fue retirado al país por parte de la agencia Standard & Poors.
Para intentar atajar la crisis, el Gobierno ha puesto en marcha un severo ajuste fiscal, que ha implicado una fuerte contención del gasto y un aumento de impuestos, lo cual ha redundado en un mayor enfriamiento de la actividad económica.